Apagones en Quito: el impacto psicológico de la crisis energética
Los psicólogos en consulta pública y privada detectan que sus pacientes han somatizado trastornos psicológicos.
Sin darse cuenta, el insomnio se vuelve un compañero que llega cada noche junto a estas inquietudes: “¿cómo terminaré el mes si no consigo trabajo?, ¿y si no reúno el dinero para cubrir los gastos de educación? Mi familia depende de mí. ¿Qué más puedo hacer? ¿Y si me endeudo más?”.
En las consultas de psicólogos se detecta que la población de Quito, de forma común, presenta lo que denominan ‘pensamientos invasivos’, que no permiten descansar. Y que causan ansiedad, que abruman, estresan, hacen que se vuelvan irritables y en ciertos casos un malestar se vuelva un trastorno y aparezcan cuadros de depresión.
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Eso cuenta Lenin Jácome, psicólogo clínico, con maestría en psicoterapia; es el responsable de Salud Mental en la Unidad Metropolitana Sur, ubicada en El Camal. Él confirma que buena parte de quienes llegan a ese espacio están afectados por la falta de empleo. Quito tiene la tasa más alta de desempleo del país (8,2% al segundo trimestre).
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Leer másUna de sus pacientes, de más de 40 años, está agobiada porque tiene una lavadora de vehículos. Las máquinas funcionan con energía eléctrica y por los apagones, de ocho y hasta 12 horas que el país encara desde septiembre, ha optado por hacer el trabajo de forma manual. Por eso, obviamente se tarda más tiempo en cada auto, lo que no le permite sumar los ingresos que requiere para cubrir los gastos de su casa y negocio.
Otro de sus pacientes, de 43 años, era consultor, cuenta con dos maestrías, una conseguida en una universidad internacional. Pero la ansiedad le abruma, ya que no consigue trabajo. Constantemente piensa que en otro país estaría mejor, pero no tiene recursos para viajar.
“Los psicólogos no podemos solucionarles la vida a los pacientes. Pero los escuchamos y orientamos, para que, por ejemplo, puedan ver el contexto de crisis que vive el país, sin suficientes puestos de trabajo”, señala Jácome, quien les pide ver que no solo les pasa a ellos.
En esta Unidad Metropolitana de Salud del Sur han registrado 10.000 atenciones, desde el 2 de febrero, que abrieron el servicio. Cuentan con una psiquiatra, tres psicólogas clínicas, una psicóloga infantil, una terapeuta familiar, además de Jácome.
A la consulta no solo llegan personas de entre 43 a 50 años, preocupadas porque ya no consiguen trabajo, muchos menos en relación de dependencia y requieren seguir aportando al IESS para jubilarse. También hay pacientes de 25 a 33 años, angustiados porque se graduaron y no han conseguido ningún tipo de empleo.
Síntomas que se debe tomar en cuenta
Algo que se detecta en la consulta privada y pública en Quito es que la población está somatizando los problemas, es decir transformando síntomas psíquicos en orgánicos. Así, el estrés muestra ya reacciones corporales: dolores estomacales y de cabeza, tics nerviosos en ojo y párpado, picazón en el cuero cabelludo, etc. Esto porque no han tratado sus problemas de salud mental.
Edith Delgado, psicoterapeuta, subraya que los casos de personas angustiadas por la crisis económica son “pan de cada día” en su consultorio particular. Ya no duermen, están más irritables, no saben qué pasará mañana en el país. “La incertidumbre es un componente de la ansiedad. Crece cuando hay hechos como los que vivimos en el país, ya nos pasó en 1999 y 2000, con la recesión”, comenta.
¿Qué va a pasar?, ¿qué será de hacer?, ¿hasta cuándo durarán los apagones? Esos son pensamientos recurrentes, explica la especialista Delgado. También que algunas personas evitan comentar lo que experimentan. Empiezan a sentir una palpitación excesiva del corazón, pasan estreñidos o van muchas veces al baño. Unos corren al cardiólogo o gastroenterólogo.
Lenín Jácome
No les detectan ningún problema médico. Lo que les causa todos esos síntomas -anota Edith Delgado- es no saber cómo pagar las deudas, que no haya ventas en sus negocios o que los cortes de luz provoquen que la comida se eche a perder en sus locales. El ‘colchón’ se les acaba, le cuentan a la psicóloga.
“Es normal sentir estados ansiosos de modo más recurrente. Pero eso nos invita a responder de forma diferente, se activa algo en nosotros. Unos se vuelven más recursivos. Pero a otros les sugieren acudir al psicólogo luego de descartar males con otros médicos”, detalla.
Edith sugiere escribir uno de esos pensamientos recurrentes. Por ejemplo, no me gusta que se produzcan cortes de luz. Y preguntarse: ¿tengo el control sobre esto? ¿Qué opciones hay? Lenín Jácome recomienda hablar con alguien sobre las preocupaciones, no aislarse y buscar apoyo.
Opciones de consulta en el sector público
Uno de los primeros pacientes de la Unidad de Salud Mental Sur fue un ciudadano de 42 años que se quería lanzar del puente de El Chiche debido a que perdió su empleo después de la pandemia. Es tecnólogo en el campo musical. Eso provocó que se separara de su esposa y que no lograra juntar dinero para pagar una pensión alimenticia para sus hijos. Su malestar psicológico se mantuvo durante tres años, por lo que se volvió un trastorno. Acude a terapias, está mejor pero no ha conseguido trabajo.
El 11 de septiembre del 2023, el Municipio puso en marcha sus primeros auxilios en salud mental. Seis psicólogos de la Secretaría Metropolitana de Salud de Quito atienden llamadas telefónicas que les transfiere el Sistema Integrado ECU-911 para atender el riesgo suicida y emergencias psicológicas. Además, existe el servicio de teleconsulta psicológica, que atiende de lunes a viernes, de 08:00 a 20:00 y los sábados, de 08:00 a 18:00. Debe llamar al 101, opción 9. En la Unidad de Salud Norte, junto al Mercado de La Ofelia, también hay atención en salud mental gratuitas. Buscan dar citas cada 15 días, según el caso.
En las unidades de salud de Pichincha Humana, de la Prefectura, también es posible agendar citas con psicólogos de adultos y de niños, a través de su sitio web. También hay sesiones de acupuntura para combatir el estrés. La consulta tiene costo.
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