Huertos urbanos para la economía familiar
Esta actividad se convirtió en ingreso económico para agricultores
Lo que comenzó como una actividad que le permitía alimentar de forma saludable a su familia se transformó en un ingreso económico.
Marcia Viracocha tiene un pequeño huerto en su casa, en Conocoto, Valle de los Chillos, suroriente de Quito. Allí cultiva diferentes productos. En inicio, vio que la agricultura doméstica es una forma de obtener verduras y frutas frescas. Pero luego decidió capacitarse, con lo cual mejoró su producción y ahora vende esos alimentos en ferias.
Esta actividad también ha permitido sortear las dificultades que implican salir de la casa y acudir a locales de abastos o mercados. Ese fue el motivo que impulsó a Mónica Paucar a sembrar los productos que antes adquiría en Sangolquí o en la plaza de Amaguaña.
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El punto en común de ambas vecinas es que iniciaron sus huertos urbanos para la alimentación propia, pero perfeccionaron las técnicas de agricultura y se han abierto paso para hacer de esta práctica una fuente económica para sus hogares.
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Leer másEl giro lo lograron con las clases que reciben en la Escuela de chacras (granjas, en quichua). Este es un proyecto impulsado por la Corporación de Promoción Económica (Conquito). Se trata de un curso intensivo de capacitación anual para 50 personas, que dura de cinco a seis meses. Es gratuito.
En las charlas, los participantes reciben formación teórica y práctica en agricultura orgánica, pecuaria y procesamiento de alimentos, explica el técnico Juan Toscano.
Además de la formación, en la Escuela de chacras se ofrece asistencia técnica personalizada a los participantes, quienes pueden recibir visitas en sus hogares para obtener orientación y apoyo en la implementación de las prácticas aprendidas.
El seguimiento continuo del proyecto garantiza que los conocimientos adquiridos en el curso se traduzcan en resultados tangibles y sostenibles a largo plazo, asegura el técnico.
Viracocha participa desde hace 10 años. Antes sembraba de manera empírica, pero aprendió a utilizar el terreno, lo dividió en parcelas, por productos y en diferentes tiempos. De esta forma cosecha todas las semanas y participa en las ferias mensuales, en donde gana 50 dólares.
Otra ventaja es la variedad. Paucar conoció cómo cultivar lechuga, acelga, brócoli, coliflor y tomates de colores.
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Así, la red de huertos, que ayudó a abastecer de alimentos a estas zonas durante la pandemia de COVID-19 y las protestas sociales, actualmente es también un sustento económico, señala Marta Molina, jefa de Desarrollo de la Zonal Los Chillos.
La producción depende del tamaño del terreno. En uno pequeño podría darse un quintal de papas, 50 lechugas o medio saco de zanahorias.
La acogida de los productos ha motivado a que los propietarios de los huertos formen asociaciones para comercializar en mayor número.
Los interesados en aprender sobre este plan de agricultura doméstica pueden inscribirse en la Administración Zonal.
Las clases se imparten los lunes, miércoles y viernes, pero las prácticas se realizan en un terreno definido por los organizadores. Luego aplican los conocimientos en sus casas.
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