A los 50 años reviven su graduación
La promoción de 1973 del Mejía volvió a vestir su uniforme para recordar medio siglo de su salida del colegio que los acogió durante seis años
50 años después, el ‘Coloso de la Vargas’ abrió sus amplias puertas de madera para que por su umbral pasaran, uno a uno, 26 graduados de la promoción de 1973.
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Leer másComo si se tratara de una máquina del tiempo, las gradas de piedra que conducen a la puerta principal del Instituto Nacional Mejía fueron testigos de las típicas reuniones colegiales, previas al inicio de clases, de quienes tenían 12 años cuando las pisaron por primera vez.
Durante seis años, hasta llegar a ser estudiantes del sexto curso, tercera sección, Físico Matemático, compartieron aulas, amigos, maestros, hobbies, travesuras y experiencias que no solo los formaron académicamente. También incentivaron la rebeldía propia de la adolescencia, apegada al laicismo, uno de los principios de su fundador, el general Eloy Alfaro, recuerda, Antonio Cobacango, abogado.
“El colegio nos dio el coraje, el espíritu combativo para nunca agachar la cabeza. Nos preparó para seguir nuestros ideales: ser profesionales, cercanos a la realidad social”.
Corría febrero de 1972 cuando el golpe militar que llevó al poder al general Guillermo Rodríguez Lara sacudía al país, en ese entonces, la promoción del ahora médico Patricio Mafla estaba en quinto curso y ya había vivido dos dictaduras, el cierre de la Universidad Central, el final del Velasquismo y varias protestas sociales que incluyeron la toma del colegio.
“A los cachorros (alumnos de primer curso) los dejamos salir a las 14:00, a los demás nos sacó la Policía a la medianoche, pero nuestro rector negoció que sea con garantías, recuerda el arquitecto Guillermo Ibarra, el entonces presidente del curso y organizador del encuentro que le permitió a él y a sus compañeros revivir su último día como estudiantes del ‘Patrón’ Mejía.
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Leer másLos abrazos que concluían con el sonido que emiten las palmadas en la espalda fueron el preámbulo de una serie de anécdotas de 26 ex-Mejías que se dieron cita en la que fue su segunda graduación.
Mi hijo y mi nieto también se graduaron aquí y espero que mi bisnieto, la cuarta generación, también.
“Te acuerdas cuando nos íbamos al cine Alambra a ver esas películas prohibidas y entró el inspector Cacha Flor con una linterna a sacarnos y un compañero le dijo: abajo, en la tercera fila hay otro Mejía. El inspector bajó y al poner la luz de la linterna en el rostro que le indicaron se dio cuenta que era el rector del colegio”, contó Mafla.
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Leer másPatricio Cañizares y Luis Ortiz, ambos arquitectos, comentan que la fácil y acertada elección de su carrera fue gracias a los “excelentes” maestros que tuvieron, uno de ellos y el único que sigue vivo es Virgilio Tejada, quien fue su guía.
Mientras la conversación sigue, el docente del que hablan llega al encuentro. Su cabellera es completamente blanca, viste un terno azul con una escarapela del colegio en el que se graduó y enseñó Geometría Descriptiva y Dibujo Técnico desde sus 28 años. Uno de sus legados es que el 45% de esta promoción es arquitecto.
Parece que el tiempo no ha pasado. Aquí estudié, aquí me gradué y aquí tuve el honor de poder ejercer enseñanza.
Para Ibarra y su colega Rafael López, esta segunda graduación fue la posibilidad de revivir un emotivo momento que, cuando lo hicieron por primera vez y ningún familiar estuvo con ellos. Esta vez la historia fue distinta, sus esposas, hijos, hermanos, nietos y hasta bisnietos presenciaron la ceremonia.
El reloj marcó las 14:50 del último viernes, cuando una calle de honor formada por bastoneras e integrantes de la Banda de Paz del colegio flanqueó el ingreso de los ex-Mejías, formados en orden de estatura, como lo hacían en su adolescencia.
Laura Orqueda, esposa de López, usó su celular para captar cada momento de la graduación, entre ellos la colocación de la capa después del ingreso y el recorrido que hicieron hacia su aula para, en los exteriores, colocar una placa de agradecimiento. El ingeniero Édison Vallejo entró, sonrió y recordó que cuando ellos estudiaban era diferente. “Era escalonada, así todos veían la clase y en los exámenes, desde atrás, el profesor podía vigilar a todos”.
Los egresados salieron para dirigirse al auditorio; el rechinar de los tablones del piso de madera, los muros, los pasamanos, las ventanas…, “todo sigue igual”, agregó López. Las autoridades de su colegio, entre ellos Esthela Miranda, docente del plantel desde 1993 y la primera mujer rectora del Mejía, los esperaron en la puerta, saludaron, ingresaron y el acto formal inició con el himno nacional.
Uno a uno, los ahora profesionales y jubilados se levantaron de sus asientos y se acercaron a la mesa directiva para que sus familiares les colocaran el birrete. Silvia Freire, esposa de López, lo hizo al igual que otras esposas e hijos.
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Leer másEl capitán de Navío, Marco Saavedra, junto al Mayor de Aviación, Fernando Guerra, colocaron un presente en la bandera del colegio que los acogió por seis años. Entre los graduados estuvo una mujer, Yolanda Mena, hermana mayor de Byron, quien vive en el exterior hace ocho años y no pudo estar en la ceremonia, al igual que otros dos compañeros que ya fallecieron.
Los discursos, uno más sentido y gracioso que otro, concluyeron con la entonación del himno al colegio. En sus ojos había un brillo juvenil. Al finalizar, el centenario ‘grito de guerra’ fue entonado por dos voces; en la parte frontal del auditorio lo hizo Rafael López, mientras que Josué Mena, de 16 años y actual miembro de la banda, lideró la parte posterior.
Así, la tradicional consigna: “Toda la vida, por el Mejía; hasta la muerte, por el Mejía; ayer, hoy y siempre, Patrón Mejía”, retumbó, con la misma fuerza que hace 50 años, en el Coloso de la Vargas.
Por sus aulas pasaron Personajes de la historia
En 1897, el presidente Eloy Alfaro inauguró el Instituto Nacional Mejía, una de las primeras instituciones de enseñanza pública laica del país. El plantel funcionó en el patio norte del actual Centro Cultural Metropolitano. Poco después se trasladó al edificio del antiguo Beaterio (en la Benalcázar y Olmedo). Al ser catalogado como “instituto”, el Colegio Mejía graduó a mujeres, pero luego fue únicamente masculino, hasta 2011, cuando se volvió mixto. Por sus aulas pasaron grandes personajes como los escritores Jorge Carrera Andrade, Jorge Icaza, Jorge Enrique Adoum; el teniente Hugo Ortiz, héroe de la Guerra de 1941, el general Paco Moncayo, exalcalde de Quito, el expresidentes Galo Plaza y más.