Quito: La av. Orellana transita entre el alto flujo vehicular y el abandono
Propiedades en venta y locales vacíos son parte del panorama del sector, que tiene un reducido índice de habitantes
El estrepitoso ruido de los cláxones es parte de la banda sonora cotidiana en la avenida Francisco de Orellana, en el norte de Quito. La vía, habitualmente llena de autos y buses, conecta la av. 10 de Agosto, con el ingreso a La Mariscal y, más adelante, con la Whymper.
Sin embargo, pese al alto tráfico que se vive ahí a diario, las aceras permanecen vacías. Y es que la Orellana es un sector de contrastes: un alto nivel de movimiento vehicular, y un índice poblacional casi nulo.
La erosión del suelo avanza hacia los valles de Quito
Leer másEl abandono se intensifica en las noches, cuando los negocios cierran sus puertas.
“Parece un pueblo fantasma”, dice Paolo Valencia, residente del barrio. Este lleva tres años intentando vender su departamento.
“Yo me mudé acá en 2018 porque los precios eran buenos y porque me quedaba cerca al trabajo. Sin embargo, después de la pandemia casi todo cerró. En las noches no hay nadie, todo está apagado, y se ha vuelto peligroso”, asegura.
Y es que en este sector, la densidad poblacional es menor a treinta habitantes por hectárea.
Así lo explica Jaime López, director del Instituto de Arquitectura y Forma Urbana (Aforu) y docente e investigador de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
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Leer más“Según las regulaciones vigentes, si una ciudad tiene menos de cincuenta habitantes por hectárea, debe ser considerada rural, y en este momento tenemos barrios enteros en Quito, como la Orellana, que tienen menos de treinta habitantes por hectárea, pese a que tienen todos los servicios básicos, acceso a transporte público, colegios, tiendas y hospitales cerca”, precisa.
El experto señala que en los sectores donde esto ha sucedido, los residentes han vendido sus propiedades o las han abandonado para trasladarse a los valles y al norte de la capital.
Una de las causas principales es la seguridad. Así lo señala la urbanista Carol Andrade.
“Hay varios factores para la despoblación, como la búsqueda de viviendas más grandes y la falta de áreas verdes, pero el denominador común al hacer encuestas es la falta de seguridad”, dice.
El fenómeno se extiende también a otras zonas como la avenida 10 de Agosto. La especialista asegura que no se están tomando las medidas necesarias para frenar la situación.
“El problema es que la gente no se está mudando a otros barrios que tienen todos los servicios en marcha, sino a sectores rurales donde no existen o son insuficientes para soportar el alto índice de crecimiento, como Los Chillos, Puembo y Lumbisí”, asegura.
López añade que, en zonas como esta, el Cabildo debería generar un plan de reactivación efectivo que incluya incentivos para comercios y moradores.
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“La planificación tiene que estar orientada a que estas zonas sean repobladas. Hay que sacarle provecho a lo que ya está urbanizado y evitar el crecimiento desordenado hacia los valles”, comenta.
Sonia Añazco lleva veinte años viviendo en el sector y es otra de las vecinas que tiene su propiedad en venta. La mujer indica que, frente al abandono, la situación de inseguridad ha aumentado.
“Hemos tenido que llamar a la policía en varias ocasiones, porque como las calles están vacías, ahora son usadas como dormitorio por personas indigentes, sobre todo debajo del puente”, manifiesta.
La claves del poder del ciudadano
Leer másEl mes pasado, la Policía Nacional realizó un operativo para retirar a quienes pernoctaban ahí. Desde marzo, indicó el subteniente Gabriel Andino, se reciben hasta cinco denuncias en el chat comunitario del barrio, sobre este tema. Frente a ello, la entidad ha incrementado el número de patrullajes y operativos para poder recuperar el espacio público.
“Estamos trabajando con todas las instituciones para garantizar la seguridad”, dice.
El Beaterio, otro barrio despoblado
El sector de El Beaterio, al sur de Quito, es otro de los barrios con menor índice poblacional en la ciudad.
Según el dirigente Marco Aguayo, la despoblación inició hace más de una década cuando se instaló la planta hidrocarburífera de Petroecuador, hasta donde llegan dos poliductos desde las refinerías de Esmeraldas y Shushufindi.
Pese a numerosos pedidos de reubicación de la planta, incluyendo a la última administración, los vecinos no recibieron respuesta, por lo que decidieron irse.
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