Malos olores de la quebrada afectan a vecinos de Tumbaco
Los moradores solicitan a las autoridades el mantenimiento y limpieza. Escombros y sedimentos colapsaron la quebrada del Payaso
La quebrada El Payaso ha sido tema de discusión desde hace varios años por su peligrosidad, falta de mantenimiento, contaminación y malos comportamientos que están acabando con la vida de este afluente en el valle de Tumbaco.
El problema más reciente hace referencia a los malos olores que molesta a los vecinos de este sector.
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Jorge Erazo tiene su casa junto a la quebrada, ubicada en el sector del Puente Nuevo. Hace 22 años ha convivido con el olor nauseabundo debido a que en este se desfoga las aguas lluvia y servidas de la zona. Ha aprendido a coexistir con las ratas que se pasean por la orilla del río y que ingresan a la vivienda atraídas por la comida.
Hace cuatro meses solicitó a las autoridades municipales que coloquen unas vallas sobre el puente para evitar que los transeúntes boten la basura a la quebrada, sin embargo, su pedido no ha sido escuchado.
Erazo cuenta que cada vez que realiza la limpieza junto con su familia saca de la quebrada colchones, ropa, escombros y hasta artículos que ni se imaginan. Cuando el caudal sube por las lluvias, la corriente arrastra todo tipo de basura que se queda atrapada entre los matorrales y las ramas de los árboles.
“Es lamentable porque lo que debería ser un paisaje natural de a poco se está convirtiendo en un ambiente desolador lleno de aguas contaminadas que se convierten en foco de contaminación”, añade.
Considera que hace falta mayor educación, control y sanciones para quienes no cuidan la cobertura vegetal.
La quebrada también se ha convertido en foco de inseguridad, los ladrones se esconden entre la maleza. Solicito a las autoridades el mantenimiento de este lugar.
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Leer másUna de las razones para que se generen inundaciones en la capital es la contaminación que a diario están expuestas las quebradas. Las personas utilizan estos espacios como botaderos de basura, lo que ocasiona que se tapen y con las lluvias colapsen.
Paula Constante, ingeniera Ambiental, explica que en Quito existen 182 quebradas que están distribuidas en siete sectores que juntas suman una extensión de 1.300 kilómetros.
De estas, en su mayoría son afectadas por la contaminación a gran escala a la que están expuestas. “Si la quebrada está bloqueada, el agua o el lodo no tienen por dónde pasar. Se contienen lo más que pueden hasta que colapsan y se llevan todo a su paso, como pasó en La Comuna y La Pulida”.
Constante recuerda que producto de la falta de mantenimiento y tratamiento de la quebrada hace varias semanas, las fuertes lluvias que azotaron a la ciudad provocaron el desbordamiento del río en la quebrada El Payaso, el 9 de octubre de 2023 y dificultó a la circulación vehicular en la Ruta Viva y varios sectores de Tumbaco.
La obstrucción del alcantarillado con sedimentos y escombros, arrastrados por el agua de la quebrada, fue la causa del desbordamiento y las inundaciones en áreas cercanas.
Estos incidentes han generado preocupación entre los habitantes de esta zona sobre la capacidad para enfrentar eventos climáticos extremos.
Alfredo Sotalin tiene 66 años, Tumbaco lo vio crecer. De igual modo fue testigo de cómo la quebrada el Payaso con el pasar de los años sus aguas cristalinas se transformaron en aguas contaminadas, de color café y con olores nauseabundos.
Es una quebrada que se está muriendo. Me acuerdo que cuando era niño venía con mis amigos a jugar en el río, el agua era cristalina y ahora solo existe contaminación.
Según el Municipio, las tareas de mantenimiento en las quebradas de Quito se realizan dos veces al mes. Las que se ubican en las laderas del Pichincha son las más vulnerables a las condiciones climáticas.
El Municipio mantiene un cronograma que establece plazos para atender dos veces por año a cada quebrada. Es decir, dos o tres veces al año se hace mantenimiento a las estructuras de contención de material. Esto, según análisis técnicos. El cronograma se actualiza según las condiciones climáticas.
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Para Estefanía Pabón, presidenta de la Fundación Quebradas Vivas, estos trabajos no son suficientes porque debería haber un mantenimiento permanente y trabajo en conjunto con la ciudadanía que tambíén tiene corresponsabilidad.
Pabón señala que con la aprobación de la ordenanza Verde Azul se pretende crear una institución que se centre en otorgar un mayor enfoque e impulso no solo en los temas ambientales, sino también en la protección de los ríos, quebradas y el patrimonio geográfico y natural del Distrito Metropolitano de Quito, lo que permitirá generar mayor prevención en lugar de reacción.
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