La comuna de Lumbisí eligió a un nuevo Cabildo
Uno de las comunas más antiguas celebró sus propias elecciones. No hay candidatos. Se mociona un nombre
Cada año, Lumbisí, ubicada al oriente de Quito, vive su propio proceso electoral para elegir a los cinco integrantes del Cabildo. Es un mecanismo que se ha conservado por años en una de las comunas más antiguas no solo del Distrito Metropolitano sino del país.
La historia cuenta que nació en 1535 con la llegada de indígenas del Cusco que fueron traídos como sirvientes de los españoles, pero sus habitantes dicen que las tierras ya estaban habitadas. Su reconocimiento como comuna se dio en 1937.
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Al contrario de lo que ocurre en las elecciones presidenciales o de autoridades seccionales, en las que los candidatos hacen campaña y recorren los barrios en busca de votos, en Lumbisí pesa más el compromiso y la vocación de servicio.
En la comuna tampoco van a un recinto electoral para elegir a sus representantes. Lo hacen en una asamblea y tienen derecho a votar quienes están empadronados.
En la última convocatoria que se hizo para la elección de presidente, vicepresidente, secretario, tesorero y síndico del Cabildo, participaron más de 350 comuneros que se reunieron en la recién estrenada Casa Social, ubicada en pleno centro y que se construyó mediante presupuestos participativos del Municipio de Quito.
La dinámica para escoger al representante es sencilla. Un asistente a la asamblea mociona el nombre de un comunero. Si la mayoría acepta y la persona nominada así lo decide, lo designan como nuevo presidente del Cabildo. El mismo proceso se repite para los otros cargos.
“Aquí no tenemos listas, todo surge de los integrantes de la asamblea. Es un acto democrático y participativo”, dice Édison Sacancela, quien fue vicepresidente el periodo anterior.
Problemas de vialidad
El comunero, de 56 años, destaca el espíritu que deben tener los miembros del Cabildo. “El compromiso y el servir a los demás es fundamental. Nosotros no percibimos un salario, todo el trabajo lo hacemos por el amor que tenemos a nuestra tierra”, sostiene.
También recuerda los desafíos a los que se enfrentaron el año pasado, sobre todo en vialidad. Sacancela menciona que muchas calles se destruyeron por el paso de volquetas que dejaban los escombros que salían de los proyectos inmobiliarios que se desarrollan a pocos kilómetros de la comuna, en terrenos cercanos a una quebrada. “Frenamos su ingreso y cerramos algunos accesos. Ahora solo el Cabildo puede autorizar el paso”, dice.
La finalización de la construcción de la Casa Social es otro de los logros que destaca. La anterior era pequeña y no cabían todos los comuneros. Además, no contaba con un espacio fundamental: la cocina de leña, en la que se preparan todos los alimentos que comparten en distintos eventos.
Sin duda quedaron temas pendientes, como la construcción de un subcentro de salud, que lo están trabajando en conjunto con el ministerio respectivo, y un reservorio de agua en la parte de arriba del cerro. Les preocupa que debido al crecimiento inmobiliario acelerado en la zona, en algún momento el líquido no sea suficiente.
Enrique Lugmaña es el encargado en este nuevo año de retomar las tareas que quedaron en agenda y otras propias, junto con un equipo joven que lo acompaña. Y ese es justamente uno de los retos más desafiantes: conseguir que más jóvenes se involucren en la dinámica del territorio. Un paso ya se dio con la elección de dos mujeres jóvenes como tesorera y secretaria.
Para Lugmaña, es un gran logro de cara a los desafíos que enfrentan. “La comuna va creciendo y también las necesidades. Se requieren visiones frescas, nuevas, sin perder nuestras costumbres y tradiciones”.
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