¿Por qué a Quito le dicen la Carita de Dios?

¿Será por su hermoso cielo azul, por estar afincada en medio de montañas o por las veinticuatro iglesias, seis capillas, siete conventos y seis monasterios que tiene su Centro Histórico? A ciencia cierta, nadie sabe por qué ni cuándo nació aquel popular sobrenombre de Quito, como la Carita de Dios.

Como ocurre con la mayoría de estos apelativos, tampoco se sabe exactamente quién empezó a llamarla así, lo cierto es que es una de las formas que con cariño propios y extraños se refieren a la capital de los ecuatorianos y mucho más en días como este, el 490 aniversario de su fundación.

Alejandro López, cronista de la Ciudad, explica que no está claro desde cuándo empezó a usarse ese apelativo, “pero tiene que ver un poco con la mezcla del paisaje urbano, las iglesias, el cielo, el sol y la forma de ser de la ciudad”.

Lo más probable es que se haya empezado a nombrar a Quito como la Carita de Dios entre los años 40 y 50, en medio del surgimiento de canciones como el Chulla Quiteño, Lindo Quito de mi Vida, Romántico Quito mío y lo que en sus letras se destaca: ese aprecio por el paisaje urbano.

¿De qué otras formas se llama a Quito?

A Quito se la ha llamado de muchas otras formas: Mitad del mundo, por la idea de ser un centro; Lindo quito de mi vida, por el sentido de pertenencia y Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad, por el orgullo de haber logrado ese título con la belleza de su Centro Histórico.

Sin embargo, el nombre de Carita de Dios a veces es motivo de debate. Para López, puede ocurrir por razones similares a las que originan la discusión sobre el que Ecuador es un Estado laico y que fue parte del debate cuando se redactaba la Constitución de 1998 sobre si se debía o no incluir el nombre de Dios en el texto. “La vinculación entre la política y la religión es lo que se cuestiona en este tipo de calificativos y si bien aquí es algo cotidiano y no hay vinculación directa, a veces hay usos políticos del término”.

¿La Carita de Dios es una sola?

El debate también suele tomar otros sentidos. Por ejemplo, que la Carita de Dios está triste, cuando la inseguridad y el desorden aumentan o que está sucia, por los altos niveles de contaminación en los ríos o en el aire y la basura en las calles.

Sobre este último punto, López señala que si bien todos anhelamos vivir en una ciudad limpia y pulcra, el tema de la contaminación no es reciente, pues hay registros históricos que relatan que en la época colonial la ciudad también estaba sucia. Por ejemplo, en los archivos constan documentos sobre discusiones en el cabildo en los que se muestra cómo se intentaba mantener el agua que bajaba del Pichincha, corría por acequias o caía en La Chorrera se mantuviera limpia, una lucha difícil de sostener porque había aguas servidas sin control y malas costumbres que afectaban a las fuentes naturales. “Esta discusión siempre ha habido”

Un calificativo como el de la Carita de Dios tiene que ver con la armonía entre lo urbano, el paisaje y lo rural, dice el cronista, pues uno puede alzar a ver y mirar todo eso junto y el cielo de Quito de fondo. Pero cuando baja la mirada, se encuentra con el desorden, la basura, el esmog de los vehículos y otros problemas. Si bien las autoridades tienen deberes que cumplir con la ciudadanía, López afirma que los habitantes de Quito también deben hacer su parte para mantenerla limpia: no botar basura ni orinar en las calle, respetar las normas de tránsito y de convivencia ciudadana. Solo así se puede mantener contenta a esta, la Carita de Dios.

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