Mercados de Pulgas: alternativa al fast-fashion que reactiva la microeconomía

Autor: Gabriel González, estudiante de la Universidad San Francisco de Quito

En un momento de recesión económica nacional y una crisis climática global, los mercados de pulgas son una buena alternativa a la industria del 'fast fashion', así cómo una forma de reactivar la microeconomía de la ciudad.

¿Qué es el 'fast fashion'? Este término se refiere a la producción masiva de ropa, de baja calidad textil, con el fin de mantenerse a la par de los constantes cambios de tendencias dentro de la industria de la moda.

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Este fenómeno termina generando una contaminación masiva pues, al ser creadas por textiles de baja calidad, las prendas se dañan muy rápido y terminan siendo desechos en masa. Uno de los botaderos más grandes del mundo está en el Desierto de Atacama, en Chile. Son más de 300 hectáreas cubiertas de ropa usada, poco usada e incluso por estrenar.  

A nivel local, una caracterización realizada en 2023 por la Secretaría de Ambiente, la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos EMGIRS-EP, y la Empresa Metropolitana de Aseo EMASEO-EP, se determinó que al menos un 14,4% de todos los residuos de la ciudad son textiles. 

Una de las tendencias que más fuerza ha tomado, en respuesta al fast fashion, en los últimos años ha sido la venta de ropa de segunda mano o 'thrift shopping'. Si bien esta idea  ha existido hace mucho tiempo, ahora está mucho más presente.

Espacios como los mercados de pulgas se han presentado como una buena alternativa y en Quito existen varios lugares donde esta práctica se realiza. En estos lugares se vende ropa de segunda mano y también de marcas reconocidas con precios que pueden llegar a estar a la mitad de lo que costarían originalmente. Dependiendo de la prenda los precios rondan entre los $ 5 hasta los $ 15, dependiendo de la marca y el local.

Ese es el caso de la feria de pulgas 'La Pulga Picosa', ha sido a partir de la pandemia donde han visto un incremento en la cantidad de gente que va, tanto feriantes como consumidores. Ayelén Escobar, dueña y fundadora de la misma, ha visto un crecimiento pues “tras la pandemia nos dimos cuenta que mucha gente buscaba un ingreso extra y en la feria encontraron ese lugar para poder conseguirlo. Ha sido tal el impacto que mucha gente ha empezado a vivir de esto, sin ir más lejos la feria pasó de ser una ´chaucha´ extra para mi, a volverse una de mis prioridades económicas”.

Tras el aumento del IVA que se produjo a partir del 1 de abril del presente año, uno de los 208 productos de la canasta básica que subió de precio es la ropa y los zapatos. Si bien esta medida responde a intereses financieros del país, es claro que no todos los consumidores tendrán la oportunidad de adquirir ropa. Es por ello que los mercados de pulgas o tiendas de ropa de segunda mano pueden presentarse como una alternativa fiable a quienes busquen renovar su closet.

Reactivación de la microeconomía

Esta alternativa puede servir incluso para la reactivación de la microeconomía local. Al presentar precios más asequibles los compradores tienen más opciones de generar circulación de efectivo el cual va destinado a individuos antes que a empresas multinacionales por lo que se genera un tipo de economía circular. 

“Estos espacios permiten reutilizar y regenerar una valoración económica de una prenda que probablemente hubiese terminado en la basura”, recalcó el experto en sostenibilidad, Juan Sebastián Proaño. “Al generar esta revalorización creas una circulación de efectivo que apoya a distintas personas, pues de la transacción que tú generas una parte de ese dinero será utilizado para regenerar movimiento en el mercado” .

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Un claro ejemplo de esto se da en el pulguero del Inca, donde “trabajan alrededor de 150 emprendedores de los cuales el 60% vive a partir de la venta de ropa de primera y segunda mano” comenta Estefanía Naranjo, integrante de la organización y 'community manager' de la Feria de Pulgas del Inca. Si bien el pulguero existe desde hace 25 años, tras la pandemia “muchas personas se acercaron a nosotros para empezar a revender ropa, ya que vieron que esta era una buena oportunidad para generar ingresos tras perder sus trabajos”.

Lo mismo ocurre en “La Pulga Picosa”, donde mes a mes entre 50 y 80 feriantes asisten a vender ropa de segunda mano, comida e incluso productos que realizan a partir de sus emprendimientos. “Finalmente son alrededor de 100 beneficiarios directos que de una u otra forma reciben retribución económica entre los organizadores, proveedores y comerciantes que asisten”, a esto se suman “las cerca de 500 personas“ que suelen asistir a las ferias como consumidores.

También incluyen un aspecto cultural

El pulguero del Inca es uno de los pioneros en el ámbito de las ferias de pulgas en la ciudad, “ahora existen alrededor de 8 o 10 mercados de pulgas grandes en Quito y muchos de ellos fueron creados por personas que tuvieron su puesto aquí en el Inca”, comentó Estefanía. 

Dentro de estos la idea final no es solo el comprar ropa o artículos de segunda mano, su atractivo también se encuentra en que son espacios donde ocurre una difusión de la cultura local que va más allá de lo que las entidades públicas organizan. “Las ferias no son solo un espacio que fomenta la economía, también la cultura. 

Dentro de La Pulga Picosa suelen asistir artistas a tocar música en vivo, lo que termina creando un espacio familiar que se presenta como una propuesta alternativa a las actividades comunes de la ciudad”, detalló Escobar.

En Quito existen varios mercados de pulgas, los más importantes son:

Feria de pulgas El Inca, Estación Río Coca

Coala market, Carcelén

Pulguero UIO, Cumbayá

Pulgón del Parque, La Carolina

Las Pulgas del Recreo, El Recreo

Las Cuadras, Chillogallo

Feria Honguito, El Labrador

La Pulga Picosa, se ubican en distintos espacios de la ciudad

Estos mercados se encuentran a lo largo de la ciudad, por lo que, a diferencia de los centros comerciales, son mucho más accesibles para los ciudadanos.