Una obra retrata a Julian Assange
Los testimonios de cuatro personajes reales ayudaron a tejer la ficción tras ‘El australiano y yo’ del escritor Alfredo Noriega
Entre las temeridades que cometió el correísmo en el poder estuvo el otorgamiento de asilo político a Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres a mediados de 2012. Detrás de esa decisión diplomática había una treta internacional sobre el tema de la libertad de expresión. Este escenario real es el punto de partida de la novela ‘El australiano y yo’ del escritor quiteño Alfredo Noriega.
Stella Assange: Julian tenía mucha ansiedad, se preparaba para esto
Leer másEsta semana, en la librería Lobolunar de la capital, Noriega, que volvió al país para pasar sus vacaciones, explicó lo que hay tras la ficción.
Assange estuvo siete años en la Embajada ecuatoriana, un periodo en el que habría cosechado más de mil páginas de ficción y relatos. Por ello Noriega se centró solo en el primer año de la estadía del australiano en la sede diplomática, y avanza hasta la fuga de otro célebre activista informático, Edward Snowden, de Hong Kong hacia Rusia.
Frente a sus lectores, Noriega contó que luego de escribir esta novela quiso saber qué le respondía la inteligencia artificial respecto a llevar a Assange a la ficción. Un par de los diez consejos de la aplicación ChatGPT fue que hiciera una investigación exhaustiva sobre el personaje real y que construyera personajes sólidos.
Las listas pueden destruir un libro o hacer que adquiera fuerza. Para los insultos del embajador recordé los partes policiales en 2666 de Bolaño
El autor sonrió al leerlo en su computador: había leído las biografías del fundador de WikiLeaks y sus artículos; había visto los documentales sobre sus acciones.
Su narrador es Bicho, el entrañable segundo secretario de la Embajada que construyó con paredes imaginarias.
Un tributo de escritores ecuatorianos a Milan Kundera, el autor del exilio
Leer másEl agregado cultural de la Embajada de Ecuador en Francia, hermano del autor, coincidió con él durante su residencia en París mientras Assange había llegado a la sede diplomática londinense disfrazado de repartidor de pizzas. Varias anécdotas fueron creadas gracias a las conversaciones entre ambos.
Pero el tamiz de la novela es lo que Alfredo Noriega llama su trilogía autobiográfica y que tuvo como antecedentes a los libros ‘Guápulo’ (sobre el crimen que cobró la vida de una migrante francesa en el barrio quiteño que lleva ese nombre) y ‘Bruselas’ (cuentos basados en hechos reales, uno de ellos, ‘Ecuador’, sobre el asesinato de una congolesa en manos de la policía belga).
La escritora francesa Annie Ernaux, ganadora del Nobel literario, es la “maestra del yo” a quien Noriega ha leído desde hace dos décadas. Su tono de relaciones familiares desencarnadas y reflexiones hechas a partir de la realidad, es el que ha explorado el autor.
Lo que une a Bicho, su alter ego y personaje ficticio de ‘El Australiano y Yo’, con Julian es que ambos tuvieron padres biológicos que no los criaron. Esa ausencia, la condición de migrantes, sus relaciones azarosas y el entorno político de un país delirante como Ecuador y uno extremadamente estricto como Inglaterra son elementos que se unen a la música, gastronomía y celebridades que rodeaban la Embajada.
Una obra narra la historia que no fue
Leer más“¿Qué tendrá que ver el lingüista y filósofo norteamericano Chomsky y la modista británica Vivienne Westwood, el político francés Mélenchon y el juez Baltasar Garzón?”, se pregunta el protagonista, que llevaba el registro de los visitantes a la sede diplomática ecuatoriana en la capital inglesa. “Supongo que la humanidad, como llamamos a nuestra especie depredadora, tiene sentido precisamente por el sinsentido de nuestras individualidades”, señaló.
“Las listas pueden destruir un libro o hacer que adquiera fuerza. Para los insultos del embajador recordé los partes policiales de 2666 de Bolaño pero también al Capitán Haddock de ‘Las aventuras de Tintín’”, dijo Noriega.