Los cortes de luz en Tumbaco obligan a los negocios a improvisar
Los extensos cortes de energía eléctrica han hecho que las familias y negocios se reorganicen
Son las 09:00 en una pequeña lavandería de Cumbayá, y las lavadoras, que normalmente estarían zumbando sin descanso, permanecen inmóviles. Camisas, sábanas y cobijas se apilan en montones junto a los tachos, formando pequeñas montañas frente a las máquinas apagadas.
La luz, una vez más, no ha llegado. Verónica Quishpe, la propietaria, se niega a quedarse de brazos cruzados y, con determinación, comienza a refregar los cuellos de las camisas a mano, tratando de adelantar el trabajo. Mientras frota la tela con fuerza, se pregunta en voz baja: “¿Cómo adaptarnos a estos cortes de energía?”. Sin perder el ánimo, responde con convicción: “Tenemos que buscar soluciones, porque no podemos detenernos”.
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Leer másDesde mediados de septiembre, los residentes y comerciantes de Cumbayá y Tumbaco han tenido que ajustar sus horarios y estrategias para hacer frente a los constantes cortes de electricidad que afectan la zona. Los apagones, que suelen durar horas, han puesto en jaque a negocios grandes y pequeños, obligándolos a buscar alternativas para no perder clientes.
La microempresaria cuenta que antes de estos apagones lograba lavar las prendas el mismo día, pero ahora eso es prácticamente imposible. “La ropa se entrega al día siguiente, y si es ropa de cama, puede tardar hasta dos días, dependiendo del volumen”, explica. La clave para mantener a su clientela ha sido trabajar fuera del horario habitual, a puertas cerradas, aprovechando cada minuto de energía eléctrica disponible.
“Es la única manera de cumplir con las entregas y no perder clientes”, dice mientras continúa con su trabajo manual.
Trabajo a domicilio
María Paula Guerra, propietaria de una peluquería en la misma zona, enfrenta una situación similar. “No podemos controlar las citas”, comenta. “Agendamos según los cortes de luz que nos informa la empresa eléctrica, pero rara vez se cumple lo previsto”.
Para intentar paliar la situación, ha invertido en una planta eléctrica a gasolina. Sin embargo, reconoce que el rendimiento de sus equipos no es el mismo. Como solución temporal, ha comenzado a atender a domicilio, pero no deja de ser un reto. “Mis clientes aprovechan la mañana, antes de ir al trabajo, pero justo es cuando ocurren los cortes. Mi local queda completamente a oscuras”, lamenta.
Estas realidades no son casos aislados. Según la Cámara de Comercio de Quito, los cortes eléctricos han provocado pérdidas económicas estimadas en $ 18 millones por cada hora sin luz.
Alipio Paredes, presidente del mercado de Cumbayá, señala que una de las medidas que se ha implementado en el centro de abastos es guardar las carnes para que se conserven en el cuarto frío. Aquí, de 72 comerciantes solo cuatro se dedican a la venta de cárnicos.
Más demora por los cortes
En Tumbaco, la situación no es diferente. José Toaquiza, un sastre con décadas de experiencia, trabaja en su pequeño taller donde tiene dos máquinas de coser: una eléctrica y otra a pedal. Esta última, un verdadero tesoro que conserva con esmero. Aprendió el oficio cuando tenía 11 años y, desde entonces, ha perfeccionado su arte. “En cuanto se va la luz, recurro a la máquina de pedal”, cuenta, mientras ajusta con delicadeza una basta. Aunque el proceso le toma unos diez minutos más que con la eléctrica, sus clientes lo esperan.
Graciela Vásquez
Mauricio Arce, por su parte, ha tenido que reorganizar completamente su horario en la panadería. En Tumbaco, los cortes de luz suelen ocurrir de 04:00 a 08:00 lo que afecta directamente la producción diaria. “Para poder cumplir, trabajamos de madrugada o durante la noche”, explica.
La jornada en su local comienza a las 03:00, cuando su equipo produce hasta 1.800 panes diarios. Espera que con la reducción del tiempo de los apagones, la situación mejore.
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