Quito

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A lo lago de su cauce, es común ver basura, fundas de desperdicios y escombros en el Machángara.Angelo Chamba

Limpiar el Machángara, una deuda pendiente

Este emblemático río es uno de los más contaminados de la urbe. La remediación se prevé para 2040

Desde el estacionamiento del parque de Caupicho, el río Machángara no es visible. Lo que sí se percibe es su olor: fuerte, putrefacto e infinitamente desagradable. Pese a ello, un par de metros más arriba, un grupo de niños juega al fútbol, varios adolescentes hacen ejercicio, y vecinos del sector pasean a sus mascotas.

“Uno se acostumbra al olor”, dice Margarita Toapanta, vecina y miembro de la directiva barrial de este sector del sur de Quito.

A lo largo de sus 72 años de vida, la mujer vio al río transformarse de un cuerpo de agua que los vecinos visitaban durante los paseos de fin de semana, en una corriente café, llena de químicos, desperdicios y escombros.

Y es que, del límpido “río de Menta” que el poeta quiteño Jorge Carrera Andrade describió en unos de sus versos más conocidos, ya no queda nada.

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Actualmente, el río Machángara es uno de los más contaminados de la capital ecuatoriana, superando con creces los niveles de bacterias, metales, grasas, aceites y materia fecal permitidos.

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Un análisis de la Secretaría de Ambiente, divulgado el año pasado, arrojó que este cuenta con 11,93 miligramos por litro de grasas y aceites, cuando lo ideal sería que tuviera apenas 0,3 miligramos por cada litro.

Pero no es el único. Según un estudio elaborado por el Departamento de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), los dieciocho ríos de la capital estarían contaminados en mayor o menor escala. Sin embargo, las cuatro corrientes de agua principales de la urbe, entre ellas el Machángara, son las que presentan mayor afectación.

Para el biólogo e investigador Juan Andrés Espinoza, la situación responde a “una falta de voluntad política” de administraciones anteriores a la hora de proponer y aprobar normativas y controles a los tipos de descargas que ingresan al río.

“Cuando se propuso el proyecto Vindobona en 2019, ya era muy tarde. Es mucho más costoso hacer remediación y construir plantas de saneamiento, que aprobar leyes y ejercer controles en las industrias. Pero no son ordenanzas populares, porque hay intereses económicos que se ven afectados”, asegura el experto.

El proyecto Vindobona al que se refiere Espinoza fue anunciado por el exalcalde Jorge Yunda y consistía en un megaproyecto para el tratamiento de aguas residuales. Sin embargo, este no se concretó, pues su inversión, según explicó el actual alcalde, Pabel Muñoz, era demasiado elevado.

En su lugar, la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) construirá 23 plantas para dar tratamiento al 90 % de las aguas residuales de la urbe. Al momento, solo el 3,4% de las aguas servidas se trata.

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Mallas y plásticos se colocan para que las lluvias no desprendan la tierra.Angelo Chamba

Pero no será pronto. Así lo explica Galo Rivadeneira, subgerente de Preinversiones de la Empresa Municipal de Agua.

Todo esto se prevé para el 2040... Se ha dado un gran impulso al tema del tratamiento de aguas residuales, pero todas las inversiones que tenemos que hacer llegan a casi $ 900 millones. Es una cantidad importante de recursos que no se puede obtener en poco tiempo”, indica.

Todos los años se destinan recursos para construir interceptores sanitarios. Estas son inversiones que se hacen para descontaminar hasta que estén listas las plantas de tratamiento de aguas residuales.

Galo Rivadeneira

subgerente de Preinversiones de la Empresa Municipal de Agua

La parte integral del proyecto será la edificación de tres grandes plantas: la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Quito, una en Tinallo y otra en el río Monjas, que tratarán las aguas de más del 60 % de la ciudad. Otras de menor tamaño se harán en sitios estratégicos como Tumbaco y Los Chillos.

Por ahora, no obstante, el proyecto está en papel. Para la PTAR Quito, la más grande, se inició el proceso para la contratación de los diseños, lo que tomará dos años. La planta de Calderón está en las mismas condiciones, mientras que la del río Monjas se postergó frente a la falta de infraestructura significativa para la recolección de interceptores sanitarios.

Según Rivadeneira, en el Machángara, en cambio, este proceso tiene un 85 % de avance, lo que hará más fácil efectuar el tratamiento de las aguas residuales cuando las plantas estén finalmente terminadas.

Sin embargo, para la ambientalista Verónica Saldarriaga, la infraestructura debería ser solo una parte de la labor que se lleve a cabo a favor del río.

“Ni el Machángara ni ningún otro río se contamina por arte de magia. Se deben identificar las fuentes de contaminación industrial y agrícola para controlarlas, filtrarlas y emitir sanciones. También tienen que trabajar con la ciudadanía, porque es la gente la que bota escombros y basura en las quebradas y los ríos pensando que no hay afectaciones”, sostiene.

Y si bien el Cabildo espera que en unos 40 años el Machángara vuelva a ser el ‘río de Menta’ que describió Carrera Andrade, por ahora la mitigación es aún una deuda pendiente.

Vivir al borde del abismo es temer a la erosión

Las olas de calor que vive la capital desde febrero son causa de quejas constantes. No así para Deisy Miguel, quien reside con su familia en el sector de Valle del Sur.

Este es uno de los dieciséis lugares a orillas del Machángara y el río Monjas considerados como vulnerables a inundaciones y deslizamientos. Para Miguel, la falta de lluvias ha sido un beneficio.

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“Ha llovido poco este invierno, y eso nos ha dejado dormir tranquilos. Cuando llueve fuerte, siempre pensamos que la casa se puede caer”, dice.

En ese sector y otros, los vecinos tapan con plásticos o mallas la tierra directamente sobre las quebradas, con el fin de frenar el proceso de erosión. En barrios aledaños, se han colocado enrocados.

El año pasado, en el sector de la Villaflora, la EP Emseguridad construyó un muro de contención para mitigar riesgos en los taludes del río Machángara. Cien familias fueron beneficiadas por esa obra.

La construcción irregular de viviendas es un factor, según ha señalado el Cabildo. Los datos municipales señalan que más del 50 % de las ampliaciones de construcciones se realizan sin permisos. El incumplimiento de la normativa local crea situaciones de riesgo en zonas propensas a amenazas geológicas.

Este año se han destinado $ 6 millones para la prevención y mitigación de amenazas geológicas en la capital.

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