Florecimiento de los guayacanes
Zapotillo. El florecimiento de guayacanes seduce a turistas de todas las edades. Llegan a ser testigos del momento en el que todo cambia de color.freddy inga

El paraíso natural de guayacanes florecidos atrae a turistas en 2025

Zapotillo, en Loja, se viste de amarillo. Allí se hace camping, se convive sin miedo y se fotografía hasta las estrellas

Zapotillo, en Loja, sur del Ecuador, se ha convertido en el escenario de un fenómeno natural único: el florecimiento de los guayacanes. Un evento que tiñe de un vibrante manto amarillo el árido bosque seco, evocando a veces escenas de una película vintage, y otras, un puro estilo pop art.

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Este renacer de la especie pone al lugar en el radar del turista, atrayendo a cientos de visitantes nacionales e internacionales que buscan vivir esta experiencia en primera persona. La transformación del paisaje ocurre principalmente en las parroquias Mangahurco y Cazaderos, donde se encuentra la mayor concentración de árboles de guayacán. Durante este breve pero impactante período, las ramas desnudas de los árboles se llenan de flores amarillas que contrastan con el cielo despejado, creando una vista digna de admirar. “Es como si el bosque nos regalara un cuadro pintado por la naturaleza”, comentó Ana María Suárez, una turista de Cuenca que visitó la zona junto a su familia.

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Zapotillo, en la provincia de Loja, no solo ofrece un espectáculo visual. Los visitantes también pueden disfrutar de su gastronomía, como el tradicional chivo al hueco, un platillo cocinado bajo tierra con brasas, que impresiona tanto por su sabor como por su método de preparación. Claudia Aponte, propietaria de un restaurante local, aseguró que este plato es el más solicitado por los turistas. “Es una receta que refleja nuestra tradición”, explicó.

Florecimiento de los guayacanes
Naturaleza. Con la llegada de las primeras lluvias de la temporada se da el florecimiento, que puede llegar en enero, marzo u otro mes.Freddy Inga

Más allá del florecimiento, la experiencia incluye actividades como el camping bajo un cielo estrellado, recorridos guiados por el bosque y la observación de la fauna local.

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Desde Santo Domingo de Los Tsáchilas, Rodrigo Reyes, quien llegó con un grupo de amigos, aseguró que el viaje valió cada segundo. “El florecimiento superó nuestras expectativas, y la hospitalidad de la gente hizo que todo fuera aún más especial. Te hacen sentir como en casa”, confesó.

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Algunos turistas tienen que viajar hasta 18 horas para llegar a Zapotillo y admirar este fenómeno natural que dura apenas una semana. En el bosque, son 40,000 hectáreas las que se pintan de amarillo, y por ello la atracción, aseguran los habitantes, se viraliza aún más. Según Nancy Palacios, lojana, en los últimos años han llegado turistas de Perú y Colombia, pero también de Estados Unidos y varios rincones de Europa.

Delia Muñoz viajó desde Guayaquil hasta Zapotillo y llevó todo su equipo para acampar. Lo mismo hizo Anny Garcés, de 27 años, quien pidió permiso en su trabajo para estar el fin de semana en el sitio, al que describe como “un rincón de cuentos”.

El florecimientoSe da una vez al año, pero la fecha no es fija, se da con las primeras lluvias de temporada. Las parroquias de Mangahurco, Bolaspamba y Cazaderos, en Zapotillo, es donde el guayacán más florece
Florecimiento de los guayacanes
En la parroquia Cazaderos hay fauna y flora de todo tipo. En el sitio hay recorridos para ver incluso la laguna de los caimanes y cocodrilos, una de las más concurridas.Freddy Inga

Garcés, estudiante de fotografía en el Puerto Principal, viajó junto a sus tres mejores amigas para captar no solo los guayacanes, sino también las estrellas. “Las noches eran preciosas, escuchábamos animales, nunca sentí miedo. Y fuera de las carpas, de forma permanente, había familias: niños, adultos mayores que habían llegado a Loja en un camping, aventureros que durante el día recorrían a caballo. Este es un viaje surrealista, donde realmente te encuentras con la naturaleza. Sé que en Ecuador hay otros destinos similares a este, pero no todos han sido tan aprovechados. Venir a ver los guayacanes florecer, que es como ver campanas amarillas abriéndose y moviéndose en una especie de marea, es tan hermoso como ir a la laguna de Quilotoa, en Latacunga, o en las faldas del Chimborazo”, señaló la joven que llegó al lugar en su carro. Condujo algo más de 7 horas y no se arrepiente. “Cada año quiero volver aquí”, afirmó.

Florecimiento de los guayacanes
El florecimiento se da una vez al año, pero la fecha no es fija, se da con las primeras lluvias de temporada. Freddy Inga

Amanda Estrellas, también guayaquileña, viajó junto a su esposo, de procedencia lojana, al lugar para vacacionar. Su idea era conocerlo y nada más. Pero fue tal su impacto y la seguridad que allí sintió, que decidieron quedarse. “Recorrí el bosque a caballo, llegué a la parroquia Cazaderos a unos 20 minutos y pude ver hasta caimanes. Nuestra idea era pasar el fin de semana en Vilcabamba (Loja), pero al estar en este lugar, que no es nada comparado a lo que se ve en las fotos, sentimos que no podíamos irnos. Era como estar en un cuadro de Van Gogh”, confesó.

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A Sebastián Calle, de Manta, le costó decidirse a ir a Zapotillo y recorrer las parroquias donde más florece la especie, por cuestiones de agenda. “Estaba estresado, pero la insistencia de mi hermano me empujó a ir. Allá, el silencio de la naturaleza fue mi mejor receta. No había señal de celular casi nunca, pero no extrañaba la tecnología. En algunos puntos, las calles eran de tierra o piedra, pero lo disfrutaba. En esta aventura, donde hallé pequeños lagos y vi aves de tantos colores, encontré paz. Fue un viaje renovador, que como ecuatoriano, lejos de la inseguridad que vivimos, me hizo sentir orgulloso de mi país. Y no es romanticismo lo que digo, es real. Un viaje sanador, que te hace agradecer por vivir y estar”, mencionó.

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