Inseguridad e informalidad, los desafíos del nuevo bulevar en la av. De Los Shyris

¿Un nuevo espacio público o foco de problemas? Este es el cuestionamiento que se hacen los quiteños ante la construcción del bulevar que reemplazará a la tradicional tribuna De Los Shyris, ubicada en el norte de la ciudad. 

La obra, que se espera esté lista para las fiestas de Quito, en diciembre de 2024, ha generado diversas reacciones entre los residentes y comerciantes de la zona.

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Los vecinos temían que la instalación de bancas atrajera a libadores, habitantes de calle y vendedores ambulantes, como ha sucedido en otros bulevares de la ciudad. 

Luis Segarra, presidente del Comité de Seguridad del barrio República de El Salvador, expresó su preocupación por la imagen negativa que podría generar este tipo de elementos y por la posibilidad de que se convirtieran en lugares de conflicto.

“Ya tenemos la experiencia de lo que sucedió cuando se instalaron bancas en la avenida 6 de Diciembre y Portugal. Al principio se veían muy bien, pero con el tiempo fueron vandalizadas y se convirtieron en espacios donde se peleaban las personas en situación de calle por el espacio”, mencionó Segarra.

Según el representante barrial, ante estas inquietudes, la Empresa de Obras Públicas (Epmmop) decidió eliminar las bancas del diseño final del bulevar. La entidad busca convertir este espacio en un lugar de paso que se integre a un corredor seguro que conecte con las paradas del Metro de Quito en La Pradera, Carolina e Iñaquito.

Pero este no es el único malestar, EXPRESO realizó un recorrido por los bulevares y conversó con la ciudadanía.

Para Carolina Salazar la adecuación de un nuevo bulevar no va a solucionar la problemática de la zona. “Si no existe el control o una normativa que impida el comercio informal, este nuevo bulevar será espacio para las ventas de paso”.

Con esta opinión concuerda Francisco Cuarán, tiene en el bulevar su isla de productos por más de nueve años. Relata que ha sido testigo de cómo este sector el comercio ha crecido. A lo largo de este tramo, que comprende 1,8 km, los quiteños encuentran desde una variedad de comida hasta productos tecnológicos.

Las calles de la ciudad albergan un ejército de 17.000 comerciantes autónomos, una cifra que convierte al comercio informal en uno de los principales desafíos que enfrenta la urbe. El bulevar, ubicado en el corazón del centro financiero y bancario, se convierte en un imán para este tipo de comercio, según señalan los propios vecinos.

Sin embargo, para Lenin Lara, docente investigador de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), la construcción del bulevar no es suficiente. Se requiere un plan de gestión integral que involucre a la comunidad, usuarios del espacio público, artistas y gestores culturales. “No se trata de simplemente eliminar elementos, sino de dar un nuevo significado a este espacio”, afirma.

El ejemplo del bulevar 24 de Mayo, que tras su inauguración se convirtió en un lugar inseguro y abandonado, sirve como advertencia. 

Las intervenciones artísticas y las ferias temporales han sido medidas ineficaces para revitalizar la zona. “Muchos de estos proyectos nacen de las oficinas de los funcionarios, sin tomar en cuenta las necesidades de la gente”, señala Lara. La participación ciudadana es clave para convertir el nuevo bulevar en un lugar seguro, atractivo y beneficioso.

El bulevar 24 de Mayo y el de las Naciones Unidas representan dos realidades contrastantes. Los vecinos del bulevar describen un entorno sombrío, donde la presencia de personas consumiendo sustancias y el panorama de “borrachitos tumbados en el suelo” pinta un cuadro desalentador. Con tristeza, confirman que los visitantes ya no se acercan a este lugar, a pesar de la existencia de seguridad turística.

Alejandra Yaguana lidera la Jefatura de Turismo, reconoce que las peleas y el microtráfico se convierten en un problema palpable para los visitantes en esta zona. Destaca la presencia de 247 servidores policiales especializados en seguridad turística.

A pesar del apoyo de la seguridad, lugares como La Ronda y el bulevar lucen vacíos. La realidad choca con la idea de seguridad turística, dejando a la vista un panorama desolador. 

La ciudadanía exige un trabajo en conjunto para la seguridad integral de Quito, con acciones que vayan más allá de la seguridad turística y abarquen la recuperación del espacio público.

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