Ferias ecológicas, una opción de ingreso para agricultores quiteños
Las familias que participan de la iniciativa consumen de sus huertos, evitan el desperdicio y generan ingresos. En 15 puntos de Quito hay mercadillos
Fernando Luna, de 49 años, fue uno de los más de medio millón de ecuatorianos que perdió su empleo en la pandemia de la COVID-19, en 2020.
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Leer másAtrás quedó el tiempo de recibir un salario fijo a fin de mes. Sin duda, eran tiempos de buscar opciones, de arriesgarse. Su esposa ya se había involucrado en el proyecto de agricultura urbana Agrupar hace 16 años.
Con las capacitaciones que recibió, le sacó el máximo provecho al pequeño huerto que la pareja tiene en casa y que produce aguacates, higos, mandarinas, naranjas, etc. Sin embargo, no era suficiente para vender.
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De ahí, le surgió la idea de ofertar en las ferias snacks como papas y yucas fritas. También elaboró empanadas, pasteles, humitas. Después le apostó a bebidas como la horchata, guayusa y jamaica.
Al quedarse sin empleo, a Luna no le quedó más opción que unirse a su esposa. “Al inicio era solo un pequeño ingreso extra y ahora vivimos de eso”, cuenta el emprendedor.
Hace años los ingresos de las ferias eran solo un complemento, mi esposa vendía y yo trabajaba en una empresa. Con la pandemia me tocó dejar el miedo y cambiar.
Reconoce que empezar fue complicado, tuvo que dejar los miedos. Ahora ya tiene conocimiento de ventas, aprendió a buscar nuevos clientes. Con las capacitaciones, incluso creó su propia marca e imagen.
A Edelina Loachamín formar parte del proyecto le ha permitido dar trabajo a dos mujeres que son madres y cuidan solas de sus hijos. En Cocotog tiene un terreno de 800 metros. Ahí siembra tomate, pimiento, cebolla, rábano, remolacha, lechuga... Cada viernes y sábado vende esos productos en las ferias agroecológicas que se realizan en distintos espacios de Quito.
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Leer másDesde niña, su pasión fue la agricultura y hace más de 20 años trabajó con una ONG. Después conoció Agrupar y no ha parado. Con las capacitaciones optimiza los recursos y evita el desperdicio.
Los recursos que obtiene de las ventas han contribuido para sostener su hogar y han ayudado a ampliar su oferta de negocio. Hace 10 años, incursionó en los productos cárnicos y también oferta pollos, cuyes, chuletas y, en ocasiones, pavo.
Además de disfrutar de los ingresos que le permiten vivir, le agrada ver que los clientes se vayan satisfechos. “A muchas personas les gustan los productos frescos, orgánicos, el peso justo y hasta un poquito más”. Mercedes Regalado es una fiel clienta. Vive por el sector de la avenida Mariana de Jesús y acude cada viernes, al menos desde hace 14 años, a la feria que se instala en el sector. Los sábados va al parque de La Carolina porque es más amplia.
“Me gusta porque son productos artesanales, hechos por ellos mismos. Los vegetales son frescos, recién cosechados y el precio es conveniente”, afirma.
Me gustan estos productos porque son orgánicos, no tienen fertilizantes químicos y el precio es conveniente. Alimentarnos bien también contribuye a una mejor salud.
Pablo Garófalo, responsable del Proyecto de Agricultura Urbana Participativa de Conquito, detalla que actualmente trabajan en cerca de 2.300 huertos, que representan alrededor de 10.000 beneficiarios en el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ). La mayoría de las involucradas son mujeres, más del 70 %. También participan jóvenes y niños.
Uno de los retos más grandes que ha tenido que enfrentar, en estos 22 años que lleva el proyecto, fue la pandemia. Garófalo menciona que la emergencia sanitaria significó un impulso para modernizar los servicios de capacitación y asistencia técnica, que eran solo presenciales.
En la actualidad cuentan con servicios virtuales, lo que les ha permitido llegar a más personas no solo en el Distrito, sino a escala nacional e internacional.
También se plantea debates de políticas públicas. Una ordenanza en la que se trabaja es ‘Vecindarios alimentarios sostenibles’, en donde se busca disminuir el desperdicio de alimentos, así como promover la agricultura urbana en la capital.
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Leer másCuando Elena Álvaro, de 46 años, no conocía sobre agricultura, en su terreno solo sembraba fréjol y choclo. La cosecha era tal que, al no tener dónde vender sus productos, se dañaban e iban a la basura.
Desde el 2006 diversificó su huerto. Ahora siembra guabas, aguacates, rábanos, zanahoria, lechuga, tomate...
La comercialización de estos productos no solo ha contribuido a mejorar los ingresos mensuales de la mujer, sino a consumir alimentos más saludables, libres de fertilizantes químicos, y también a generar un ahorro por el consumo de la producción propia.
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