El legado de Eduardo Kingman, en aprietos
La casa patrimonial del afamado pintor se desbarata. El bien fue entregado en comodato al cabildo de Rumiñahui, pero no hay fondos para cuidarlo
En 1972, mientras Ecuador vivía su boom petrolero, y Quito se transformaba en una bullente urbe de productividad, el pintor lojano Eduardo Kingman, uno de los artistas más reconocidos del Ecuador, planificó su retiro definitivo de la ‘Carita de Dios’.
Tenía 59 años, hijos adultos y no quería lidiar más con la política, el descontento social y las pugnas internas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión y el Museo de Arte Colonial. Quería pintar.
El sitio elegido fue San Rafael, un pequeño poblado del cantón Rumiñahui, a menos de media hora de la capital. Ahí compró y renovó una panadería antigua y le dio como nombre ‘La posada de la soledad’.
Durante treinta años, Kingman creó en esa casa de adobe con vista al río hasta que en 1997 falleció.
Sus hijos cerraron la casa de campo y llevaron sus obras a Quito, donde su legado se exhibe en una galería dedicada a su memoria. La casa quedó vacía.
Así lo recuerda Walter Carrillo, quien actualmente dirige la Casa Museo. “Hubo unos años en los que estuvo abandonada y fue tomada por personas en situación de calle. Esa fue la época en la que más se deterioró”.
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Leer másCon el fin de salvar el bien, los familiares del pintor entregaron la casa en comodato al municipio de Rumiñahui, y desde entonces este se convirtió en un centro cultural.
Sin embargo, el principal problema al que enfrenta es que el espacio, pese al acuerdo municipal, no cuenta con fondos para su intervención o siquiera para su mantenimiento.
“Somos tres funcionarios, contratados por el municipio, que custodiamos la casa museo y el espacio, la limpiamos y cuidamos y atendemos la agenda. Pero no tenemos un presupuesto anual, lo que dificulta temas como la rehabilitación de la casa”, dijo Carrillo.
La situación se hizo más visible en diciembre, cuando producto de las lluvias el techo de la casa empezó a cuartearse.
Ahí sí intervino el Cabildo, que con una inversión de $ 33.087 reforzó el mismo con palos, un techo de zinc colocado sobre el original y tanques de cemento, que apoyan la cubierta dentro y fuera de la casa.
Existe un plan a futuro de expropiación e inversión en la vivienda patrimonial, que cuenta con un valor estimado de $ 900.000. Debido a que ese es el presupuesto anual del pequeño municipio, está claro que se deberán buscar métodos de financiamiento para que este se lleve a cabo.
“Hemos acudido al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y al Ministerio de Cultura, pero no nos dan soluciones, por lo que tendremos que pensar en préstamos o fondos internacionales para rescatar la casa antes de que la afectación se agrave”, dijo Carrillo.
Mientras tanto, el espacio continúa sus recorridos, y una programación en exteriores que se lleva a cabo todos los fines de semana.
Mercy Chuchimarca, una de las beneficiarias, indica que, pese a la endeble situación en la que se encuentra ‘La posada de la soledad’, esta se ha vuelto crucial para los artistas de los valles y de San Rafael.
“Es el único sitio que tenemos, en el que exhibir cuadros o artesanías, o dar talleres, no tiene costo para nosotros. Si es de pintar, pintamos, luego limpiamos, pero nos da un sitio para poder mostrar lo que hacemos y vender”.
Justo por ello, el ingreso al espacio es de colaboración voluntaria, o se hace con el trueque de víveres. Estos luego son entregados a los artistas.
Para mantener el sitio también se han implementado mecanismos como la caja de ahorro comunal, y la venta de productos orgánicos, cultivados en terrenos municipales, para generar ingresos.
“Debemos ideárnosla para que el centro cultural pueda seguir funcionando”.
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Otra de las complicaciones del centro cultural Eduardo Kingman es que, pese a que en la casa el artista produjo obras durante sus últimos treinta años de vida, esta no cuenta con lienzos originales, sino con grandes fotografías de sus cuadros más reconocidos.
“Para tener cuadros originales del maestro tendríamos que tener seguros por cada pieza y no contamos con presupuesto para ello. Por eso, cuando hacemos recorridos, nos centramos en dar una introducción a la vida del artista y explicarle al público su estilo y como fueron sus últimos años”, comentó Carrillo.