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Acto. La ceremonia donde se juntaron los pueblos, deja claro ejemplos de hermandad entre ellos.YADIRA ILLESCAS

Pueblos buscan reconectarse con raíces y tradiciones mediante juegos y competencias

Más de 400 delegados demostraron que las tradiciones ancestrales siguen vivas en pueblos de Tungurahua

El sonido seco del hacha al cortar la madera resonaba con fuerza, mientras una rueda de bicicleta avanzaba tambaleante, guiada con destreza por un palo.

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En otro rincón, una cerbatana apuntaba con precisión al blanco, y en las frías aguas de una laguna, balsas de totora flotaban con equilibrio y habilidad.

Estos no eran simples juegos, sino una ventana al pasado, una forma de conectar generaciones y culturas a través de las tradiciones ancestrales del Ecuador.

Más de 400 deportistas de todo el país llegaron a Tungurahua para participar en una jornada que celebra la riqueza cultural de las culturas montubia, indígena, chola, amazónica y afroecuatoriana.

Cada una de las 13 disciplinas realizadas tenía un significado profundo, un eco de los saberes y destrezas que las comunidades han transmitido a lo largo de los años.

Carla Castro, parte de la delegación de Santa Elena, fue una de las participantes más entusiastas. Con precisión y paciencia, guiaba una rueda de bicicleta con un palo, evitando que cayera.

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Destrezas. Cada delegación demostró sus habilidades en los juegos desarrollados en Pelileo, Tungurahua. YADIRA ILLESCAS

“Este juego no es solo diversión, es una forma de mantener viva nuestra historia. Aprendí a hacerlo de pequeña, y ahora lo enseño a mis hijos,” dice muy emocionada.

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La delegación de Santa Elena también destacó en otra prueba: las balsas de totora. En las frías aguas del complejo La Moya, demostraron cómo sus ancestros navegaban en estas embarcaciones artesanales, desafiando las corrientes con fuerza y destreza.

Desde la Amazonía, los participantes trajeron la cerbatana, una herramienta que alguna vez fue vital para la caza. Con movimientos calculados, apuntaban al blanco con una precisión que solo se logra con práctica y conexión con la tradición.

“Es una destreza que aprendemos desde niños. No es solo puntería, es paciencia y respeto por lo que hacemos,” explica José Shuguango, un campesino que también participó en la prueba de cortar leña con hacha y cerbatana.

Para Shuguango, estas actividades no son simples recuerdos, sino parte de su vida cotidiana. “En el campo, aún cortamos leña como lo hacían nuestros abuelos. Es un trabajo duro, pero también es nuestra forma de mantenernos conectados con la tierra,” dijo.

La reacción de las autoridades

El prefecto de Tungurahua, Manuel Caizabanda, resaltó la importancia de este encuentro cultural. “Estas actividades nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos. Además, nos unen como pueblos hermanos, compartiendo nuestras tradiciones y aprendiendo unos de otros,” señaló.

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El evento no solo revivió los juegos ancestrales, sino que también estuvo acompañado de danzas tradicionales. Cada delegación mostró su cultura a través de música, color y movimiento, transformando el encuentro en una verdadera fiesta de la diversidad. Brayan Loor, del pueblo afro, destacó que la vestimenta, la gastronomía y las actividades diarias son esenciales para mantener viva su identidad. “Estos juegos son parte de nuestra esencia. Participar aquí es como rendir homenaje a nuestros ancestros,” expresa con orgullo Loor.

Las delegaciones amazónicas captaron la atención de los asistentes con su habilidad en el manejo de la cerbatana y el lanzamiento de la lanza, actividades que alguna vez fueron esenciales para la supervivencia en la selva.

“No es solo cuestión de fuerza, sino de conexión con el entorno. Aprendemos a leer el viento, a medir la distancia, y eso nos da precisión,” explica Luis Tayupanta, representante de la comunidad kichwa. Mientras los proyectiles atravesaban el aire, el público contenía la respiración, admirando la destreza de los participantes.

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