La capital sin ‘tereques’ por una iniciativa de limpieza
Este servicio gratuito busca evitar la contaminación ambiental. El proyecto se extiende a parroquias de Yaruquí, El Quinche, Checa, Tababela, Puembo
Desde tempranas horas del domingo, un ambiente de limpieza y transformación se apoderó de la parroquia Yaruquí, al nororiente de Quito. Camiones de la Empresa Metropolitana de Aseo (Emaseo) recorrieron las calles, no en busca de basura común, sino de esos ‘tereques’ que por años han ocupado espacio en los hogares como colchones desvencijados, muebles apolillados, electrodomésticos obsoletos, etc.
La iniciativa es parte del ‘Domingo de tereques’, que trata de convertir al Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) en una ciudad más limpia y ordenada.
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Los ‘tereques’, esos objetos inservibles que se acumulan en patios, bodegas o rincones del hogar, son más que simples estorbos. Abandonados en lugares inapropiados, como quebradas o terrenos baldíos, generan un impacto ambiental considerable: contaminan el suelo, atraen plagas y deterioran el paisaje, convirtiéndolos en un enemigo silencioso del bienestar urbano.
Un aliado para la ciudad
Ante esta problemática, Emaseo impulsa el ‘Domingo de tereques’, un programa que ofrece a la ciudadanía una alternativa responsable para deshacerse de esos objetos. La iniciativa, que comenzó hace 13 años, se ha ido fortaleciendo con el tiempo, lo que permitió ampliar su cobertura y diversificar sus estrategias.
Janeth Núñez, directora de operaciones y servicios de la empresa, explica que el plan comenzó con dos centros de acopio en la zona urbana, uno en el norte, en el centro de operaciones de la av. Mariscal Sucre y otro en el sur, ubicado en La Forestal. Cada domingo, las personas pueden llevar allí sus ‘tereques’.
Se está analizando y realizando el levantamiento de información para hacer esta gestión por los barrios de Quito. Se tiene previsto empezar con el Centro Histórico.
El éxito de la iniciativa llevó a Emaseo a ampliar el servicio a las parroquias rurales. Núñez dice que desde enero de este año, se ha implementado un cronograma mensual que recorre las diferentes zonas, recolectando entre una y dos toneladas de ‘tereques’ por cada parroquia.
En 2023, ‘Domingo de tereques’ recolectó 493 toneladas de residuos voluminosos. En lo que va del 2024, la cifra ya asciende a 50 toneladas. Estas cifras son un reflejo del compromiso de Quito con un futuro más limpio y sostenible. Una vez que la recolección de residuos ha culminado, estos emprenden un nuevo camino hacia la estación de transferencia de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs).
Manos expertas, pertenecientes a los recicladores, clasifican y seleccionan con cuidado cada material. Lo que para algunos es basura, a ellos les representa una oportunidad. Los materiales que ya no tienen vida útil los llevan a la sección de residuos ordinarios o a las escombreras. Allí se les dará un manejo adecuado para minimizar su impacto ambiental.
El domingo anterior, las calles de Yaruquí se vieron libres de estos residuos. Los vecinos aprovecharon para deshacerse de muebles viejos y electrodomésticos que ya no funcionaban. Los operadores de la empresa, con su característico uniforme azul y blanco, se encargaron de colocar los objetos en un camión, dejando la comunidad más ordenada.
Henry Piales, supervisor de Residuos sólidos del GAD de Yaruquí, cuenta que previo a la recolección se realizó una campaña de socialización con la comunidad. Se utilizó perifoneo, redes sociales y se estableció una ruta de 7,5 kilómetros para que el camión recorriera las calles principales. Comenta entusiasmado que esta actividad tuvo tanta acogida que los vecinos incluso se organizaron para realizar mingas en el barrio, parques y entregar los residuos.
Con la recolección de tereques y demás iniciativas de limpieza son importantes para evitar la contaminación de las quebradas de Yaruquí y el medio ambiente.
Las personas colocaron al pie de su vereda los objetos que ya no utilizaban. Era un trabajo coordinado. Mientras recolectaban, otro equipo se encargaban de limpiar la plaza principal, las calles del centro, de unidades educativas y hospitales con la maquinaria de hidrolavado y barrido mecánico.
Guillermina Flores vive más de 20 años en esta parroquia. La residente considera que esta iniciativa permite trabajar en conjunto con la comunidad y fomentar la importancia de manejar los residuos de una forma responsable.
Esta parroquia, con 27.000 habitantes, genera a diario 10 toneladas de basura. El proyecto no solo ayuda a generar conciencia y evitar que la ciudadanía bote estos residuos voluminosos en lugares inapropiados, sino que también ha logrado reducir la contaminación en las quebradas de la zona.
Piales no descarta que esta medida sea más frecuente y así cubrir la demanda de otras zonas.
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