El ritual al santo negro que llena una isla de Esmeraldas
Devotos y turistas atestan el islote de Canchimalero para adorar a San Martín
El estruendoso sonido del bombo se mezcla con la melodía de la maraca, el cununo y el guasá. A esa folclórica composición se unen cientos de voces al unísono para entonar melancólicos arrullos que exaltan y adoran a San Marín de Porres, el santo negro que hace milagros en Esmeraldas.
Bateas: Símbolo de identidad y resistencia afroesmeraldeña
Leer másVisten turbantes y coloridos atuendos, mientras alzan sus brazos al cielo, coreando y meneando todo el cuerpo. La mayoría son afroecuatorianos que, habiendo llegado desde todas partes del país, han abaratado el espacio de la enorme gabarra que parte de la isla Limones. Todos alaban al santo.
El recorrido del buque de metal oxidado es acompañado de 24 pequeñas embarcaciones que, decoradas con palma de coco, frutos y alimentos típicos de la zona, cargan otras decenas de personas que también cantan y bailan con algarabía.
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El recorrido náutico no llevará más de hora media y es uno de los homenajes religiosos y folclóricos más grandes de la comunidad negra del país, que se celebra, cada 3 de noviembre.
Las embarcaciones anclarán en Canchimalero, un pequeño islote en frente de Limones, donde yace el santuario del beato. Ambas islas se ubican en medio del mar, a unas 8, 6 millas náuticas de la ciudad de San Lorenzo, en el norte de la provincia de Esmeraldas.
Cuenta la historia que hace muchos años, una mujer oriunda de Limones (que pertenece al cantón Eloy Alfaro), naufragó en mar abierto en su pequeña lancha, junto a todas sus pertenencias. Mientras la canoa se hundía y se desvanecían las esperanzas, la mujer se encomendó a su santo: “¡Ay San Antonio, en tus manos dejo mi vida y mis pertenencias! En ti confío mi santito”.
De inmediato, la náufraga cayó en un sueño profundo. Al despertar, estaba viva en un islote de encanto, con largas palmeras y un sol resplandeciente. Todas sus pertencencias estaban a salvo y bien ubicadas, como si alguien las ubicar ordenado. Ella sabía que se trataba del milagro de San Antonio. Desde entonces, prometió construir un santuario en aquella islita para adorarlo siempre.
Aquella isla es Canchimalero, que tiene su nombre en honor a la cantidad de ‘canchimalas’ (especie de pescado bagre) que se pesca por montones en ese sitio. Desde ahí se puede diviisar a Limones y viceversa.
La catanga y la tunda, huellas de los abuelos
Leer más“La señora empezó a ir a adorar al santo cada año y poco a poco más personas la acompañaban, hasta que se formó en procesión”, le cuenta a EXPRESO el padre Anderson Cangá, quien narra la historia de cómo se originó el ritual y quien es el organizador del mega evento religiso que cada año atraer a más turistas.
La procesión principal se hace en el mar y para este ritual náutico participan unas 36 embarcaciones que vienen, cada una de una comunidad diferente de la provincia verde, añade el sacerdote.
Cada 3 de noviembre, la comunidad afroecuatoriana recorre por mar desde Limones hasta Canchimalero para ensalzar el ritual y terminar con una misa folclórica en el santuario. No obstante, hoy en día, el ritual se amplía con una caminata que recorre el pueblo de Limones, previo al gran evento náutico. Además, en cada rincón, de ambas islas, desde muy temprano, hay reuniones de cánticos de arrullos y bailes de marimba.
Limones es una isla con 7.000 habitantes y en Canchimalero hay apenas unas pocas viviendas. Sin embargo, para cada año, por estas fiestas de San Martín, unas 20.000 personas abarrotan las islas.
“Cada año llegan personas extranjeras, de diferentes partes del mundo sobre todo de Colombia y Perú. Este año han venido personas desde Australia e Inglaterra a disfrutar la procesión y conocer sobre el santo negro. Esta es una fiesta nacional y es patronal de nuestro cantón”, añade Enrique Castillo, comisario de Limones.
Coco, base de la economía y el arte del mundo afroesmeraldeño
Leer másEl evento, dice la autoridad, además reactiva la economía de la zona, donde se instalan puestos de comida típica de la zona como encocados, tapaos, ceviches y agua de coco, para el deleite de los visitantes. Además de otros comercios como el de las lanchas y las bebidas.
“Desde hace 5 años cuando descubrí esta procesión, no me la pierdo ni un año. Adorar a San Martín es un ritual que hacemos con mi familia cada año. Aquí nos reencontramos con nuestros hermanos de la comunidad afro y entonamos nuestros arrullos y disfrutamos de la playa”, le cuenta a este medio Gloria Caicedo, quien llegó desde Guayaquil para disfrutar del ritual.
San Martín de Porres fue un fraile, nacido en el virreinato de Perú y quien falleció en 1639. Fue el primer santo negro de América y se lo conoce como el santo de la escoba y se hace referencia a ello como un sinónimo de humildad.
Según explica el sacerdote Anderson Cangá, San Martín convergió la humildad y el acogimiento a los animales y así, incluso se narra en la historia, fue la única persona que pudo unir en un mismo plato a comer, a un perro, a un gato y a un ratón. Tres animales que no se toleran entre sí. La adoración en Ecuador se da por la devoción de una mujer de Limones.
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