La inseguridad y los apagones alejan al turista en Esmeraldas
La Cámara de Turismo local reporta una caída del 80% de visitas este feriado
El aroma del mar se mezcla con la suave brisa que acaricia las palmeras en Atacames, mientras el sol se oculta, pintando el cielo de cálidos tonos que prometen un futuro radiante. Sin embargo, esta belleza natural se ve empañada por una dura realidad: los apagones que afectan a Esmeraldas y a todo el país.
Durante este feriado nacional por la Independencia de Guayaquil, la Subzona Esmeraldas ha desplegado más de 1.600 agentes en los siete cantones, en un esfuerzo por mantener la paz y el orden en la provincia. La promesa de un ambiente seguro actúa como un bálsamo en medio de la tormenta que enfrentan comerciantes y propietarios de negocios.
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“Este operativo es fundamental, pero necesitamos que la luz regrese a nuestras vidas”, expresa Carlos Mena, dueño de un restaurante que solía ser un bullicioso punto de encuentro. “El ambiente se ha vuelto sombrío. Este lugar, que antes rebosaba risas y alegría, ahora se siente solitario en cada rincón”.
El turismo no se reactiva en Esmeraldas
Mientras las fuerzas del orden patrullan la provincia, los comerciantes libran una batalla diaria por la supervivencia. Ana Rivera, propietaria de un bar, refleja el sentimiento de desánimo que permea la comunidad. “Tenía grandes planes, pero los apagones han arruinado todo. Ya no puedo ofrecer mis cócteles, y la gente prefiere irse a casa. Me siento impotente”.
La disminución de visitantes es alarmante; la Cámara de Turismo local informa una caída del 80% en la afluencia turística. En la playa de Tonsupa, Javier Rodríguez, un hotelero con décadas de experiencia, observa con desánimo cómo sus huéspedes se marchan antes de lo previsto. “Recibimos muchas llamadas preguntando por el suministro eléctrico, y cada vez que respondemos que no hay luz, cancelan sus reservas. Estamos perdiendo miles de dólares al día”. Sus palabras transmiten un desasosiego palpable, como el murmullo de las olas que parecen lamentar la situación.
Malestar en los comerciantes
Al caer la noche sobre la provincia, también se apagan las esperanzas de un renacimiento. “Nunca imaginé que esto podría suceder aquí”, dice Roberto Carcelén, un vendedor de batidos que solía servir hasta 200 al día. Ahora, su licuadora funciona con batería, y su negocio apenas sobrevive. “La gente se va a otros lugares donde hay luz. Es como si nos hubieran condenado a la oscuridad”.
A pesar de la adversidad, la dirección de turismo de Atacames intenta buscar soluciones. Roger Quinteros, su director, hace un llamado urgente a las autoridades. “Necesitamos medidas inmediatas. Si no hay luz, no hay ingresos. La economía local depende del turismo, y sin turistas, estamos perdidos”. Atacames, Tonsupa y Same se encuentra en un punto crítico. La voz de los comerciantes resuena fuerte y clara: “No queremos limosnas, solo queremos trabajar”.