En Playas primero se debió limpiar los espacios para luego acompañar a familiares
El humo de la maleza quemada en el lugar invadió las zonas
Washington Yagual, de 75 años, se apresuraba a desbrozar la maleza que rodeaba la tumba de una de sus hermanas, quien cumplía 60 años de fallecida. “Le hago referencia para que tenga idea de que, a pesar de los años que han pasado, la situación del camposanto siempre ha sido la misma: lleno de maleza y sin ningún mantenimiento”, dijo el adulto mayor.
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Leer másEn esta época del feriado de los difuntos, el cementerio se llena del humo producido por la quema de maleza y también de la basura acumulada entre las tumbas. Hace tres días, el Municipio realizó una minga de limpieza, pero no fue suficiente.
“Los administradores de este lugar nos han dicho que nosotros mismos debemos darle mantenimiento al camposanto, pues no hay dinero para mantenimiento ni guardianía. Es lo que nos han dicho”, se lamentó Rosa Anzulez.
Virgilio Bohórquez señala que en el cementerio no hay orden ni seguridad. Las peatonales entre los bloques de bóvedas están llenas de cruces que obstaculizan el paso. “Nadie nos explica las razones de la ocupación de estos espacios asignados para camineras”, se queja Bohórquez, mientras repara la lápida donde reposa su padre, porque los “hacheros” (consumidores de droga) se robaron las rejas que puso. No hay guardias, el cerramiento es parcial.
Orígenes del cementerio de Playas
La construcción del cementerio se inició en 1953. Washington Yagual recuerda que, para hacer la mezcla de cemento y levantar el cerramiento, traían agua de los pozos de la playa, que era agua dulce.
El agua era llevada en barriles cargados por burros en un trayecto de aproximadamente dos kilómetros, hasta el sitio donde está actualmente el cementerio. Antes, los muertos eran llevados a enterrar a El Morro, recuerda Yagual.
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Leer másRoberto de la A., quien tiene parientes sepultados, dice que un terreno de 2.60 metros para cuatro tumbas cuesta entre 1.200 y 1.500 dólares, además de otros gastos adicionales que deben pagar. Reconoce que el comité que administra el cementerio ofrece facilidades de pago, pero debe existir un rubro para mantenimiento y seguridad; sin embargo, no hay ni lo uno ni lo otro.
Arnulfo Cruz, expresidente y actual miembro del comité Sabino Saúl Torbay (que también es el nombre del cementerio), explica que el terreno fue donado hace más de 50 años por la familia Torbay a un grupo de ciudadanos que eran sus parientes para que construyeran un camposanto. Este grupo se encargó de legalizarlo a nombre del comité y construyó el cementerio, que ahora lleva el nombre del donante del terreno. El comité paga los predios al Municipio, por lo cual ellos lo administran, sostiene Cruz.
Si no hay seguridad ni mantenimiento es porque no todos pagan los espacios que han comprado; “damos créditos, pero el 50 % no cumple con esos pagos; ‘no hay plata’, nos dicen los deudos. A los que no pueden pagar se les dona el terreno”, comenta Cruz.