Centro Histórico: el retrete público de unos cuantos ciudadanos
En Quito hay 136 puntos húmedos o de orina y heces. Solo 44 se concentran en zonas turísticas del centro. Árboles patrimoniales también son afectados
Para caminar por el Centro Histórico de Quito se necesita más que una buena mascarilla. La resistencia pulmonar para contener el aire es clave. Sin esto, la hediondez a orina y heces humanas que pulula en la zona dejarían sin aliento a más de uno.
Sitios turísticos y tradicionales como la Ronda, el Arco de la Reina, la plaza de Santo Domingo, el parque de Santa Clara, y otros más, se han convertido en baños públicos de indigentes, maleantes y también de ciudadanos comunes y corrientes que transitan por el sector.
Diana Santamaría camina con frecuencia por la calle Morales. Principal arteria donde se asienta la Ronda. Cuenta que todas las mañanas, cuando pasa por ahí, inhala bocanadas de aire apestoso.
“En las escalinatas que están cerca siempre hay charcos de orina. Hasta popó de gente. Es una asquerosidad”, agrega la joven.
Pero no solo es un problema que afecta al ornato de la ciudad. Las ventas y turismo también se ven golpeados. Y el mal olor que proviene de las calles, y que se intensifica en días soleados pone en jaque a los comerciantes.
es la multa que se impone a quienes orinan o defecan en el espacio público.
Kensha Novoa es una de ellas. Sus ventas han bajado y los visitantes nacionales y extranjeros cuando acuden a su local de chocolates y ponchos lo hacen con prejuicio.
Para mitigar el impacto del olor, cada mañana se arma con una escoba, manguera, detergente y un buen líquido antisarro para limpiar, al menos durante 30 minutos, las paredes y acera de su establecimiento.
“Todos los días es la misma rutina. Los indigentes son los que más ensucian. Pero hay gente común que también hace porquerías. Parece que les da pereza utilizar los baños públicos que hay en algunas zonas o les pesa pagar 20 centavos por este servicio”.
Según la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo), en Quito existen 136 puntos húmedos, es decir, espacios como puentes, calles, plazas, parques, tribunas, y otros, que han sido convertidos, por algunos ciudadanos, en retretes de paso.
Solo en el centro se localizan 44 puntos críticos, pero según la entidad ya son intervenidos de dos formas: con la colocación de baterías móviles y con la limpieza frecuente, a través del uso de bombas de agua a presión.
“Por la cantidad de puntos húmedos que hay, no es posible instalarlas en todos ellos, pero contamos con 10 baterías en el Centro Histórico para el uso público”, indica Emaseo a través de un comunicado.
EXPRESO realizó un recorrido y constató que gran parte de los baños públicos estaban cerrados hasta el mediodía. Otros atendían con normalidad, cobrando la tarifa de 25 centavos, incluido papel higiénico, o solo 20 centavos por usar el espacio.
En las calles Cuenca y Benalcázar se encontró la estructura de lo que un día fue una cabina sanitaria. De eso solo quedó la fachada. Pese a estar inutilizada, los transeúntes continuaban depositando sus desechos orgánicos a un costado de la misma.
Al respecto, la arquitecta y urbanista Alba Núñez menciona que la capital necesita intervenciones urbanas urgentes.
La construcción de sanitarios públicos a lo largo y ancho de la ciudad es una de las principales recomendaciones.
Los baños públicos que espantan al peatón
Leer más“Necesitamos que el espacio público esté relacionado con los servicios. Ante la ausencia de baños públicos, los sitios se vuelven de paso y no de convivencia porque ante la necesidad biológica de orinar la gente tiene que huir y buscar un baño”.
Pero la solución no debe ser al azar, sino considerando al usuario, y focalizando los puntos de mayor concurrencia para iniciar la construcción de estos baños públicos.
“Hay urinarios que ni siquiera están bien cuidados, y ahí es como nada. Requerimos como ciudadanía, lugares dignos y gratuitos. No podemos pagar por una necesidad básica humana”, dice la experta.
Pero el inconveniente también se ha trasladado hasta el patrimonio natural de Quito. Los árboles de más de cien años que se asientan en parques como El Ejido, La Alameda, El Arbolito están en riesgo. La orina que desechan sobre el tronco y raíces de estas especies afectan directamente su estabilidad, según la secretaría de Ambiente del Cabildo.
Quito tiene más de 351 árboles patrimoniales. De estos, 220 están en puntos húmedos y ya presentan lesiones como la incineración de la parte principal del tallo. La corteza luce lastimada y con plagas.