Huertomanías, un espacio laboral sin estigmas
Los socios de la empresa quiteña viven con una enfermedad mental grave. Su lema es libertad, trabajo y autonomía
Hace frío y el olor a tierra mojada se mezcla con el intenso aroma del cedrón, menta, manzanilla, lavanda, toronjil, hierba buena y flor de sauco que se secaron en el Triángulo de las Verduras, antes de pasar a la cocina. Allí, socios y voluntarios de Huertomanías preparan cada producto: Té Lo Cura, Demen Té y Cedrón, Mansa y Buena y Seda Té. Otros trabajan en el patio y todos conversan, ríen, planean y sueñan.
Desde hace tres meses, cada vez que ingresan al terreno ubicado en Nayón, se encuentran con el mural que juntos pintaron, en el que resalta su lema “Libertad, trabajo y autonomía”. Ese es el objetivo de esta empresa social, una iniciativa que fue ideada en 2014 y que en 2015 se puso en marcha, bajo la dirección de Aimée Dubois, una psicóloga clínica especializada en Psicopatología y Salud Mental.
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Leer másElla y Darío Viteri, líder de Huertomanías, promueven este espacio como una prueba de alguien que vive con una enfermedad mental grave tiene derecho y capacidad para trabajar. Según Viteri, solo un 15 % de personas con un diagnóstico de este tipo consigue un empleo. El resto depende totalmente de su familia. Si tienen recursos, sus seres queridos los mantienen en su casa o los internan en hospitales psiquiátricos. Quienes no cuentan con dinero ni con apoyo de sus parientes, pueden terminar como habitantes de calle. (Lea también: "El huerto casero alivia el gasto y sirve en tiempo de escasez")
Huertomanías no es un centro de atención ni un consultorio, es una empresa comunitaria que busca que sus socios reciban salarios cada vez más dignos, con los que puedan financiar sus medicamentos y consultas psicológicas y psiquiátricas. La idea es que, además de eso, tengan la libertad y la autonomía de decidir si quieren ahorrar para cumplir con un objetivo o darse un gusto y comer algo especial. En el resto de escenarios, esa opción les está negada.
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Leer másEl trabajo en el huerto le ha permitido a Ricky Yacelga mantener estable su salud mental, luego de sufrir una crisis severa, cuando era estibador en una fábrica de muebles. “Antes era bien tímido, no podía hablar con nadie y Huertomanías me ha dado la oportunidad de hacerlo. Hace tres meses estuve en la Asamblea hablando de salud mental y nunca pensé presentarme ante tanta gente y en tan importante escenario. Me dio paz hablar ahí, decir las cosas que pienso, lo que siento. La directora Aimée me dijo que no tenga miedo, que diga lo que sienta. Es como un activismo social dentro de cada persona”.
Ricky es socio desde 2018. Dice que su trabajo es muy esforzado y cansado, por lo que aprecia que sea a medio tiempo. Le gusta estar con sus padres pero disfruta el huerto porque siente que hace mucho ejercicio, se distrae fuera de casa y comparte con otras personas.
Para él no hay mejor sensación que la que le invade cuando ve un producto terminado. “Es fruto de nuestro esfuerzo, lo hacemos con mucha dedicación. Cuando ya lo ves, dices ¡wow, eso hice yo! Es muy chévere”. (También le puede interesar: "Un lugar turístico y religioso para reflexionar")
Con empeño han pulido sus productos hasta lograr que dos de ellos tengan registro sanitario y se venden en la cadena El Español: su mermelada de zambo y maracuyá y su aderezo de aceite de oliva con ají y especias. Además, venden miel de abeja, chucrut, aceite de romero y ragú en ferias y para pedidos. La idea es ampliar el mercado y hacer entregas cada vez más grandes para que los socios mejoren sus ingresos y, eventualmente, sumar colaboradores.
Esta temporada, se concentrarán más en sus canastas navideñas que incluirán juegos y otros productos como sus caramelos Placebo, que vienen en tres presentaciones: procastinación, burnout y relación tóxica. Son unos frasquitos llamativos con caramelos de colores, que traen adentro un mensaje motivador para salir de esos problemas. Cada detalle en Huertomanías está cuidado con esmero y hace alusión a temas de salud mental.
Según Viteri, la idea es que la empresa trascienda el enfoque de caridad. Hay un fondo social, pero tienen pedidos porque los productos son buenos “y no porque estamos locos. Nos hemos capacitado y tenemos personas que nos ayudan”.
Huertomanías está abierto para quienes quieran conocerlo, conversar con los socios, hacer voluntariado, comprar sus productos. Usualmente van universitarios, entre ellos estudiantes de Psicología o posgradistas de Psiquiatría, como Susana Vivanco, de la UTE. Cada tres meses, un residente hace su rotación allí. Vivanco dice que el trabajo en Huertomanías es muy distinto al de hospitales y centros psiquiátricos. “Aquí se ve la realidad de los pacientes que antes no lograban encontrar empleo. Sus historias, fuera del ambiente de un consultorio médico, son motivadoras”.
Alejarse de su profesión fue un salvavidas para Felipe Paladines, de 41 años. Primero vivió durante un año la Experiencia Huertómana, uno de los servicios que ofrece la empresa para voluntarios y visitantes. Hace un año se incorporó como socio. Él es productor de radio y TV, pero eso se volvió algo que exacerbaba su condición. “Cuando uno dirige una película, tiende a ser demasiado perfeccionista. Aquí no buscamos perfección, sino tratamos de vivir cada día sin diagnóstico, como hermanos y amigos siempre”.
Entre siembras y cosechas sintió “más libertad que esclavitud. Me ayuda a descubrir autoconscientemente lo que siento, cómo vivir con la aceptación de la enfermedad y todo lo que conlleva en mí y en la gente. Trato de aplicar el concepto de autoconciencia y bienestar”.
La clave de que Huertomanías funcione es la convivencia. Para Paladines “lo más importante es conversar con los compañeros porque todos hemos tenido las mismas vivencias, pero en otros contextos. Al hablarlo nos relajamos, mientras trabajamos con las manos y con los pies. Nos ayudamos mutuamente”.
Viteri, psicólogo desde 2011, lo corrobora: “Trabajar aquí me ha hecho entender que la Psicología va más allá de un espacio cerrado de consulta. Puedo necesitar ese espacio privado y este, puedo tener crisis, pero es la comunidad, mi grupo, mi familia lo que me recupera. Puedo tener al mejor psicólogo o psiquiatra, pero mi recuperación no es completa sin la convivencia”.
Esa convivencia les hace sentirse orgullosos de derribar mitos como el que asocia esquizofrenia con violencia. El logro más importante hasta hoy, dice Viteri, es el Triángulo de las Verduras, que es la zona de secado. “Cuando uno suma problemas de salud mental y una sierra eléctrica, piensa en que es un riesgo. Aquí, lo que hace un loco con una sierra es eso (una especie de choza de estructura de madera y cubierta). Esa estructura es la evidencia de que, bien acompañado, cualquiera puede hacer cosas impresionantes”.
Empresa. Personas con problemas de salud mental grave trabajan en Huertomanías desde 2015. Dos de sus productos ya se venden en una cadena de productos gourmet.
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