Critican al Municipio por plan de arte urbano

La nueva imagen en la calle Caldas, que tanto ha sorprendido a los capitalinos, es parte del proyecto Croma, una iniciativa artística urbana creada por el arquitecto Felipe Escudero.

El profesional y su equipo idearon la propuesta de ‘land art’ (arte en tierra) hace un año, con el objetivo de “revalorizar la joya histórica del Centro Histórico de Quito”, dice el autor.

La obra conectará, a través de la pintura, dos íconos históricos de la ciudad: la Basílica del Voto Nacional y el Palacio de Cristal Itchimbía, creando una franja monocromática de 1,6 kilómetros. El diseño atraviesa los sectores de La Tola, San Blas y termina en San Juan.

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El color es, precisamente, el que ha sido cuestionado por la ciudadanía. En redes sociales, las personas han criticado que se pinte la calle, en lugar de los muros para rehabilitar las fachadas.

En esa opinión también coincide Blanca Narváez, moradora de San Blas por más de 22 años. “No le digo que no se ve bonito, pero hay cosas más importante que hacer. No vamos a desperdiciar pintura en la calle y las casas están cayéndose de sucias o sin pintar”, reclama.

Escudero considera que “es normal cuando ves algo nuevo. Intentamos que sea diferente y creo que hubo un problema de comunicación porque la gente pensó que se usaron fondos públicos. Pero cuando las personas visiten y se den un paseo por la franja cromática experimentarán las sensaciones que da el color naranja, que transmite energía y tranquilidad”.

Las críticas obligaron también a que el Municipio se pronuncie. En un comunicado, explica que la pintura era parte de los Senderos seguros, que impulsa el alcalde Pabel Muñoz, y asegura que el material empleado lo donó una empresa privada, con el fin de “generar intervenciones que permitan la reapropiación del espacio público”.

Sin embargo, el incentivar a la ciudadanía a ocupar esas zonas no es solo cuestión de usar la cromática.

Marisa Vintimilla, catedrática de Arquitectura de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE) señala que “apropiarse del espacio público es correcto, pero esto debe ir de la mano con generar lugares de estancias, que hagan que las personas se queden allí un tiempo. ¿Qué hago yo yendo a ver la calle pintada?”, se pregunta.

Recomienda realizar una intervención con espacios culturales, de comercio o de exposición, “que generen interés por conocer y quedarse allí”.

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