El arte, una salida frente a la violencia
El pintor Narcis Alispahic expone en el parque Cumandá su Sinfonía del espíritu, inspirada en su vida en medio de la guerra y su visión de Ecuador
Crecer en medio de una guerra, ver su vecindario en escombros, vivir en un campo de refugiados, enamorarse y cruzar el océano para empezar una vida distinta en un lugar totalmente diferente. Todo eso marcó el espíritu y la expresividad de Narcis Alispahic, un artista nacido en Bosnia y Herzegovina hace cuarenta años, que desde hace 14 meses reside en Quito.
Aunque lleva más de un año en Ecuador y habla poco español, se muestra sociable en las salas y corredores del Cumandá Parque Urbano, ubicado en plena avenida 24 de Mayo. Allí se expone hasta el 31 de octubre su muestra Sinfonía del espíritu, dividida en cuatro partes: allegro, scherzo, adagio y un final, en donde desembocan los otros movimientos de su obra.
Aunque son pinturas que retratan algunos de sus recuerdos sobre la guerra en Bosnia, esta exposición empezó a construirse cuando vino a Ecuador, debido al trabajo de su esposa francesa, quien es profesora de su idioma natal. Así, la vida le permitió cumplir su sueño de conocer Latinoamérica y sorprenderse con unos paisajes y una cultura totalmente diferente a la suya y a la francesa, que también indagó cuando residió en Lyon durante un tiempo.
Su Sinfonía del espíritu empieza con El afuera, en donde pintó su encuentro con Ecuador y sus paisajes, la arquitectura y el mito de El Dorado. Aunque su pinta de ‘gringo’ es notoria, él no tiene miedo de moverse por la ciudad, incluso en lugares donde le advierten que podría correr algún peligro. Va seguido al Cumandá porque es voluntario allí y da clases de arte. Camina por sus alrededores y visita mucho el barrio de San Roque, tanto que hasta lo ha vuelto protagonista de sus obras. (LEA ADEMÁS: "Arte urbano, pendiente de 100 días")
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Leer másEl artista trabaja en el contexto de su vida, que ha atravesado procesos de violencia, incluidas dos guerras
Pinta la Amazonía, tanto su belleza como las cicatrices que le han dejado las maquinarias que sirven para extraer el petróleo de sus entrañas. Pinta la Costa, pues disfruta del mar y de los atardeceres de la bella playa de Mompiche. Pinta la Sierra y sus cielos despejados o nublados, siempre con el Cotopaxi como protagonista y testigo. Describe a El afuera como el paraíso y lo resume en una frase: “la casa que nunca tuve”.
Luego está la sección El adentro, donde se puede leer la frase: “el último artista”. Allí, la figura central es un fantasma que parece volver a caminar entre escombros, en un territorio violento. Entre las pinturas aparecen fotografías que le recuerdan la destrucción de su barrio y los 10 años que vivió en un campo de refugiados en Serbia, entre 1993 y 2003, junto a su madre. Su padre no aparece, pues solo se reencontraron cuando intentaron vivir de nuevo en su país, aunque al poco tiempo él murió.
El silencio es la tercera sección de la muestra y es la más abstracta, en la que un cono se muestra como una conexión entre la pintura y la filosofía, dos de los principales intereses de Narcis. La sección final es El más allá, donde un pianista se aferra a un piano que parece sonar en medio de disparos, escombros y desolación. Alguien aparece leyendo por ahí y así el arte se convierte en un arma de resiliencia y sanación.
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Leer más¿Por qué exponer en un parque urbano? Narcis empezó como voluntario allí, enseñando arte durante seis meses y cuando le propusieron exponer su trabajo le gustó la idea de hacerlo en ese espacio público y para toda la gente. Lo prefiere frente a una galería a donde “solo la élite y la gente rica suele ir. Para mí es muy importante ver a la gente viendo mi trabajo e imaginar qué están pensando. Es la gente real”, dice.
Narcis ha pintado toda su vida y también hace cine. Estudió en la Academia de Artes de Novi Sad, de Serbia, tiene un máster en arte contemporáneo por la Haute école d’art et de design (HEAD), de Ginebra y, aunque valora lo aprendido, cree que no es lo más necesario.
Para Leonardo Arias, coordinador de la Red Metropolitana de Cultura, el mensaje de Narcis es importante en el contexto actual de la sociedad ecuatoriana, porque aún en medio de la violencia el arte puede ser un vehículo para salir de ella. Y el aporte es mayor porque se expone en el Cumandá, ubicado en un sector con una situación social difícil, pues son barrios populares con procesos de violencia. Arias valora toda la exposición, pero su parte favorita es la final, porque aún en un escenario aparentemente destruido por completo hay sitio para la esperanza.
El parque Cumandá es un espacio comunitario
En el Parque Urbano Cumandá se generan espacios comunitarios que buscan ofrecer una alternativa a los quiteños, especialmente a quienes viven en los alrededores de la antigua terminal terrestre. Allí se ofrecen talleres y exposiciones dentro de un espacio seguro. Además del arte se fomenta el deporte, hay clases de parkour, bailoterapia, laboratorios educativos y culturales para todas las edades. También está disponible un gimnasio, salas de lectura y una piscina. Actualmente hay dos murales nuevos, uno que recuerda que esa infraestructura está sobre una quebrada. El otro que muestra la vida social del parque y del Centro Histórico. Se trata de una iniciativa de memoria social y fomento del arte urbano.
La muestra
Sinfonía del espíritu estará hasta el 31 de octubre, en el Cumandá (av. 24 de Mayo, ex terminal terrestre). Martes a viernes, de 07:00 a 19:00. Sábados hasta las 16:00.
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