Fugas de agua: un sigiloso malestar para los capitalinos
En los primeros 10 días del año se reportaron 650 denuncias de este tipo. La red de conexión en el DMQ es de 7.700 km y supera los 40 años de vida útil
Todos los días, un silencioso problema se escurre por los barrios de Quito. Son las fugas de agua que, a más de generar desperdicios considerables del líquido vital, inflar planillas de pago, inundar espacios públicos, también bloquean la movilidad en algunas arterias, donde el adoquín o pavimento queda destruido.
En los 10 primeros días de 2023, la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) receptó 650 solicitudes por estas anomalías. Según el jefe de Distribución, Polo Yánez, todas las alertas se atienden conforme ingresan, en un plazo máximo de 72 horas. Pero también es consciente del excedente de daños que tienen en un solo día, por lo que reconoce que a veces se les complica la situación.
En todo el Distrito Metropolitano de Quito existe una red de agua de 7.700 kilómetros. A lo largo de estas conexiones los problemas no están exentos. “No se pueden solventar todos los problemas en un mismo día por la cantidad de fugas y la extensión de la red, pero hacemos todo para cumplir el plazo de tres días para reparar”, aseveró el funcionario municipal.
La principal causa de estos inconvenientes es la vejez de la tubería. No de todos los barrios, pero sí de los más antiguos y tradicionales, como los que se asientan en el centro y sur de la ciudad.
En estos puntos, las fugas aparecen cada día. Hace una semana hubo una molestia en la calle Matovelle, otra en Solanda y Barrio Nuevo.
“La infraestructura ya cumplió su vida útil, hay algunas que tienen 40 o 50 años de servicio y ya deben ser cambiadas. Estamos realizando proyectos de intervención para reemplazar las tuberías de acero por unas de PVC. Es el material que menos problemas ocasiona”, manifestó Yépez.
En el barrio IESS Fut, sur de Quito, la calle Atlántico y avenida Ajaví fue una laguna natural durante 15 días. Así lo sostuvo María Pila, moradora del sector.
El daño provenía de la mitad de la vía. Primero apareció un pequeño ojo de agua y con el paso de los días este se convirtió en un chorro.
“Desde el primer día que vi eso, llamé a la empresa de agua, pero me dijeron que tengo que esperar el turno, porque hay muchos pedidos. Mientras tanto, se desperdició un montón de esto. Al final, ¿quién paga por esto? Perdemos todos”.
Otra vecina, Alexandra Guerra, contó que este malestar lo originaron los mismos funcionarios de la Epmaps, cuando llegaron a verificar por qué el líquido no llegaba a dos viviendas del sitio.
“De un día para otro nos quedamos sin gota de agua. Llamamos a la empresa e hicieron un hueco. Conectaron algo y ya nos abastecimos nuevamente. Al siguiente día apareció la fuga. Como se demoraron tanto en venir, se hizo un boquete. Se hundió el adoquín. Apenas el martes 10 de enero de 2023 vinieron y ahí dejaron botado todo, con cintas de seguridad y con el hueco expuesto. De dos carriles se redujo a uno. Si hacen algo, hagan completo y bien”, exigió Guerra.
Según las estadísticas de la Epmaps, el año pasado atendieron 23.939 fugas, por diferentes causas, en varios sectores, incluso en la zona rural.
Los puntos de mayor incidencia se ubican en el Centro Histórico y al sur. En el primero se reportaron 7.181 casos, es decir, el 30 % del total. El segundo sector alcanzó el 20 % de eventos, es decir, 4.787 fugas. El 50 % restante se distribuyó entre las parroquias rurales y el norte.
Para reducir estas cifras, desde la empresa de agua se está realizando el cambio de tuberías, según el nivel de complejidad que presenten.
“El año pasado se invirtieron 1’200.000 dólares para estas tareas. Para este 2023 se destinarán 5,4 millones. En el sur ya se está interviniendo y la tubería será de PVC”, enfatizó.
Entre las principales causas por las que se generan estos desperfectos están: el término de la vida útil de las instalaciones, con un 53 % de reportes, seguido de daños en los elementos de conexión, con un 41 % de novedades. Pero también se le atribuye un porcentaje a las malas instalaciones, sobrepresión del agua y a la incorrecta manipulación de estas redes por los usuarios.
El desperdicio del líquido vital podría ser de hasta 2.880 litros diarios. Y al año, según las cifras de la Epmaps, en promedio se pierden 1.040 metros cúbicos de agua.
Pero los daños no solo se reducen a las fugas, sino que trascienden a la calzada y desperfectos en las aceras.
EXPRESO realizó un recorrido por diferentes puntos de la capital, constatando que donde se intervino por estas anomalías, no se remedió el espacio público expuesto.
Es así que se encontraron adoquines fuera de su sitio, calles con boquetes enormes, otras con tierra que se había lanzado para cubrir el destrozo y en el caso de aceras, estaban con trozos de cemento mal puesto.
Elena Páez vive en Solanda y desde hace dos meses sigue a la espera de funcionarios de la Empresa de Agua Potable y de Obras Públicas (Epmmop). A los primeros los aguarda porque una vez arreglaron una fuga, dejaron tapada la tubería de su casa con lodo y otros desechos, impidiendo que el líquido llegue a su casa.
“Ni los unos ni los otros asoman. La Epmmop me dijo que yo tengo que reparar la vereda. Es el colmo”.
Desde la Epmmop se aclaró que en estos casos la empresa de agua debe coordinar estos trabajos con el dueño del frente, pero en el tema de vías, si son asfaltadas, es su competencia.
“En 2022 atendimos 2.500 casos. Acudimos el mismo día o según una planificación. Si se trata de calles con adoquín ya se encarga la Epmaps”, se señaló en un comunicado.
