La gastronomía halló un nicho en el barrio Las Casas

Son las 16:00 y en la calle Lorenzo Aldana se vive un ambiente de fiesta. La música suena en los parlantes de los distintos negocios de la zona, y el olor a café y pan lo invade todo.

Pese al intenso calor, vecinos y curiosos de todas las edades caminan por las aceras en busca de algo de comer o beber: jugos, cocteles, sushi, pan, postres, golosinas vegetarianas o comida gourmet.

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Y es que en el barrio Las Casas hay de todo.

Fundado a mediados del siglo XX, esta la localidad del centro norte de Quito se mantuvo como zona residencial hasta que, atraídos por los cómodos precios del alquiler y el ambiente tranquilo, una serie de negocios transformó el barrio en uno de los nichos gastronómicos más importantes de la ciudad.

“El valor diferenciador es que aquí no hay grandes cadenas. Nosotros, los dueños, atendemos nuestros propios negocios y todos tenemos propuestas creativas y totalmente distintas a otras ofertas que hay en Quito”, señala Junior Córdova.

El chef quiteño fue el precursor de este movimiento. En 2013, tras residir durante casi dos décadas en Dinamarca, volvió al país y se dispuso a abrir su sushi bar, Shibumi, en el garaje de su casa.

“No tenía el dinero para invertir en un gran local, y tampoco quería hacer el tipo de sushi que se había popularizado acá. Quería hacer sushi, pero con sabores muy nuestros”, narró.

La acogida de los vecinos fue inmediata y, por recomendaciones, el lugar fue creciendo y sumando adeptos. De a poco, otros espacios fueron llegando.

Uno de ellos fue Chulpi Urbano, lugar que se especializa en la gastronomía nacional llevada a la alta cocina. Carlos Saltos es su chef y propietario.

“Yo llegué hace casi seis años. Estaba recién graduado, tenía 22 años, y mi sueño era hacer comida ecuatoriana de gran calidad. Obviamente, a esa edad no tenía cómo hacer una gran inversión, y mi primer local fue pequeñito, pero la gente comenzó a llegar”, recuerda.

Actualmente, este establecimiento cuenta con más de cuarenta mesas y tres ambientes. Sus mayores adeptos son los propios vecinos.

“Es algo muy especial, porque durante la pandemia todos la pasamos mal, pero ellos siguieron viniendo y apoyándonos”, recuerda.

Cerca de una decena de locales se han asentado en el barrio y aún hay espacio para continuar creciendo. Así lo afirma Phillip Broz, propietario de Broz Tostería y Cafetería, un espacio especializado en café.

Este arribó a Las Casas poco antes de la pandemia, primero como proveedor de la afamada María Cocina y Panadería, y luego para abrir su propio establecimiento.

“Nos apoyamos entre todos y nos recomendamos entre todos, porque creemos en la calidad de las propuestas que se han asentado aquí en Las Casas”, dice.

Sin embargo, también considera que el crecimiento a futuro debe ser pausado. “La idea es que lleguen otros sitios, pero que lo hagan de a poco. Nos gustaría que el barrio siga conservando su identidad y que lo comercial sume a ello”.

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