Navidad sin trabajo infantil
Alejados de ese mundo de adultos, en donde deben ganar unas monedas para sus padres, los pequeños cuentan sus ocurrencias si fueran alcaldes
“Feliz Navidad”, gritan con sus voces chillonas un numeroso grupo de niños. Sus pedagogos intentan sentarlos, pero ellos emocionados echan mano a cuanto hay alrededor. Se abrazan, corren, caen, aplauden, gritan, ríen, se halan de los gorros navideños, se arranchan los juguetes. Es decir, hacen lo que hacen los niños.
La Navidad consolida la amistad y solidaridad
Leer másPara muchos de ellos, divertirse es un privilegio. Kimberly, de 12 años, acostumbra a ayudar a su madre a vender frutas por las calles del Centro Histórico. Juan David, de 6 años, dice que acompaña a su madre a vender estropajos para lavar los platos. Y Michelle, de 11 años, pasa sus tardes en una esquina del sur, en donde su mamá vende aguacates y frutillas. “A veces me como las frutillas, pero a mi mamá no le gusta”, comenta.
En la capital hay 25.600 niños que trabajan en las calles o en los mercados junto con sus padres, según el Municipio. Para 17.000 de ellos, quienes son parte de los programas del Patronato San José, hubo un agasajo navideño el pasado jueves 22 de diciembre.
Disfrutaron de caritas pintadas, juguetes, títeres, música, coreografías, refrigerios y lo más importante: fueron niños.
¿Qué harías si fueras alcalde de Quito? A sus 13 años, Lizette ya entiende lo difícil que es para su familia poner un pan sobre su mesa o pagar el arriendo. “Yo le daría un trabajo a mi mami para que ya no esté caminando por la calle y también le compraría una casa a mi papi”.
La Navidad no tiene fronteras
Leer másMateo, de 7 años, es más inocente. Sus pequeñas manos manchadas de un pigmento verde no pueden ocultar que parte del día lo pasó en el mercado donde su madre vende verduras. “Si yo fuera alcalde daría pelotas a todos y un carro y un perrito”. “Yo haría que mi mami me bañe en agua caliente porque a mí no me gusta bañarme, no con agua fría”, dice Anthony, de 8 años.
Los regalos y refrigerios que los niños reciben son producto de las donaciones que entregan las familias que creen que la Navidad es compartir el pan con el necesitado y mostrar amor. También proviene de varias empresas que creen en los proyectos municipales para erradicar y prevenir el trabajo infantil.
Anita, de 4 años, tiene unos brillantes ojos cafés. Su piel bruñida por el sol está oculta detrás de una pintura. “Soy un perrito, guau guau”. Está emocionada porque recibió una muñeca de regalo. Mientras en el escenario un grupo de niños baila, ella arrulla a su muñeca en sus pequeños brazos. “Shhh, que la bebé se está durmiendo”, pide, mientras las risas y los cánticos atiborran el lugar.
“Si yo fuera alcalde”, hace una pausa larga y esconde su rostro en los brazos de su hermana mayor. “Es que no sé qué es alcalde. ¿Es como el presidente?”, pregunta. Su hermana le trata de explicar, pero al final prefiere contestar por ella: “Si yo fuera alcalde le daría un lugar donde vivir a todas las personas que están en la calle”.
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Leer másSofía tiene 12 años y su padre es cargador en un mercado. Su madre vende tortillas de maíz. Cuenta que ambos no fueron al colegio, por eso la apoyan para que siga estudiando. “Yo quiero ser veterinaria y curar perros, gatos y chanchitos”.
Una Navidad sin trabajo infantil es el lema del programa municipal. También es el deseo de miles de pequeños que antes de poder jugar están en las calles ofreciendo sus productos o lustrando zapatos.
“Mi papi dice que no le alcanza para juguetes, pero no importa porque yo le pedí al Niño Jesús que quería jugar con él y le voy a prestar mi pelota”, cuenta algo triste Leo.
De la boca de los pequeños salen las más tiernas ocurrencias, propias de quienes apenas empiezan a soñar.
Anahí, de 6 años, dice que si fuera alcaldesa haría que su mamá le dé un hermanito “un bebito chiquitito para jugar”. Bryan dice que haría que Quito no tenga noches, solo días y con mucho sol “y a veces un poquito de lluvia”. Y agrega emocionado: “Si fuera alcalde haría que siempre sea Navidad y que nos abracemos todos los días, como hoy”.