Fugas de agua multiplican el caos en Quito: Un problema que 'devora' las calles
A diario los vecinos reportan el desperdicio del agua en diferentes zonas de Quito. Epmaps repara a diario 55 fugas
Han pasado seis días desde que una fuga de agua surgió en la calle Villonaco, en el sur de Quito, y aunque la reparación inicial parecía haber resuelto el problema, el agua volvió a salir con mayor fuerza, erosionando aún más el pavimento. La presión de la fuga hizo que, la mañana del 19 de noviembre, un camión de gas quedara atrapado en el agujero que se formó. Los vecinos, cada vez más preocupados, ven cómo una crisis invisible pero urgente se apodera de sus calles.
Miriam Velasteguí, quien ha vivido más de 60 años en el sector de Chimbacalle, observa con preocupación cómo el agua brota violentamente al pie de su casa. A su lado, los restos del arreglo previo permanecen en la vía, convertidos en barro por el agua que sigue saliendo sin cesar. “Es una locura”, dice Velasteguí, “y encima no contestan las llamadas para que vengan a repararlo. Mientras nos piden que ahorremos agua, el líquido vital se desperdicia aquí mismo”. Con el agua que se escapa sin control, los vecinos enfrentan, además, cortes de suministro, una contradicción que no dejan de cuestionar.
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Las fugas de agua se transforman en riachuelos
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Leer másA unas cuadras de allí, en la calle Atacazo, la situación es similar. Carlos Paredes comenta que una fuga en su barrio lleva ya 15 días, y el agua ha formado un pequeño riachuelo que avanza por una cuadra completa hasta encontrarse con otra fuga en la calle Iliniza. Para José Teigaza, uno de los vecinos afectados, las consecuencias son claras: la presión del agua que llega a las viviendas ha disminuido, lo que impide un abastecimiento adecuado. La fuga que lleva más de un mes, además, está filtrando agua hacia una vivienda, poniendo en riesgo los cimientos.
En su recorrido por Chimbacalle, Diario EXPRESO encontró que, en solo una vía, existen al menos cuatro fugas de agua. Los vecinos, ya acostumbrados a esta situación, colocan cintas, llantas y hasta palos para alertar del peligro y evitar accidentes. Pero la situación va más allá de los inconvenientes cotidianos: las fugas de agua se han convertido en un problema silencioso que no solo desperdicia enormes cantidades de agua, sino que también genera daños a la infraestructura vial, colapsando el adoquinado y afectando la movilidad.
De acuerdo con la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), de octubre de 2023 a octubre de 2024, se han reparado más de 22.000 fugas. Franklin Maiza, jefe de la Unidad de Operaciones Sur de la Epmaps, asegura que todas las alertas se atienden dentro de un plazo máximo de 72 horas. Sin embargo, reconoce que, dada la magnitud de la red de agua en Quito, de más de 7.700 kilómetros de tuberías, no siempre es posible cumplir con el plazo establecido. “Hay fugas que surgen debido a la presión del sistema, el tráfico vehicular, las intervenciones en la vía o el desgaste natural de las tuberías”, explica Maiza.
Miriam Velastguí
A pesar de los esfuerzos, las fugas siguen siendo un desafío. La Epmaps atiende un promedio de 55 fugas de agua al día, y cuando una fuga se vuelve recurrente, se realiza una renovación completa de la conexión domiciliaria. Anualmente, la entidad invierte alrededor de 6 millones de dólares en la renovación de 50 kilómetros de tuberías y 5.000 conexiones domiciliarias en el Distrito Metropolitano de Quito.
Sin embargo, los vecinos sienten que estas inversiones no son suficientes. Marco Cabezas, residente del barrio La Tola, cuenta que una fuga de agua en su sector lleva 18 días sin ser atendida. “Es agua que se desperdicia y se filtra a los cimientos de las viviendas. ¿Dónde está el dinero de la empresa si no invierten en resolver esto?”, se pregunta. Otros residentes comparten la misma frustración, indicando que los esfuerzos no son suficientes para hacer frente a la magnitud del problema.
Preocupación por la demora en atender las fugas de agua
La falta de atención inmediata a las fugas ha generado preocupación entre los concejales. Analía Ledesma, edil de Quito, cuestiona si las fugas se están atendiendo a tiempo para evitar pérdidas técnicas y si se están programando adecuadamente los mantenimientos de tuberías. “La gente ya no sabe cómo denunciar una fuga, y en muchos lugares el agua sigue desperdiciándose durante meses”, señala Ledesma. Según los datos de la Epmaps, en el primer trimestre de 2024 se registraron más de 8.000 fugas, de las cuales se repararon alrededor de 14.000 para octubre. Además, la ciudad enfrenta el problema de las conexiones clandestinas, que suman más de 1.500.
Analía Ledesma
Por su parte, Andrés Campaña, concejal de Quito, destaca que una forma de reducir la pérdida de agua es mejorar la calidad de la red de tuberías y la respuesta ante las fugas. “De los 7.700 kilómetros de tuberías, solo se han reparado 51 kilómetros en lo que va de 2024. La brecha es enorme”, comenta.
La inversión de 8 millones de dólares para reparar tan solo 51 kilómetros de tubería resalta la necesidad urgente de una mayor inversión y recursos para hacer frente a las pérdidas de agua, que representan el 29 % del total en la ciudad.
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