Restaurador de Imágenes Riobamba
Renzo Fabián Villa, ha dedicado más de tres décadas de su vida a la restauración de esculturas religiosas.Patricia Oleas / Expreso

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Los artesanos demuestran gran dedicación para mantener el legado

Con la llegada de diciembre en Riobamba, comienza una de las temporadas más ricas en cultura y tradición para la Sultana de los Andes. El tiempo de los Pases de Niño, declarado Patrimonio Inmaterial del cantón, encierra una gran cantidad de trabajos tan antiguos como la ciudad.

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La tradición profundamente arraigada incluye procesiones y eventos religiosos en honor al Niño Jesús. Estas festividades no solo refuerzan la fe de la comunidad, sino que también impulsan la demanda de restauraciones de las imágenes religiosas.

Aunque ancestral, este oficio enfrenta desafíos constantes. Los restauradores son artesanos que no solo demuestran una gran dedicación y habilidad para mantener vivo este legado, sino que también afrontan los retos de un mundo cada vez más dominado por la tecnología y el consumo rápido.

Durante estas épocas, los artesanos ven un aumento en las solicitudes de restauración, pues los priostes y las familias en sí, desean presentar sus imágenes en el mejor estado posible para las celebraciones en instituciones, barrios, cooperativas y reuniones familiares.

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Entre los que todavía mantienen vivo el legado destaca Renzo Fabián Villa, quien ha dedicado más de tres décadas de su vida a la restauración de esculturas religiosas. Este maestro artesano, que abrió su taller hace 33 años, asegura que su amor por el arte y la paciencia han sido claves para mantener vivo un oficio cada vez menos común.

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Javier Lliguin , otro restaurador de imágenes en Riobamba, junto al Divino Niño.Patricia Oleas / Expreso

“Desde niño, siempre me gustó la pintura. Me dedicaba a hacer cuadros y tomaba cursos cuando podía, aunque aquí no hay escuelas de arte”, relata Villa. “He aprendido mucho de manera autodidacta, coleccionando libros sobre pintura, modelado, escultura y tallado. Es algo que siempre me ha gustado”.

UN LEGADO QUE POCOS ARTESANOS LO MANTIENEN

Su taller, ubicado en una calle que antaño albergaba a otros artesanos, es un recordatorio de tiempos en los que el trabajo manual era valorado por su detalle y singularidad. “Al lado estaba el señor Montúfar y más abajo el señor Robalino, maestros en su época. Hoy ya no están, ahora somos muy pocos. La tecnología ha arrasado con los artesanos”, explica.

Renso Villa también observa un cambio generacional que afecta la continuidad de las costumbres. “Los padres modernos están dejando de incentivar a los jóvenes en la fe. En los momentos de dolor buscan a Dios, pero olvidan que siempre está presente. Esta pérdida de cultura se refleja también en cómo valoran el arte: prefieren piezas de plástico más baratas en lugar de restaurar reliquias familiares”.

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Por otro lado, Javier Lliguín, un maestro en el arte de la restauración, ha dedicado entre 25 y 30 años a este oficio, combinando talento, habilidad y una profunda conexión con las tradiciones religiosas de Riobamba. Aunque nadie le enseñó formalmente, encontró su camino en la carpintería ayudando a su padre. De joven, desarrolló su habilidad tallando muebles y juguetes de madera, lo que facilitó su transición al oficio de restaurador. Su carrera comenzó gracias a una monja que reconoció su talento y le encomendó la restauración de una imagen del Niño Jesús.

Desde entonces, Javier ha prosperado en este oficio, logrando educar a sus hijos y mantener a su familia. “Este trabajo no es solo un medio de vida, es mi hobby, mi pasión”, afirma.

Rastaurad de imágenes Riobamba
Una clienta llega al taller de don Renzo Vila para hacer restaurar una imagen para las fiestas de Navidad.Patricia Oleas / Expreso

Javier, sin embargo, manifiesta tener asegurada la tradición artística: sus dos hijos, aunque profesionales en otras áreas, han prometido continuar con el taller familiar en su tiempo libre.

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El oficio de restaurador, según Renzo Villa, no sólo requiere habilidad técnica, sino también paciencia y conexión con el cliente. 

“Este trabajo necesita gusto y afán de servir. Hay clientes muy detallistas, y uno debe entender sus necesidades. Es un arte que lleva una parte de uno en cada pieza. Cuando alguien dice ‘me gustó, maestro’, siento que valió la pena”, expresa. 

Además, dice que está intrínsecamente ligado a la fe, especialmente en la restauración de figuras religiosas como el Niño Jesús, que cobra relevancia en Navidad.

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