La curiosidad es parte del menú de nuevos restaurante en Quito
Locales temáticos donde la infancia, magia y fantasía se reviven son nuevas propuestas que captan la atención de los quiteños, desde hace cinco años
Comer rodeados de muebles gigantes en un escenario adaptado al estilo de ‘Alicia en el País de las Maravillas’; o quizás junto a personajes de la serie de videojuegos ‘Mario Bros.’, donde su museo y el de otros personajes de sagas similares se expone; e incluso consumir lo que superhéroes como los Avengers ingieren en sus películas para volverse más fuertes, son algunos conceptos que manejan los restaurantes temáticos de Quito para atraer al consumidor, pero también para regalar una experiencia única.
Bares y restaurantes en los techos
Leer másAna María Cabezas, propietaria del primer emprendimiento, cuenta que no fue fácil recrear escenas del cuento tan famoso en el local que dirige, donde la fama que se han ganado en dos años de funcionamiento no es solamente por la delicia y calidad de sus platillos estelares: costillas y hamburguesas con carne de primera, sino también por el “cuarto de Alicia”, donde resolver una serie de acertijos para salir del lugar es ineludible.
Entre los muebles, que miden hasta 2,5 metros de alto, se encuentran sillones, mesas y sillas, hay un armario... entre otras zonas ocultas que le aportan el misticismo de la historia del cuento.
“Entrar al establecimiento es hacerlo a una parte del cuento. Antes de ingresar se debe ingerir la pócima, que es lo único pequeño que hay aquí (5 centímetros), para que la gente se reduzca de talla. Con este concepto entregamos a nuestros clientes un ambiente familiar, donde los niños y adultos son felices. Es algo de locos, pero aquí los grandes comen en paz, mientras sus pequeños se divierten”, cuenta Cabezas.
Para aquellos que no son tan fantasiosos pero sí son amantes de los juegos de video, también hay alternativas. Es el caso del museo restobar de Fabián Proaño, de 34 años, quien es un aficionado y coleccionista de videojuegos.
Esta idea gastronómica la mentalizó desde pequeño, cuando se escapaba a jugar en las consolas de la Tola, barrio céntrico de la capital, y tras varias horas el hambre lo invadía. “Ahí me dije: ‘sería bueno que haya un lugar donde comer y jugar a la vez’. Y ahora por fin eso existe”.
Entre las filas de sus vitrinas existen consolas de 1986 de Atari, con una palanca. Cuenta con al menos un modelo de cada aparato que con el paso del tiempo evolucionó.
Además, en todo el local hay seis murales de diferentes episodios de varios juegos de Nintendo. Tiene 15 revistas de colección, únicas. Y una figura de Megaman valorada en 350 dólares, siendo la más cara en este mundo gamer.
El frío quiteño despierta el apetito por el ramen
Leer másPara los clientes, que a más de ser atraídos por los videojuegos de antaño y por las alitas de 50 centavos, en días especiales, también están las colecciones invaluables que exhibe en una zona específica.
En su inventario constan 500 videojuegos entre antiguos y modernos, 1.000 tazos de diferentes dibujos, 300 revistas. Y el objeto más pequeño que se halla en su negocio de comida rápida son los conocidos hielolocos, que no miden más de dos centímetros cada uno.
Pero también está el rey del lugar, un Mario gigante que alcanza los 45 centímetros. En total, los tesoros que ha coleccionado durante nueve años están valorados en casi 40 mil dólares.
“Nosotros, a más de ofrecer buena comida, también entregamos diversión para todas las edades. Incluso hay personas adultas de más de 50 años que vienen a recordar su infancia y se encierran en alguna de nuestras seis salas temáticas a competir. También vienen parejas y aunque parece increíble, incluso se pelean por haber perdido el juego, pero asimismo se reconcilian”, cuenta Proaño.
La avenida de La República, un nicho comercial en auge
Leer másSegún su propietario, el plus que otorga este espacio en relación a otros locales se evidencia durante la espera de la orden de comida. “Juegan con las consolas que escojan mientras se les sirve. Algunos incluso se olvidan (de la comida) y no se vuelve tedioso”.
Regocijarse en el misticismo, fantasía y más que nada en un pasaje de la infancia que parecía olvidado, es una realidad imposible de esquivar en estos sitios.