Quito: La MZ26, el 'oasis' de Ciudad Bicentenario
El jardín comestible construido por los vecinos obtuvo un galardón por Mejores Prácticas Ambientales. Invierten el premio en un parque
En medio de las interminables estructuras de cemento, las casas blancas y las autopistas atestadas de buses y autos, se distingue un pequeño paraíso verde, lleno de coloridas flores, frutas, vegetales y hortalizas.
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Leer másSe trata de la MZ.26 de Ciudad Bicentenario, ubicada en Pomasqui, norte de Quito.
Ahí, más de setenta familias se asentaron en los últimos años, relocalizados de zonas de alto riesgo, como Carretas o las laderas del Machángara, o atraídos por los accesibles precios del plan habitacional municipal.
Las viviendas que integran la Manzana 26 son edificaciones pequeñas con construcciones de entre 58 y 61 metros cuadrados de construcción. Se identifica a los cabezas de familia como trabajadores informales, jornaleros y en muchos casos funcionarios de empresas públicas y privadas.
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Leer másPero algo faltaba: un área verde. Así lo explica Andrea Encalada, presidenta de la manzana y del barrio.
“Antes de que nos entregaran las casas, hicimos mesas con los vecinos y les pedí que piensen en cómo querían que fuera su casa, y cómo fuera el barrio. En lo que coincidían es en que querían parques con árboles y flores”, recordó.
A falta de áreas verdes, que están delimitadas en el plan municipal, pero que aún no han sido construidas, Encalada y un grupo de vecinos decidieron aprovechar los terrenos y laderas desocupadas para sembrar el ‘oasis’ con el que soñaban.
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Leer másEmpezaron trabajando la tierra, sembrando árboles frutales y pequeños huertos, y luego usaron material reciclado para elaborar bancas y mesas.
El proyecto, denominado ‘Comuna verde’, obtuvo recientemente el galardón ‘Buenos Vecinos a las Mejores Prácticas Ambientales’, declarándolos triunfadores, sobre otros veinticinco barrios participantes.
“Para nosotros, este es un reconocimiento que nos llena de orgullo, porque es un ejemplo de los logros que se pueden conseguir cuando se trabaja en comunidad. Queremos ser un ejemplo de organización comunitaria desde la periferia”, comentó Encalada.
Y ya se han visto resultados, pues el galardón ha motivado a otras manzanas de la misma localidad a trazar sus propios espacios verdes y empezar a diseñarlos con sus vecinos.
Parte del reconocimiento fue un premio de $ 1.000, con el cual la comunidad desarrollará otro de sus sueños: un parque con juegos infantiles.
“Cuando hicimos las mesas, el pedido de los niños era un parque lleno de juegos, y es un sueño que queremos cumplirles. El monto que ganamos se invertirá en el material que necesitamos para hacer columpios, resbaladeras y otros juegos que ellos han pedido”, estableció la dirigente barrial.
Los organizadores del concurso buscaban buenas prácticas “que hayan sido implementadas en los últimos dos años que describan intervenciones creativas, recursivas y eficientes que brinden soluciones a los diferentes desafíos de la convivencia en condominios y urbanizaciones”.
Se calificaron seis parámetros que se debían cumplir. A cuatro de ellos se les asignaban 15 puntos por cada uno y los dos restantes se calificaban con 20 puntos cada uno.