A Los Chillos llegan obras urgentes pero retardadas
Cambiar el sistema de agua potable y alcantarillado cuesta dos millones de dólares. El polvo y demoras en la entrega afectan a comerciantes de la zona
El cambio de tubería a lo largo de la avenida General Rumiñahui, sector Valle de Los Chillos, suroriente de Quito, dejó de ser una obra bien vista para convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
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Leer másAntes del inicio de estos trabajos, la Municipalidad de Rumiñahui socializó con la comunidad que hasta diciembre durarían las intervenciones viales, y que con el objetivo de no afectar las actividades comerciales ni la movilidad trabajarían por tramos. Pero de esto, poco o nada se cumplió.
Paulo Santillán, propietario de una panadería colombiana, afirma que las autoridades del Cabildo no cumplieron ni con lo uno ni con lo otro. “Empezaron a abrir la calle en junio, cerca de la zona del centro comercial, pero dañaron toda la Rumiñahui de una sola jalada. Se supone que acabarían en diciembre, pero ya nos informaron que se tomarán un mes más y que tenemos que esperar porque es beneficio ciudadano. Esto afecta directamente a los negocios porque las ventas han bajado más del 50 %. Vivimos llenos de polvo y el tráfico es peor. Hacen estos trabajos a puertas de acabar la Alcaldía con el fin de ganar votos para reelegirse a costa de nuestro malestar”, sostiene el joven comerciante.
De acuerdo con los reportes financieros de Santillán, en un día normal sus ingresos por ventas ascendían a los 1.000 dólares, pero desde que las polvaredas son parte de su menú, estas se redujeron a $ 400.
“No sé si logré soportar hasta enero, porque el arriendo es caro y ellos no están pensando en que deben bajar el costo o esperar solo porque al Municipio le pareció que debía arreglar las tuberías con una paciencia interminable”.
Arturo Zula, betunero y residente del sector, también critica la lenta intervención del Municipio en esta obra. Según el hombre de casi 70 años, los obreros tardan más de lo debido y no hay alguna persona que controle su trabajo o les exija que finalicen conforme lo establecido inicialmente.
“Hace dos semanas regresaron a abrir otra vez la calle. Hicieron más huecos, luego lanzaron tierra para tapar eso y así dejaron. Todos los días me toca pedir una manguera al vecino para echar agua para que baje el ‘tierrero’. Tienen una (excesiva) paciencia para trabajar. Hacen cuando quieren, como quieren. Y encima mandan una máquina para que aplane esa tierra, pero no ayuda en nada. No sabemos cuándo volverán a repavimentar para que dejemos de tragar polvo”, expone molesto Zula.
Camino hacia el oeste, sobre la misma General Rumiñahui, Lilian Bravo se da modos para evitar el ingreso de la tierra a su cevichería.
En el ingreso principal colocó un plástico dividido en dos. Pensó que le serviría de algo pero de todas maneras debe seguir limpiando las mesas, barriendo y trapeando el piso, al menos cuatro veces durante las siete horas que mantiene abierto su local.
“Estamos cansados de esto. Ojalá se pongan la mano en el corazón las autoridades y acaben pronto, porque estamos perdiendo plata y clientes. Yo en estos meses no he vendido más que la mitad de lo que cocino. Por favor, apúrense con esto”, clama la señora.
Este Diario se contactó con el departamento de Comunicación del Municipio de Rumiñahui, desde donde informaron que esta intervención fue necesaria debido a que había tuberías de asbesto y acero, rotas y oxidadas respectivamente.
“Si no se lo hacía, se corría el riesgo de que haya contaminación de aguas servidas en los ductos de agua potable. El tiempo de entrega es de 180 días”.
Para esta obra, que se desarrolla a lo largo de tres kilómetros, se empleó un monto de 2’631.216 dólares.
- Tiempo. Según los técnicos de la obra, el sistema de agua potable y alcantarillado tenía casi 50 años sin haber sido reparado.
Vivimos en una suciedad bárbara. Todo está lleno de polvo y no se puede transitar con normalidad. No hacen bien las cosas, trabajan con una paciencia tremenda.
Los clientes reclaman por el polvo que hay y las autoridades no dicen cuándo van a terminar estos trabajos. Las ventas de los locales han bajado hasta en un 50 %.