
Monasterio de El Carmen Bajo en Quito: Delincuentes roban campana histórica
El Monasterio de El Carmen Bajo en Quito fue asaltado por un grupo de delincuentes que escalaron 10 metros hasta una cúpula
En un acto de vandalismo que ha conmocionado a la comunidad, un grupo de delincuentes irrumpió en el histórico Monasterio de El Carmen Bajo durante la madrugada del pasado fin de semana. Los sujetos, tras escalar una altura de aproximadamente 10 metros, lograron acceder a una de las cúpulas del templo y sustraer una campana de más de 100 años de antigüedad.
Según el testimonio a un medio televisivo, la Madre Raquel de Santa Teresita, superiora del monasterio, los asaltantes, que se estima eran cuatro, llegaron al lugar alrededor de las 4:00 a.m. equipados con herramientas para cometer el ilícito. Además de la campana, los delincuentes se llevaron varios metros de cableado eléctrico, dejando al monasterio a oscuras.
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“Estamos en tinieblas. La cúpula y el claustro no se encienden”, lamentó la religiosa. “Sabemos que pueden ser personas necesitadas, pero que respeten. No se puede vivir de esa manera”, agregó, mostrando un profundo pesar por el hecho.
La comunidad religiosa ha presentado la denuncia ante las autoridades, quienes ya iniciaron las investigaciones para dar con el paradero de la campana, considerada un bien patrimonial de gran valor histórico y religioso.
Robos a piezas patrimoniales
En la madrugada del pasado sábado, 20 de julio, la Agencia Metropolitana de Control (AMC), el Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano de Quito (CACMQ) y la Policía Nacional, impidieron que dos individuos sustrajeran una de las cuatro hojas de acanto del monumento de La Independencia.
La pieza sustraída es una de las cuatro hojas de acanto que adornan las esquinas del basamento del monumento. En días anteriores se registró la sustracción de dos de ellas.
Las piezas que conforman el monumento de la Plaza Grande fueron talladas en Italia y trasladadas en barco y ferrocarril a Quito. Cada una tiene un significado histórico, las hojas de acanto, según la tradición griega, representan el triunfo logrado con esfuerzo y dolor.