Latacunga: De las veredas a una cama cálida, un cambio que transforma vidas

Al llegar a San Buenaventura, una parroquia urbana de Latacunga, ubicada al oriente del cantón era común ver deambular por las calles a un adulto mayor, quien estaba en condiciones complejas, siempre estaba con la ropa sucia, su cabello y barba gris estaban largos, sus cuatro fieles compañeros, unos perritos, le acompañaban en su triste caminar.

Por varios años en las noches durmió en una vereda, una silla era su cama, donde tapado de un plástico y cartones “descansaba” en la fría noche y en los días de lluvia. Los vecinos le bautizaron como Luchito, a quien a diario le brindaban un plato de comida.

Al ver la desgastante situación en la que vivía este adulto mayor el presidente del Consejo Parroquial de San Buenaventura, Alonso Molina, buscó ayuda en el Patronato Municipal de Latacunga, quienes realizaron el rescate de Luchito. Antes de llevarlo al hospital general para realizar una revisión médica, lo bañaron y lo cambiaron de ropa, transformando su aspecto, cumpliendo con el protocolo previo antes de ser ingresado al Instituto Estupiñán, lugar que se encargara del cuidado del adulto mayor.

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Carmen Cárdenas, presidenta del Patronato Municipal de Latacunga, indicó que los cuatro perros que convivían con Luchito también fueron rescatados y trasladados a un albergue temporal del municipio. Dentro del historial el anciano había sido víctima de un atropello, durante la revisión médica los galenos diagnosticaron que padece de una hernia inguinal que requiere una cirugía urgente, además presenta de demencia senil.

La colaboración interinstitucional permitió que Luchito reciba atención médica, psicológica y psiquiátrica, además de que en la actualidad se cubre las necesidades básicas de alimentación y refugio. Integrarle al asilo no es tarea fácil, se encuentra en un proceso de adaptación por lo que requiere paciencia y dedicación por parte de los cuidadores y el equipo técnico.

Luchito, estuvo por años acostumbrado a recibir limosnas de los vecinos, ha mostrado resistencia y nostalgia por sus perros y su antigua vida en el barrio. Sin embargo, el Patronato confía en que con el tiempo se adapte a su nueva realidad.

"Nuestro objetivo es mejorar la condición y calidad de vida de personas vulnerables como Luchito", afirmó Cárdenas. De los 46 adultos mayores ingresados en el asilo de ancianos en un 75% son adultos mayores rescatados de las calles de Latacunga, de quienes su morada eran las frías veredas y sus cobijas son plásticos, cartones o lonas.

El asilo de ancianos de Latacunga ha implementado diversas actividades recreativas y terapéuticas para mejorar la calidad de vida de los residentes. Desde terapia física y psicológica hasta actividades lúdicas y espirituales, el objetivo es ofrecer un entorno integral y acogedor. Recientemente, se inauguró una piscina para sesiones de hidroterapia, que han mostrado beneficios significativos para la salud de los ancianos.

Juntos, el Patronato y el municipio han transformado el asilo, permitiendo visitas diarias de familiares y voluntarios, organizando eventos que promueven la integración y el bienestar de los ancianos. "Sin la ayuda del alcalde, sería imposible llevar a cabo este proyecto que bordea mucho más de lo que el Patronato puede ofrecer en términos económicos", reconoció Cárdenas.

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Necesitan apoyo

Cárdenas destacó la necesidad de aumentar el presupuesto para ampliar la capacidad del asilo y atender a más ancianos en situación de calle. El mantenimiento de estos programas representa un gasto significativo, por lo que esperan que desde el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) retomen la entrega del presupuesto que recibían hasta antes de que el Patronato se haga cargo de la administración. Anualmente el asilo de ancianos requiere de un presupuesto de 500 mil dólares.

Además de las actividades recreativas, el asilo cuenta con un equipo de profesionales de la salud, incluyendo médicos, psicólogos, fisioterapeutas, enfermeros y auxiliares de enfermería. Estos profesionales aseguran que los ancianos reciban atención constante y de calidad. La mayoría de los cuidadores que han trabajado en el asilo desde su inicio continúan allí, garantizando una atención basada en el compromiso y el cariño hacia los residentes.

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