En junio vuelve el juicio contra la fibra que esclavizó a 1.244 ecuatorianos
Los abacaleros exigen indemnizaciones y lotes para construir sus casas
Cada billete japonés (yen) está compuesto en un 30 % de una fibra silvestre y resistente: el abacá. Un árbol similar a la planta del banano con la que Japón imprime cada año un promedio de 3 mil millones de billetes que circulan entre sus habitantes. Después de Filipinas, Ecuador es el segundo exportador mundial de abacá.
La principal empresa exportadora ha sido Furukawa Plantaciones C.A. del Ecuador, cuya familia trajo la cepa del árbol a Santo Domingo de los Tsáchilas y desde 1963 cultiva y exporta unas 10.000 toneladas de esa fibra al año. No obstante, quienes han sostenido este negocio lo que menos tienen es billete.
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Leer másLo que sí se les nota son las secuelas físicas de toda una vida de trabajo forzoso: pérdida de visión, extremidades arqueadas o mutiladas. Obreros que han estado ocultos entre las 2.300 hectáreas de plantaciones careciendo de agua potable, luz eléctrica, registros de nacimiento, educación y asistencia médica, según lo comprobó el Estado a través de diversas revisiones.
El caso Furukawa estalló hace seis años, en mayo de 2018 y aún los 1.244 obreros no han recibido ni indemnizaciones ni lotes para construir sus casas. Aunque algo podría ocurrir el próximo 20 de junio de 2024, cuando se tiene prevista la audiencia de juicio penal en contra de la empresa filipina y de tres de sus directivos por el presunto delito de Trata de Personas con fines de Explotación Laboral.
Un ansiado juicio que representa el camino de esperanza para los abacaleros. Esto, porque además la ONU intervino, hace dos semanas, conminando a la Corte Constitucional a reparar a las víctimas. Algo que la compañía filipina ha tildado de “injerencia y vulneración a la independencia judicial” de Ecuador.
La lucha contra Furukawa la sostienen 338 extrabajadores que hace pocas semanas expusieron ante la Corte sus relatos de cómo la empresa les quitó la dignidad. “Sola y en uno de los campamentos di a luz a mi hija. Cuando llegaron mis cuñadas, con una latilla cortaron el cordón umbilical”, recordó entre lágrimas María Guerrero, una de las denunciantes.
Generaciones enteras nacieron de esa manera en Furukawa y empezaban a trabajar desde la infancia en varios o en todos los procesos del abacá: tuseo (deshilachar las hebras de la planta); el burreo (el traslado del producto en burro); el tendeo (tender la fibra al sol para que se seque) y operar la máquina desfibradora que retira el agua del producto. Máquina que voló decenas de brazos y piernas de los trabajadores.
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Leer másA través de sus abogados, Furukawa ha mencionado que estas denuncias proceden de un grupo de extrabajadores de haciendas que la empresa tenía arrendadas a otras personas, a quienes hace responsables de las condiciones infrahumanas de los obreros. Además, el gerente general de Furukawa, Adrián Herrera, mencionó a EFE que en 2018 se decidió terminar ese sistema de arrendamientos y que desde entonces todos los trabajadores han sido regularizados.
Pero hay relatos que dejan entrever que después del 2018 en Furukawa se siguió ‘esclavizando’. La pierna de Cristian Estrada fue mutilada por una infección tras la picadura de una serpiente en el 2020, cuando laboraba en una de las haciendas. “Estaba operando la máquina y paré para ir a hacer mis necesidades y ahí la culebra me mordió (...), cuando le pedí a la empresa que me preste plata para hacerme curar, me dijeron que no había y que me cure con monte”, cuenta el hombre, quien asegura que tras su discapacidad, así como decenas de víctimas, fue despojado de las haciendas.
SALARIOS MUY BAJOS
Por cada tonelada de abacá a la quincena, la empresa pagaba $ 640 que se repartía entre decenas de trabajadores, se atendían a los heridos, se compraban herramientas y se arreglaban las máquinas. Tras las revisiones del Estado, se comprobó entre 2018 y 2019 que había niños desde los siete años de edad trabajando todos los días en el proceso del abacá.
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