
¿Cómo se celebra el Arrastre de Caudas? Conoce el rito que solo sobrevive en Quito
Durante la ceremonia se exhibe el Lignum Crucis, la reliquia más importante de la iglesia
Ataviados de blanco y a la espera de colocarse sus largas capuchas negras, ocho canónigos ingresan al templo y se colocan frente al altar. Ha comenzado el Arrastre de Caudas, una centenaria ceremonia de fe que se celebra durante la Semana Santa y que, actualmente, pervive solo en la Catedral Metropolitana de Quito.
Esta ceremonia se originó en la antigua Roma, durante la época de las legiones. De acuerdo con la tradición, se colocaba el estandarte castrense sobre el cuerpo del general caído, para que este absorbiera su fuerza y la preservara en la insignia.
Con la desintegración del Imperio Romano, sin embargo, muchas de sus tradiciones se fusionaron con los ritos cristianos, y esta costumbre fúnebre perduró y se adaptó a la fe, convirtiéndose en el único ritual de duelo por la muerte de Cristo.
La ceremonia, explica Monseñor José Miguel Asimbaya, Obispo Castrense del Ecuador, llegó al país en el siglo XVI y se convirtió en uno de los emblemas de la celebración de la Semana Mayor.
“Cuando Quito se independizó de Lima y se convirtió en diócesis, el Arrastre de Caudas, como se le conoce comúnmente, pasó a ser parte de la Semana Santa y se celebra cada Miércoles Santo”, señala.
En aquella época, el rito se realizaba en ciudades como Sevilla, Madrid, Toledo, Caracas y Lima, entre otras importantes capitales de Iberoamérica. Sin embargo, con el paso de los años y la disminución del número de religiosos en las catedrales, esta tradición fue desapareciendo.
“La ceremonia es realizada por los canónigos, quienes son nombrados por el obispo, y cada vez hay menos. Algunos están muy enfermos, otros son ya muy mayores para participar, y muchos ya han fallecido, por lo que las catedrales se han visto en la triste tarea de tener que suspenderla”, comenta.
Tras el ingreso de los canónigos, el Arzobispo de Quito da inicio a la ceremonia, que transcurre entre cánticos, salmos y oraciones.
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Luego, al son de una marcha fúnebre, los canónigos realizan una procesión entre los corredores de la Catedral, llevando sobre sus espaldas las caudas, que son las pesadas capas negras de casi dos metros de largo, simbolizando los pecados del mundo.
Cada canónigo es acompañado en su recorrido por dos acólitos con cirios en las manos, mientras que un tercer monaguillo se encarga de cuidar la extremidad de la cauda, que no debe doblarse ni torcerse.
“Es un arte lograr el manejo de la cauda, una habilidad que solo se gana con la experiencia”, asegura Monseñor Asimbaya.
Después de cumplir con el recorrido por el perímetro de la catedral, los canónigos se postran delante del altar mayor, donde el arzobispo agita sobre ellos una inmensa bandera negra con una cruz roja, para transmitir simbólicamente las virtudes de Jesucristo. Luego, la bandera es ondeada sobre los asistentes.
La ceremonia concluye cuando el arzobispo golpea el suelo con el asta de la bandera, para que los canónigos se levanten, ya sin las capas, simbolizando el triunfo de la vida sobre la muerte.

Una reliquia emblemática
Durante la precesión por el perímetro de la Catedral, el arzobispo avanza detrás de los canónigos sosteniendo el ‘Lignum Crucis’, la reliquia más sagrada que guarda la ciudad y que solo se exhibe una vez al año durante esta ceremonia.
“Se trata de un relicario bañado en oro y adornado con piedras preciosas, que guarda en su centro dos astillas de la cruz en la que Cristo murió crucificado”, explica el padre Gilbert Jiménez, clérigo de la Arquidiócesis de Quito.
Es precisamente por esta reliquia que, aunque comúnmente la ceremonia se conoce como el Arrastre de Caudas, dentro de la iglesia se le llama La Reseña de la Santa Cruz.
“Tiene ese nombre por la importancia que tiene la reliquia para la iglesia y para la ciudad. Es celosamente custodiada, y al finalizar la ceremonia, el arzobispo bendice con ella a los feligreses”, añade el sacerdote.
Al Arrastre de Caudas acuden cada año cientos de turistas y fieles, así como las autoridades de la ciudad.
Frente a su condición como única en el mundo, la ceremonia se ha convertido en uno de los atractivos más destacados de la Semana Santa, como explicó el alcalde de la capital, Pabel Muñoz.
“Quito se destaca por toda su historia y tradición, que ha perdurado a través de los años. Una manifestación religiosa que sigue intacta en nuestra ciudad es el Arrastre de Caudas, un evento único en el mundo, celebrado por más de 500 años. Es una ceremonia religiosa icónica que no se puede ver en ninguna otro lugar. Es un evento de gran significado espiritual y cultural que brinda un testimonio de la herencia religiosa de Quito”, aseguró.
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Este año, la esperada ceremonia se llevará a cabo el miércoles 16 de abril (Miércoles Santo) a las 16:00 en la Iglesia de la Catedral Primada de la urbe, ubicada en el Centro Histórico.

Una ciudad de ritos únicos
A la par del Arrastre de Caudas, la Semana Santa en la capital llega acompañada de una serie de procesiones y rituales autóctonos que se han convertido en hitos de la fe y el turismo, y que se llevan a cabo en fechas emblemáticas de la Semana Mayor.
El martes 15 de abril a las 19:00, por ejemplo, se celebra la Procesión de las Andas, una tradición oriunda de Puéllaro, parroquia rural de la ciudad, que conmemora la Pasión de Cristo transportando doce imágenes en andas. El recorrido es de aproximadamente dos kilómetros y dura alrededor de cuatro horas.
El viernes 18 de abril a las 11:00, en cambio, se lleva a cabo la Procesión de los Diablos, en la parroquia La Merced. Esta procesión, que combina la fe con las expresiones culturales de la localidad, arranca en los patios de la capilla del barrio San Francisco, donde se realiza una representación de los últimos días de la vida de Jesús. Desde este lugar, los creyentes caminan hacia la calle Ilaló hasta llegar a la iglesia central.
Sin embargo, mientras los fieles caminan, 40 ‘diablos’, vestidos con trajes de colores negro y rojo y con máscaras con enormes colmillos y lenguas salidas, intentan interrumpirlos, pues su misión es evitar que la gente pueda “escuchar la palabra del Señor”.
Finalmente, el sábado 19 de abril a las 16:00, se celebra la Procesión de la Soledad de María, un hito del barrio San Marcos, en el Centro Histórico, que cierra la temporada. Esta procesión conmemora la tristeza y soledad de la Virgen María tras la muerte de su hijo Jesús y su posterior alegría al conocer la noticia de su resurrección. La procesión se celebra desde 1601 en el barrio capitalino y recorre las calles Junín, Montúfar, Chile, Inclán, Silva, Texeira y Jijón.
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