Quito

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Las avenidas de la capital están llenas de cables eléctricos.Gustavo Guamán.

Otro año sin una solución para las ‘telarañas’ de cables

En Nayón la gente recibió un puente peatonal por el que cruzaba el tendido eléctrico. El soterramiento debe pensarse en una urbe con carros eléctricos

Aunque está vigente una ordenanza y el sentido común dice que dejar cables eléctricos cerca de la gente es un peligro, lo ocurrido en Nayón indignó a los peatones.

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A principios de diciembre se terminó la construcción de un puente peatonal, que facilita el cruce de la vía Simón Bolívar. Hasta aquí iba todo bien. ¡Oh sorpresa!, que al usar el puente, la gente descubrió que los cables quedaron tan “a la mano” que hasta los niños podían tocarlos. Lo peor fue que una maraña de cables de electricidad, telefonía, internet y televisión por paga obstaculizan medio paso, de modo que si los peatones querían pasar por el paso a desnivel debían agacharse.

Así pasaron más de 25 días. A diario, Estefanía Pabón hacía un video para explicar su situación. “Nosotros los peatones buscamos seguridad y comodidad, pero debemos seguir cruzando con este puente peatonal con riesgos. Nos toca agacharnos para pasar. La solución es que hagan bien su servicio”.

Aunque demoró un mes, las entidades públicas y empresas telefónicas resolvieron el problema concreto. Sin embargo, la solución completa para la maraña de cables que cuelgan de los postes de la capital es incierta.

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El cableado visible también es peligroso para el transeúnte.Captura.

Por un lado, la ordenanza municipal dice que es necesario soterrar 75 kilómetros de cables al año. Por otro lado, el distrito tiene una superficie de 7.000 kilómetros cuadrados de tendido eléctrico, lo que hace de la tarea un reto enorme.

El objetivo de soterrar es reducir el impacto ambiental y dar seguridad a la ciudadanía, que hoy tiene sus terrazas cerca de los postes y cables de todo tipo.

La Empresa Eléctrica de Quito (EEQ) explica que sus cables de luz cumplen parámetros de seguridad y los que se ven mal enrollados son de las empresas de telecomunicaciones, cuya responsabilidad es de la Arcotel Ecuador.

Sin embargo, la responsable del soterramiento es la EEQ. Ya en 2022, la empresa tenía en marcha un proyecto en los alrededores de la avenida Naciones Unidas, del parque La Carolina y el estadio Olímpico Atahualpa. La idea era bajar el tendido eléctrico debajo del suelo. Este Diario solicitó una entrevista con la EEQ, pero hasta el cierre de esta edición no se concretó.

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En el reto de soterrar los cables hay un nuevo desafío: los vehículos eléctricos y las electrolineras. Juan Pablo Basantes, ingeniero eléctrico y docente universitario, dice que los proyectos de soterramiento deben estar pensados desde una visión de ciudad inteligente. “Si la gente opta por carros eléctricos, hay que pensar en los puntos de enganche y la infraestructura para alimentar electrolineras”.

Basantes explica que un vehículo eléctrico tiene baterías de litio que necesitan de gran potencia. “Los carros eléctricos necesitan al menos 400 kilovatios de enchufe (una casa tiene 3,4 kilovatios de potencia)”. Eso significa que la infraestructura para alimentar la demanda actual y la futura es cara, ya que el alambre de cobre debería ser muy grueso. Para él, Quito no puede ser una capital moderna mientras haya “un desorden de las estructuras energéticas”.