Medidas parche para las casas agrietadas de Solanda
Pese a los refuerzos en las estructuras los vecinos viven con temor.
Han pasado ocho días desde que se inició la operación del Metro de Quito. Los moradores de Solanda aún esperan la entrega de un informe por parte del Cabildo sobre el hundimiento de sus viviendas que atribuyen a la construcción de este nuevo sistema de transporte subterráneo.
Se tenía previsto que este informe de causalidad se entregue a mediados del 2022, luego la fecha se postergó para finales de este año, pero tampoco se concretará.
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Leer másPaulina Carrillo, directora Metropolitana de Gestión de Riesgos, explicó que este estudio de causalidad lleva años tratándose y que ha tenido retrasos por temas administrativos, de credibilidad y todo lo que conlleva el nivel de responsabilidad de hacer el estudio.
“En el imaginario de los vecinos piensan que a partir del estudio va a decir si el Metro es culpable o no; sin embargo, el estudio va a determinar qué está pasando con el suelo en el sector de Solanda. Esto nos permitirá tomar decisiones”.
Señaló que se tiene previsto que el estudio se entregue a mediados de enero del 2024 y se ha controlado el contrato para que no haya suspensión del mismo y no se desvirtúe la información.
A partir de este estudio se podrá estructurar el plan de reconstrucción para Solanda.
Mientras tanto, han implementado medidas para mitigar el riesgo de un colapso estructural de las viviendas.
De las 400 viviendas que presentan daños, solo 50 han sido intervenidas. El Municipio colocó soportes en los ángulos de las paredes, placas de madera y metal para sostener la infraestructura, en otros casos han colocado esponjas entre las fisuras y grietas.
Para los afectados, esta medida no es la solución. La vivienda de Galo Arias es conocida como la “casa de madera”. A raíz de que parte del techo de su vivienda se cayó hace un año, personal del Municipio colocó planchas de madera entre las columnas para sostener la pequeña vivienda de un piso.
Mi casa tiene alrededor de 30 años, es de un solo piso y ha soportado temblores, pero a raíz de la construcción del Metro se formaron grietas en las paredes y los techos.
Los habitantes de este populoso barrio, ubicado en el sur de Quito, viven y duermen con miedo desde hace siete años. Alrededor de 400 casas de este sector no han dejado de hundirse desde 2017 y otras ya presentan daños.
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Según Rosario López, moradora del sector, el daño se expande a ocho cuadras a la redonda, hay viviendas de uno, dos, tres y cuatro plantas con ventanas rotas, paredes agrietadas, pisos inclinados y techos destruidos.
López exige al Municipio el pago de las indemnizaciones por los daños a sus viviendas, que corresponde a 50 millones de dólares que constan en el contrato firmado entre el constructor del Metro y la empresa Seguros Generali. “Ninguno de los últimos cuatro alcaldes ha hecho algo por solucionar esta problemática”.
He tenido que invertir más de 5.000 dólares en reparar la vivienda de mi madre que se vio afectada, y por más arreglos que hagamos las grietas se vuelven a formar.
“Quisiera que el alcalde o los funcionarios del Municipio vengan a vivir en estas casas para que sientan nuestra realidad”, menciona Guillermo Arce, quien tuvo que abandonar su vivienda hace varios años.
Entre la cocina y la sala se formó una grieta de alrededor 50 centímetros, se podía ver a través del agujero el piso de abajo. Su casa tuvo tal afectación que ya era inhabitable. Sin embargo, Arce sigue pagando servicios básicos cada mes.
Un funcionario del Municipio me dijo que exageraba la situación y que podía vivir en la casa. Yo le dije que venga él con su familia y que yo le pagaba los servicios básicos. Nunca regresó.
Para el ciudadano, este no es el único problema que enfrentan los propietarios de las viviendas vacías. Les preocupa el aumento de la inseguridad y que los delincuentes ingresen a las viviendas abandonadas.
Fernando Proaño compró su casa hace 30 años. Tuvo que abandonarla en el 2018. En su caso, los vidrios de su vivienda están rotos, las paredes cuarteadas y paredes destrozadas. Unas cintas amarillas que están colocadas entre las puertas y ventanas advierten del peligro.
Dice que han sido años de lucha y búsqueda de respuestas a su preocupación que se dio por la construcción del Metro.
Fernando Chamba, dirigente del barrio, menciona que los pisos vibran y eso les causa temor de que alguna nueva emergencia se dé en su sector. Mientras más pasa el tiempo, más se deterioran las propiedades, aseguran los vecinos.
Sin embargo, la funcionaria de Gestión de Riesgos dice que se ha realizado un monitoreo y que previo a la construcción del Metro se efectuó un estudio de suelo en donde se determinó que el suelo de la zona es muy débil para que soporte pesos de la construcción masiva sobre la calzada. En la actualidad, Solanda tiene 130.000 habitantes y ha tenido una expansión considerable que puede ser un factor para los hundimientos.
En el caso del túnel por donde pasa el Metro está ubicado entre los 24 y 30 metros de profundidad, para la funcionaria este sitio es el lugar apropiado, la tierra es estable.
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