Quito: Negocios y tres casas resultaron afectados por las llamas en Bellavista
Durante los dos últimos días de incendios 140 hectáreas de bosques fueron afectadas.
El olor a vegetación quemada aún se siente con fuerza en varios rincones de Quito. Sin embargo, en Bellavista Alta, al nororiente de la ciudad, es más que una presencia en el aire: es el testimonio latente de la destrucción que trajo el incendio que se originó el pasado 24 de septiembre. Lo que antes era un pulmón natural, ahora se ha transformado en un paisaje sombrío. Las llamas no solo consumieron la naturaleza, sino que también afectaron a las viviendas.
Mónica de la Torre es una de las personas que lo ha perdido todo. El incendio no solo consumió su vivienda, sino también la de su madre, una mujer de 75 años que, impotente, observaba cómo el fuego devoraba lo que durante décadas había sido su hogar. “Mi madre y yo siempre hemos sido cuidadoras del bosque”, cuenta Mónica, recordando con nostalgia el invernadero familiar donde cultivaban frutas y hortalizas. “Había colibríes, zarigüeyas... Todo se destruyó”.
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El infierno comenzó a las 14:00, cuando Mónica divisó el humo desde la parte del peaje Oswaldo Guayasamín. Llamó al 911 de inmediato, pero la ayuda nunca llegó a tiempo. “Con una simple manguera de jardín intentamos combatir el fuego, pero no teníamos ninguna posibilidad”, relata. A las 15:30, el fuego ya había alcanzado su predio, y para las 17:00, las dos casas estaban reducidas a cenizas.
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Leer másAunque físicamente están a salvo, el impacto emocional ha sido devastador. “Ver cómo las llamas consumen tu hogar y no poder hacer nada es un golpe terrible”, confiesa Mónica. Sin ayuda de los Bomberos, sin tanques de agua disponibles en la ciudad y con el tráfico imposible, no les quedó más que resignarse a ver cómo el fuego se llevaba años de esfuerzo y dedicación. Ahora, mientras luchan por mantener a sus hijas de 7 y 8 años emocionalmente estables, enfrentan el arduo desafío de reconstruir su vida.
Más de 8.000 libros, destruidos por el incendio
A pocos metros de la casa de Mónica, la familia Moya también sufrió las consecuencias devastadoras del incendio. Rómulo Moya recuerda cómo todo sucedió en cuestión de minutos. “El fuego se propagó rápidamente. El viento era muy fuerte, y aunque habíamos tomado precauciones, como cortar los árboles cercanos, no pudimos detenerlo”, relata.
La propiedad de los Moya no solo albergaba su hogar, sino también una oficina de una revista de arquitectura y una invaluable biblioteca con libros centenarios. “A las 14:30 empezamos a llamar a los Bomberos, pero nunca llegaron a tiempo. Tuvimos que desalojar a mis padres, que son de la tercera edad, y sacar los tanques de gas para evitar una explosión”, cuenta Moya, visiblemente afectado por la destrucción de 8.000 libros y gran parte del archivo de la revista, algunos de ellos del siglo XIX.
Francisco Girón
Finalmente, los Bomberos llegaron por la noche, cuando ya poco quedaba por salvar. “Entiendo que estaban ocupados en otros lugares de la ciudad, pero la falta de recursos y planificación fue evidente”, reflexiona Moya, quien también señala la vulnerabilidad de la vegetación en Quito: “El eucalipto es un árbol propenso a incendiarse. No hay planes de contingencia adecuados, como zanjas o muros contrafuegos”.
No solo las viviendas familiares fueron destruidas. Francisco Girón, propietario de una carpintería en la ladera afectada, vio cómo su negocio de 10 años se desmoronaba ante el avance imparable del fuego. “Pude salvar tres máquinas de trabajo, pero todo lo demás quedó en cenizas”, lamenta. Su carpintería, equipada con sierras y otras herramientas, era su sustento y el de su familia.
A pocos metros de su negocio, Francisco también había iniciado un emprendimiento con su hijo, un proyecto de apicultura que les permitía producir 300 litros de miel al año. “El proyecto se llamaba ‘Miel del Bosque’, pero ahora no tenemos bosque. El fuego consumió todo, incluidas las abejas”, relata con tristeza. Las 10 colmenas que cuidaban desaparecieron junto con la flora y fauna que alimentaba su emprendimiento. Lo que había empezado como un pasatiempo familiar, se transformó en un símbolo de la devastación que ahora los rodea.
Vecinos exigen que se realicen patrullajes para evitar incendios
Otro testimonio que revela la magnitud del desastre es el de Ángel Jácome, un arquitecto cuya casa, situada sobre el puente Oswaldo Guayasamín, sufrió graves daños. “Hace 15 años tuvimos un incendio similar, pero no de esta magnitud”, recuerda. Él y su esposa lograron evacuar a tiempo, junto con sus animales, aunque el 30 % de su vivienda quedó afectada. “Los vidrios se trizaron por el calor, y de no haber cortado algunos árboles previamente, no lo estaríamos contando”, asegura Jácome.
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Leer másSu hija los acogió esa noche, mientras ellos volvían a revisar su casa en medio de la oscuridad. Afortunadamente, los tanques de gas no explotaron, algo que Ángel describe como “una desgracia con suerte”. Sin embargo, critica la falta de prevención y vigilancia en la zona, señalando que los patrullajes de los Bomberos, habituales hace algunos años, han desaparecido por completo. “Vivimos en un estado negligente”, concluye.
En el sector de la González Suárez, la situación es igualmente preocupante. Aunque las viviendas de los vecinos no resultaron directamente afectadas, muchos están alarmados por la destrucción de la vegetación en la zona, que era frecuentemente utilizada por los adultos mayores que residen en su mayoría en este barrio. Así lo señaló Marisol Guarderas, vicepresidenta del Comité Promejoras del barrio González Suárez.
Marisol Guarderas
Los moradores explican que el parque lineal, que ellos mismos acondicionaron para caminar, ha sido severamente dañado. El incendio en Bellavista Alta es solo uno de los múltiples siniestros que han azotado Quito en los últimos días. Según el Municipio, durante los dos días de incendios forestales, más de 140 hectáreas de bosque fueron consumidas en varios sectores de la capital.
El jefe de Bomberos Quito, Esteban Cárdenas, manifestó que debido a los fuertes vientos, se propagó el fuego a los sectores aledaños, como el túnel Guayasamín, la av. Simón Bolívar hasta llegar al sector del Auqui y al parque Metropolitano.
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