Espacios que ‘atesoran’ parte de la identidad

Todavía tienen mucho que ofrecer. Las bibliotecas y archivos históricos de Quito atesoran, entre sus estantes, libros y documentos que permiten, a quienes se anime a explorarlos, entender parte de los procesos que marcaron el surgimiento de la ciudad y del país.

En cuestión de unas pocas cuadras es posible encontrar reliquias que datan del siglo XVII, gacetas de Gobierno cuando Ecuador aún era parte de la Gran Colombia o el primer Código Penal (1837) que incluía la pena capital y otras sanciones que en la actualidad son inconcebibles.

Los gritos, a veces destemplados, en el hemiciclo de la Asamblea Nacional contrastan con el silencio del archivo- biblioteca de la Función Legislativa que ya cumplió 136 años de vida.

Eso le ha permitido recopilar documentos únicos y originales como un Proyecto de Ley Sanitario del presidente Eloy Alfaro con su firma autógrafa, un discurso manuscrito de Juan José Flores o un informe de la Comisión de Guerra que, en 1839 recomendaba la “aprobación de un decreto prohibiendo la embriaguez en las clases del ejército”.

Silvia Narváez está encargada del área que se denomina archivo--biblioteca. Explicó que, contrario a lo que se piensa, la biblioteca de la Asamblea es pública, aunque reconoció que quienes más la usan son asesores legislativos, abogados interesados en los procesos de elaboración de leyes y uno que otro legislador.

“Considero que las bibliotecas todavía no están condenadas a desaparecer. Evidentemente, los jóvenes ahora son más propensos a usar la tecnología, pero aún hay un grupo de personas que asisten a solicitar las obras físicas y eso nos anima. Además, que las bibliotecas también son parte de la identidad de una ciudad”, le dijo Narváez a EXPRESO.

En cuestión de minutos, cruzando el parque de El Arbolito está la Biblioteca de la Casa de la Cultura que, aunque atraviesa un proceso de transición, tras la separación de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo que, desde 2018 tiene su propia sede, también guarda bibliografía de trascendental importancia para la ciudad y el país.

Por ejemplo, conservan los títulos de la biblioteca particular de Nela Martínez que, además de ser una escritora y activista por los derechos de las mujeres, fue la primera mujer diputada del país.

Jorge Coloma, encargado de atención al usuario, reconoce que la concurrencia de personas a las bibliotecas, más aún luego de la pandemia, ha disminuido. Para recuperar espacio, esta institución está recopilando un fondo de autores nacionales, tiene un catálogo en línea y varios mecanismos para formar, entre los bibliotecarios, mediadores y promotores de lectura, especialmente entre niños y estudiantes de colegio.

En las recientes festividades de la capital, la Biblioteca de la Casa de la Cultura desarrolló la ‘maratón de las leyendas quiteñas’ en la que se relataron, de forma continua, las historias de la ciudad, entre los más pequeños, para rescatar la memoria y la oralidad que cada vez se pierde más.

Lo próximo es implementar un plan de biblioteca activa que consiste en un servicio de estación bibliotecaria que tiene una caja de libros que viaja a diferentes sitios no convencionales, para que los moradores de esos sitios se motiven para iniciarse en la lectura. “Antes el usuario era el que venía, ahora somos los bibliotecarios los que salimos a buscar a nuestros lectores”, dijo Claudia Bugueño, quien es parte del equipo de la Casa de la Cultura.

Y si de tesoros se trata, la biblioteca y el archivo histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores guarda algunos entre sus 30.000 títulos como ‘El Fuero Real de España’, de Alonso Díaz de Montalvo que data de 1569.

Luis Alberto Revelo, líder de esa unidad de la Cancillería, explicó que ahí reposa documentación diplomática desde el siglo XVII hasta 1989. Eso incluye correspondencia, informes consulares, tratados diplomáticos con otras naciones y organismos internacionales, entre otros.

“Ahora estamos concentrados en recuperar la memoria histórica de la migración ecuatoriana. Tanto de los migrantes extranjeros que llegaron al Ecuador como la diáspora ecuatoriana en el exterior que no es un fenómeno de los últimos años”, señaló el especialista.

Hay documentos de la época colonial, republicana, de cuando el país buscaba ser reconocido por otras naciones y consolidar sus fronteras. En 1840 llegó el primer tratado de reconocimiento de España como Estado independiente luego de las batallas de la Independencia. Entonces eso significó un gran logro.

También se conservan las primeras disposiciones del Gobierno de Ecuador para tomar posesión de las Islas Galápagos enviadas por el entonces prefecto del Guayas, José Joaquín de Olmedo, al coronel Ignacio Hernández en febrero de 1832.

Además, cartas autógrafas de la recién fallecida reina Isabel II de Inglaterra enviadas a Ecuador y otras de Adolfo Hitler, en las que informaba, en su lengua natal, al presidente Velasco Ibarra que asumía la Cancillería de Alemania. También se conservan los pedidos de refugio y nacionalidad de judíos europeos al Ecuador, quienes desean migrar del horror de la Segunda Guerra Mundial.