Salcedo: San Miguel de Ancárgel, una manifestación religiosa y cultural
La festividad es considerada parte del Patrimonio Cultural del Ecuador
La fiesta de San Miguel Arcángel que se celebra cada 29 de septiembre en Salcedo, es mucho más que una manifestación religiosa. Es el reflejo de una tradición que, con el paso de los siglos, ha tejido una rica fusión de historia, fe y cultura popular.
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Leer másEl historiador Salcedense Wilmo Gualpa Cando explica que esta festividad está íntimamente vinculada con la fundación del pueblo como una reducción aborigen. Aunque se discuten las fechas exactas de la fundación, que algunos sitúan en 1573 y otros en 1574, lo cierto es que la festividad del príncipe San Miguel sigue siendo uno de sus pilares más representativos.
Una tradición
La tradición de poner el nombre de un santo a los pueblos fundados por los misioneros españoles es una costumbre común en América Latina, y en el caso de San Miguel de Molleambato, la celebración ha sido una constante durante más de cuatro siglos.
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Lo que comenzó como una ceremonia religiosa, vinculada a la fundación y consolidación de la comunidad, ha evolucionado con el tiempo para incluir a 33 personajes que forman parte del séquito tradicional, dando vida a una fiesta única en la región.
El historiador Walpa destacó que, además de los personajes comunes que se encuentran en festividades similares, Salcedo tiene figuras singulares como los 'pollitos', el 'hurcuyaya' y los 'guacos', que preservan el sincretismo cultural que caracteriza a la fiesta.
Este sincretismo, resultado de la convivencia entre las costumbres indígenas y las españolas, es uno de los aspectos más ricos de la festividad. La interacción de elementos autóctonos y coloniales ha creado una celebración en la que se mezclan rituales ancestrales con los modos de vida impuestos por los colonizadores, lo que da lugar a una identidad cultural única para el pueblo de Salcedo.
Cultura
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Leer másA lo largo de los años, la fiesta ha sido objeto de protección y reivindicación cultural. En 2017, se actualizó la declaratoria de la festividad como patrimonio cultural, que inicialmente había sido reconocida en 2008. El objetivo es asegurar que la festividad sea considerada parte del patrimonio cultural del país, en un esfuerzo por preservar una tradición que no solo tiene un valor local, sino que también es representativa de la diversidad cultural ecuatoriana.
Según Walpa, la festividad cumple con los requisitos establecidos por la ley de cultura, pero es necesario un trabajo conjunto con expertos capacitados para garantizar que su valor se reconozca adecuadamente a nivel nacional.
Estuardo Arias, un habitante de Salcedo, expresó con entusiasmo que la festividad de San Miguel es "la fiesta mayor de los salcedenses", y señala como la alegría y la fe congregan tanto a habitantes locales como a visitantes provenientes de diversos puntos del país.
En su opinión, la festividad tiene el poder de paralizar el centro del país, con las comparsas y celebraciones que se extienden hasta altas horas de la tarde. "Todo el cantón se une en esta fiesta", afirma con convicción.
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Leer másUno de los legados más importantes de esta fiesta es el trabajo del padre Antonio Vaca, quien fue uno de los impulsores del reconocimiento de la festividad como un patrimonio cultural. Su labor ha sido continuada por las nuevas generaciones, que siguen organizando con devoción la festividad.
A lo largo de los años, las comparsas han aumentado en número, y se han sumado nuevas figuras como los 'chicheros' y las 'hornaderas", que aportan una nueva dimensión a la fiesta.
Isolina Guanopatin, otra habitante de Salcedo recuerda con cariño cómo su familia estuvo involucrada en las primeras ediciones de la fiesta. Relata cómo su padre, quien era prioste, organizó los tradicionales "juegos de Píllaro", mientras que su madre se encargaba de los acuerdos con los proveedores.
La fe en San Miguel, aseguró, era tan fuerte que las celebraciones no solo se limitaban a Salcedo, sino que las comunidades cercanas también participaban con fervor, especialmente aquellos de Rumipamba, que consideraban al 'príncipe San Miguel' como un protector milagroso.
A través de los años, la fiesta de San Miguel ha evolucionado, pero sigue siendo un símbolo de la identidad de Salcedo. Cada año, el pueblo se engalana para celebrar a su santo patrono, y con él, la historia, la fe y la cultura que definen a esta comunidad única.
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