Un museo recupera los ritos fúnebres del Quito prehispánico
El Parque Arqueológico Rumipamba se reinaugura con tres propuestas. Restos óseos, artefactos y una excavación para niños están entre las opciones
Sentados en tiangas, una especie de soportes de madera, y cubiertos con adornos de oro y ponchos de concha spondylus se hallaron las osamentas de más de cincuenta pobladores del antiguo valle de Quito.
Esta necrópolis, que data de entre el 200 y 680 d.C., y que estaba ubicado donde actualmente se encuentra el barrio de La Florida, al norte de la capital, sirvió para que los arqueólogos determinaran la división de clases y costumbres de esta población del período de Integración.
Los custodios del legado arquitectónico
Leer másEsta se diferenciaba considerablemente de los entierros sencillos, casi sin ornamentos de los restos hallados en Llano Chico o Cotocollao.
Ahora, los quiteños podrán conocer la cronología de la muerte de los pobladores del valle de Quito en la exposición ‘Arqueología de la muerte: entierros y ofrendas en el Quito prehispánico’, una de las novedosas propuestas con las que se reinauguró el Parque Arqueológico y Ecoparque Rumipamba.
Dayuma Guayasamín, arqueóloga de esta reserva, indica que la renovación se hizo con el fin de actualizar la información con las nuevas excavaciones arqueológicas realizadas en el Distrito Metropolitano en los últimos años y difundir los procesos de desarrollo cultural que se han ido descubriendo.
A la par, la entidad buscaba dinamizar las muestras. “La nueva propuesta museográfica se diseñó con un lenguaje visual y de contenido más asequible para que niños, jóvenes y adultos mayores se relacionen de mejor manera con el patrimonio cultural y, sobre todo, pensando en una democratización de la cultura”, explicó.
El nuevo recorrido inicia en el Centro de Interpretación, que ofrece un recorrido por la historia del valle de Quito y sus primeros pobladores, las catástrofes naturales que llevaron a las primeras migraciones, y la evolución de los pueblos hasta el arribo de los Incas.
“Se hizo un gran esfuerzo por relacionar estos procesos con los actuales. Si hablamos de la cerámica del período Formativo, es válido hablar de cómo se preparan los utensilios hoy en día, porque son procesos que se siguen aplicando, aunque con otros materiales”.
De ahí, los visitantes continúan a través de una espesa vegetación hacia la casa hacienda, donde la ‘Arqueología de la muerte’ ofrece distintos escenarios de los entierros de la época, y donde se puede ver una cantidad variada de osamentas.
La ruta concluye en la ‘Unidad 6’, un antiguo cementerio de niños prehispánicos, que ha sido convertido en una propuesta lúdica para los más chicos.
Ahí, mediadores del Parque Arqueológico ayudan a los niños a hacer cerámicas con las técnicas del período Formativo, pintar usando pigmentos naturales de las flores y hojas del parque y participar en sus propias excavaciones.
“Contamos con dos areneros con esqueletos de juguete que los chicos deben desenterrar e ir descifrando, y con un arenero en el que pueden hallar réplicas de artefactos, que deben limpiar y recomponer con las técnicas que usa un arqueólogo”, explicó Guayasamín.
En los primeros dos días desde la reapertura, han recibido a 500 visitantes, principalmente familias con niños. A la par, entre lunes y viernes se recibe a alumnos de escuelas y colegios en la mañana y tarde.
“Es muy grato ver cómo los chicos se involucran con la historia y la hacen suya. No queremos que sea algo académico y lejano, sino que la entiendan como parte de su historia y se diviertan aprendiendo”, añadió.
Mil sitios arqueológicos por explorar
Según datos del datos del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), Quito tiene mil sitios descubiertos y por estudiar. Entre los sitios más representativos se encuentran Tulipe, Rumipamba, La Florida y Cotocollao, que son asentamientos preincaicos.
No obstante, hay zonas señaladas que se encuentran en propiedades privadas, por lo que no se ha podido hacer excavaciones, y otras donde la obra pública, como parte de Llano Chico o El Troje, impiden la recuperación de artefactos. En Rumipamba, solo el 5 % de las cuarenta hectáreas que componen el espacio han sido excavadas.