Pinturas faciales con achiote: la herencia viva de los kichwas en la Amazonía
Descubre cómo las comunidades kichwas mantienen viva su conexión con la selva a través del arte ancestral de pintar rostros
En el corazón del Geoparque Napo-Sumaco, las comunidades kichwas han convertido el arte de pintar rostros con achiote y wituk en una expresión de identidad y conexión espiritual con la selva. Cada trazo cuenta historias ancestrales y refleja un profundo respeto por la naturaleza, como explica Oswaldo Rodríguez, guía local y defensor del legado cultural.
Costumbres ancestrales en el corazón de Ozogoche, Alausí
Leer másAntes de adentrarse en la selva, Oswaldo Rodríguez lleva a los visitantes a un ritual significativo bajo un árbol de achiote. "Es una manera de pedir permiso a la selva y protegerse del mal viento", explica. "Pintarse no solo es una tradición, sino una conexión directa con la madre naturaleza", agregó el guía nativo
Rodríguez, quien trabaja en la hostería Gran Cañón en el cantón Archidona, guía a los turistas por cascadas, cavernas y montañas. Con el achiote y el wituk, transforma el rostro de cada visitante en un lienzo lleno de significado.
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"Cada figura tiene un propósito. La boa, por ejemplo, simboliza la fuerza, la sabiduría y también la tentación que puede encontrarse en la selva", añade.
Osmary Chimbo, joven kichwa de la comunidad Tuyacta,ha aprendido desde niña el arte de pintar rostros, pero también se deja pintar. Ella también comparte sus conocimientos en la finca El Paraíso en el sector de Mondayaku, un espacio dedicado a preservar la cultura amazónica.
"Cuando pinto mi rostro, siento que me conecto con la naturaleza y con las historias de mis ancestros", dice Osmary. Utilizando pequeños palillos tomados de los árboles, Oswaldo plasma trazos que reflejan la personalidad de la joven. "Cada línea representa algo: la fuerza, la belleza o la conexión con las montañas", explica.
¿Por qué los rostros?
En la finca, Osmary también comparte cómo las mujeres kichwas usaban el wituk para teñir su cabello en la antigüedad, un acto que simbolizaba belleza y armonía con la selva. "Es nuestra forma de mantener vivas las tradiciones y respetar la naturaleza", asegura.
Lourdes Palate y Margoth Heredia, dos turistas que participaron en esta experiencia, quedaron maravilladas al descubrir el significado de cada trazo. "Es increíble cómo en pequeños dibujos se cuenta la historia de los ancestros. Nunca habíamos sentido tan cerca la conexión con la naturaleza", comentaron emocionadas. Coincidieron en que este tipo de prácticas no solo embellecen el rostro, sino que transmiten un mensaje profundo sobre la importancia de cuidar el entorno natural y preservar la cultura de los pueblos originarios.
En el Geoparque Napo-Sumaco, estas tradiciones no son solo un recuerdo del pasado, sino una herencia viva.
Para Oswaldo Rodríguez, el achiote y el wituk son más que herramientas; son símbolos de identidad y resistencia. "Mientras pintemos nuestras historias, nunca olvidaremos quiénes somos ni de dónde venimos", asegura con orgullo.
Historia y tradición en cada rincón de la parroquia Pasa
Leer más“Las comunidades amazónicas, con sus prácticas ancestrales, nos invitan a mirar la selva con nuevos ojos, reconociendo que cada trazo en el rostro no es solo arte, sino una manera de preservar el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza”, resaltó Lourdes.
En cada dibujo se puede tardar hasta diez minutos, todo depende de la complejidad y de acuerdo con el sitio, explica Oswaldo.
Osmary, agrega, que, en las fiestas o alguna celebración especial, siempre los diseños son más elaborados. Esta es una tradición que se transmite con el pasar de las generaciones.
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