Miércoles de Ceniza: un día marcado por la nostalgia y ausentismo
La afluencia de personas fue mínima en comparación con años anteriores. Los creyentes pedían en sus oraciones que regrese la paz a la ciudad
El Miércoles de Ceniza, una fecha que tradicionalmente convocaba a multitudes en las iglesias para recibir la imposición de la ceniza, marcó este 2024 un contraste con años anteriores. La afluencia de fieles se vio considerablemente reducida, dejando en las bancas vacías el eco de una fe que parece menguar.
En la iglesia Santa Teresita, en La Mariscal, apenas unas 20 almas aguardaban en silencio la misa. Sus murmullos, entrecortados por las oraciones, reflejaban un anhelo común: la paz para la ciudad y la guía divina para las nuevas autoridades.
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La cruz de ceniza, símbolo de penitencia y conversión, no se dibujaba en sus frentes hasta el final de la ceremonia. Algunos, como Juan Carlos Andrade, quien llegó a las 08:00 antes de su trabajo, se arrodillaron para orar por sus seres queridos y, sin esperar la ceniza, se marcharon.
Recibir esta señal de la cruz con ceniza en la frente es un acto religioso que da inicio a la Cuaresma.
Se trata de los 40 días en los que la Iglesia católica llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, durante la Semana Santa.
En la Iglesia de la Compañía, la imposición se realizó al inicio de la misa, pero la asistencia fue mínima. La misma escena se repitió en la iglesia de la Inmaculada Concepción, donde Martha Salazar, una fiel de 74 años que viajó desde El Inca, norte de la ciudad, observaba con nostalgia la disminución de la fe.
Desde que tengo uso de razón practico esta tradición, cada año recibo la ceniza como una forma de agradecer y pedir seguridad y la bendición para los quiteños
“Las personas ya no son tan creyentes de colocarse la ceniza”, comentó mientras sostenía un rosario entre sus manos. Ella, que ha asistido a la iglesia desde los ocho años, ha sido testigo de cómo la juventud se aleja de las tradiciones religiosas. Este Miércoles de Ceniza, las iglesias se llenaron de adultos mayores, dejando entrever un futuro incierto para la fe.
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Las largas filas que antaño serpenteaban por las calles parecen ser cosa del pasado. La fe, que es un pilar fundamental en la sociedad, se tambalea ante la indiferencia de las nuevas generaciones, menciona Soledad Tapia, mientras sale de la iglesia.
El cayambeño Juan Arévalo llegó con su esposa Tatiana Flores. “Es la primera vez que venimos al centro y me ponen la ceniza. Decidí hacerlo para vivir las costumbres religiosas de la ciudad”.
La solemnidad del Miércoles de Ceniza se vio empañada en la iglesia de La Catedral por un ambiente inusual. La Plaza de la Independencia, cercada y vacía, sin el bullicio de los vendedores ambulantes ni la algarabía de los turistas, reflejaba un vacío que se extendía hasta las puertas del templo.
Es una forma de agradecer el milagro de la vida. Acudir a la iglesia es una forma de refugiarse en medio del conflicto que estamos viviendo. Es importante que haya paz
En el interior de la Catedral, la confusión reinaba entre los feligreses. Los accesos principales, clausurados por las obras de mantenimiento del Instituto de Patrimonio, obligaban a un incómodo ingreso por una pequeña puerta lateral.
La tradicional imposición de la ceniza también se vio alterada. El padre, en un acto inusual, trazaba una pequeña cruz imaginaria sobre la cabeza de los fieles, abandonando la señal en la frente que marcaba este día.
Un contraste con la iglesia San Francisco, donde la mayoría de las bancas se encontraban abarrotadas. El padre Remigio Culala mencionó que se celebrarían diez misas a lo largo del día.
El padre insistió en la importancia de practicar el ayuno, la oración y la limosna como preparación para la Semana Santa. Enfatizó la necesidad de purificar el interior del ser humano a través de la oración y un encuentro más íntimo con Dios.
Consideró que el ayuno de carne es un acto superficial que se realiza en esta fecha y recomendó un ayuno del corazón: abandonar el egocentrismo, comprender las necesidades del prójimo y brindar ayuda.
Más allá de realizar una penitencia o un ayuno, las personas deben trabajar en su interior. En algún momento dejaremos el mundo terrenal y nos convertiremos en polvo
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