La pandemia provocó la ‘migración inversa’ en Quito
Estudiantes y trabajadores de otras provincias decidieron volver a sus lugares de origen en medio de la pandemia. La situación ha afectado a negocios.
En marzo del año pasado, Sebastián Cando volvió a su pueblo de origen: Cuyuja, ubicado en el cantón Quijos, en la provincia de Napo. En medio de la pandemia y ante el cambio a la modalidad de estudio virtual, lo más conveniente para él fue regresar a la casa de sus padres junto a su hermano.
30 de cada 100 oficinas están vacías en el norte de Quito
Leer másCando estudia psicología en la Universidad Católica de Quito y vivía en Tumbaco (nororiente de la capital). “Era una casa propia y terminó vendiéndose”, cuenta el universitario.
“Ha sido una experiencia muy extraña acoplarme a la nueva realidad y a los nuevos horarios”, señala Cando.
Quito era una de las principales ciudades del país que acogía a la migración interna, tanto de estudiantes como trabajadores. Con la llegada de la pandemia de la COVID-19, muchos de esos universitarios y empleados regresaron a sus ciudades ante el cierre de los campus y la adopción obligatoria de la educación virtual. En el caso de los trabajadores, la posibilidad del teletrabajo y, en otros casos, la pérdida de empleo, motivó a regresar a provincias, a las casas de padres y familiares.
Ana Obando es una ingeniera que trabaja para una empresa tecnológica. Decidió regresar a Ibarra (Imbabura), lugar donde vive su familia, para no sentirse sola en medio del confinamiento.
“Yo sigo arrendando en Quito. Mi idea es solo quedarme por la pandemia y luego volver”, dice Obando.
Si bien su empresa decidió dar el giro definitivo a la modalidad de teletrabajo, Obando asegura que espera volver a Quito porque es una urbe que le abre más posibilidades laborales. “La empresa se dio cuenta que puede ahorrar con el teletrabajo y nos dijeron que cuando se acabe la pandemia seguiremos trabajando bajo esa modalidad”, comenta.
En Quito, la ‘migración inversa’ ha tenido efectos en el mercado inmobiliario. En el último año, la demanda de departamentos ha caído por diversos factores, entre ellos, el menor requerimiento de estudiantes de otras provincias. Asimismo, los locales comerciales que funcionaban cerca de las casas de estudio viven sus peores días. En unos casos tratan de subsistir y en otros se han visto obligados a cerrar sus operaciones ante la falta de clientes.
El urbanista Fernando Carrión explica que es un fenómeno que ha ocurrido en grandes urbes, como Nueva York (Estados Unidos), Londres (Inglaterra), entre otras ciudades del mundo.
Nueva York redujo alrededor del 8 % de su población en el 2020; motivados por el teletrabajo y la calidad de espacios fuera de la metrópoli. Londres, con mucha población migrante, disminuye en más de 700.000 personas, explica Carrión en un artículo publicado en diario ‘El País’.
El experto señala que hay dos factores que han motivado a las personas a salir de las grandes ciudades y volver a sus sitios de origen o simplemente salir a las periferias: el primero es la tecnología, que ha permitido que las actividades de trabajo y estudios puedan efectuarse desde cualquier lugar.
El segundo factor tiene que ver con la pandemia de la COVID-19: las personas prefieren regresar a su lugar de origen o dejar grandes ciudades para evitar los contagios y para acceder más fácilmente a productos alimenticios.
Esto facilita en horarios y en movilidad. Ya no están obligados a vivir en la ciudad, a gastar en arriendo.
Los centros educativos también se adaptan a esa nueva realidad. La Universidad de las Américas (UDLA)ahora ofrece un modelo híbrido de estudios. Es decir, combinación de clases en línea y actividades presenciales, explica William Villegas, docente investigador de la casa de estudios.
El dilema de Quito Honesto: reinventarse o desaparecer
Leer más“La universidad se ha planteado en ese aspecto brindar a los estudiantes esa posibilidad, justamente para los que son de provincia. Ya se ha demostrado que a nivel económico les resulta más fácil la educación a través de este modelo (...) Esto facilita en horarios y en movilidad. Ya no están obligados a vivir en la ciudad, a gastar en arriendo”, señala el catedrático universitario.