
El Concejo analizó los riesgos naturales que enfrenta Quito
Desde amenazas sísmicas, volcánicas hasta deslaves son los que ponen en jaque a la capital. La intervención humana también ha agravado el escenario
Carolina Andrade, secretaria de Seguridad y Gobernabilidad del Municipio de Quito, expuso en la tercera sesión del Concejo Metropolitano una evaluación sobre los riesgos naturales y antrópicos de la ciudad.
Este paneo sobre la situación de la ciudad frente a esas amenazas es resultado de reuniones que se ha mantenido en el Comité de Operaciones de Emergencia cantonal, con el fin de implementar acciones preventivas y de mitigación.
En la exposición se analizaron amenazas sísmicas, volcánicas, eventos climáticos (como el fenómeno de El Niño), movimientos en masa y subsidencias (hundimientos progresivos de tierras).
Algunos de los riesgos están relativamente lejanos a la ciudad, pero podrían afectarla dada la fuerza con la que los volcanes Reventador y Cotopaxi podrían erupcionar. Actualmente, el primero está en alerta naranja y el segundo, en amarilla.
Andrade señaló que sobre este tema se mantienen reuniones periódicas con la población de los valles de Los Chillos y Tumbaco, especialmente, para que conozcan la situación y se informen sobre qué hacer ante una posible erupción.
En Quito, uno de los principales problemas son los movimientos de masa, que han causado graves daños. Por ejemplo, en marzo de 2019 hubo un deslizamiento que tuvo impacto en 12 manzanas en el sector de El Pinar y afectó a 14 viviendas y 10 vehículos.

Uno más grave ocurrió el 31 de enero de 2022 en La Comuna y La Gasca. Allí fallecieron 28 personas, 348 fueron afectadas, 38 viviendas sufrieron daños y, según un balance en esa época, las pérdidas materiales alcanzaron alrededor de $ 15 millones.
En este rubro, dijo la secretaria, se deben considerar las condiciones geológicas, hidráulicas, hidrológicas y meteorológicas en las que se encuentra la ciudad, pero también factores externos, que son aquellos que causa la población, que agravan el problema. Por ejemplo, descargas informales, disposición de escombros y basura, intervención en taludes, asentamientos humanos e incremento acelerado del caudal en las cuencas.
Según la funcionaria, 182 quebradas son parte del monitoreo en Quito. Pero las que están en observación, de manera prioritaria, son las de Guayllabamba, valle de Los Chillos, laderas del Pichincha, Calderón y Casitagua.
En la actualidad, las quebradas que presentan más erosión son Hatunhuaycu (en Nayón) y Santo Domingo. Y los ríos más afectados son el Monjas y el Machángara, en el sector del rancho San Francisco.
La situación de estos lugares se complica con la deforestación, el taponamiento de quebradas por la basura y los escombros que se arrojan en ellas, las fuertes lluvias o el inadecuado uso y gestión de suelo, por ejemplo.
Para evitar futuras desgracias, Andrade dijo que se debe trabajar en prevención siempre con anticipación. Es decir, que en la época seca se deben trabajar planes para la temporada lluviosa y viceversa.
Otra de las amenazas que enfrenta la ciudad son las subsidencias, por el crecimiento urbanístico de la ciudad. Existen casos como hundimientos en distintas zonas, como rellenos o quebradas con demasiada concentración de construcciones, que deben evaluarse.

Quito tiene una calificación nivel 4 de una escala de 5 que tiene la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, siendo 5 el más alto, en capacidad de gobernanza. Eso significa que la ciudad cuenta con unidades de gestión de riesgos, empresas públicas y un sistema de gestión de riesgos en construcción.
Al respecto, el alcalde Pabel Muñoz dijo que desde la campaña anunció que era importante que quienes entraran en la nueva administración conocieran cuál es la situación de Quito frente a los riesgos a los que está expuesta y en qué medida estaba preparada. “Lastimosamente, el país tiene muy mala preparación en materia de riesgos y dentro de esa mala preparación, Quito tiene la mejor, lo cual es una buena y mala noticia a la vez; por lo tanto, estamos frente al reto de ser una ciudad nodo, planteada por Naciones Unidas, como punto referencial de gestión de riesgos en América Latina”, señaló Muñoz.
Uno de los desafíos que tiene la capital es evaluar y potenciar el uso del Fondo de Gestión de Riesgos y fortalecer sus políticas y su sistema metropolitano de esta área.