Ochoymedio, un cine barrial que persevera
El espacio cultural celebró sus veintidós años. La sala se convirtió en un sitio de reunión para los habitantes de La Floresta
En medio de las grises calles del centro norte de la capital, el barrio de La Floresta surge como una explosión de colorida algarabía. Los murales, las jardineras intervenidas y las filas interminables de buganvillas parecen ocuparlo todo. Y al interior, en el mismo corazón de esta zona residencial, asoma la enorme y pintoresca torre del Ochoymedio, el cine de la localidad.
A más de veinte años de su apertura, la sala de proyección se mantiene como el único cine barrial de la capital.
Su directora, la productora y exsecretaria de Cultura de Quito, Mariana Andrade, señala que la idea de abrirlo surgió en 1997, junto a otros artistas, cineastas y productores.
“Queríamos un espacio propio, donde pudiéramos tener libertad de programar. Le metimos todos nuestros ahorros, a pesar de que muchos nos tacharon de idealistas por abrir un proyecto como este, cuando todas las salas barriales estaban cerrando para dar paso a las grandes cadenas en los centros comerciales”, recordó.
Tras sobrevivir a las crisis del ‘99 y finalizar la obra física, lograron abrir sus puertas en 2001, pero la tragedia parecía perseguirlos. “La fecha de apertura estaba planificada para el 14 de septiembre, y tres días antes fue el ataque a las Torres Gemelas”, afirmó.
Pero el público llegó, y continuó llegando. “Hemos sobrevivido a varias crisis económicas, a un terremoto, al cambio del formato de 35 milímetros a la proyección digital, y hasta a la pandemia, cuando no sabíamos si lo lograríamos”, dijo.
De esta última sacudida, se repusieron con el apoyo de la empresa privada, un fondo internacional obtenido por concurso, y con el retorno de sus espectadores, entre ellos, los moradores del barrio.
“Cuando recién llegamos a La Floresta, manteníamos una relación muy endogámica con la gente, es decir, de la pantalla de cine, hacia adentro, pero de a poco nos fuimos abriendo al barrio, y los residentes fueron recíprocos, apropiándose de este espacio”, estableció Andrade.
Y es que, si bien Ochoymedio es conocido por proyectar cine clásico, independiente y documental, quienes no buscan esta oferta de filmes se congregan en El Gallo Market, ubicado en los exteriores de las salas, a tomar café, trabajar en el computador o conversar, o en la calle, en un jardín al aire libre afuera de este espacio.
Ahí, por ejemplo, se reúnen las ‘Crocheteras de La Floresta’ a tejer, y los estudiantes del instituto InCine para hacer tertulia entre clase y clase.
“Si no cambias cada cinco años, estás destinado a morir. Nosotros continuaremos adaptándonos a los nuevos públicos y a este barrio, que es un organismo vivo”, afirmó Andrade.
