Quito: Parques y plazas, tomadas por la inseguridad
El 57% de quiteños prefiere estos lugares, sin embargo la delincuencia y el mal estado de su infraestructura los ahuyenta
En el centro de Quito, entre las avenidas Carlos María de la Torre y Pedro Vicente Maldonado, se encuentra el parque lineal Jefferson Pérez, un espacio público que alguna vez fue una zona de recreación y esparcimiento para la comunidad.
Inaugurado en el 2003, este parque era un lugar acogedor, donde las familias se reunían para disfrutar de las noches iluminadas por las fuentes ornamentales, los senderos adornados de plantas y maderas que contrastaban con la vegetación. Los deportistas aprovechaban las instalaciones para correr, caminar y disfrutar de la naturaleza.
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Sin embargo, con el paso del tiempo, el parque Jefferson Pérez fue cayendo en el olvido. Las luces se apagaron, las plantas se marchitaron y las maderas se pudrieron. La inseguridad se apoderó del lugar, convirtiéndolo en un refugio para la delincuencia y un sitio para personas sin hogar.
Hoy en día, el parque es una sombra de su antiguo esplendor. Los pocos usuarios que aún se atreven a transitar por sus senderos lo hacen con temor, con la constante amenaza de ser víctimas de un asalto o un robo.
Una encuesta realizada por Ipsos revela que el 36 % de los quiteños no visita los espacios públicos por la inseguridad, mientras que el 42 % evita hacerlo debido a su mal estado.
Orfa Núñez, una residente del sector, habla con tristeza sobre la situación del parque: “Es importante que este sitio sea intervenido. A su alrededor hay escuelas, colegios y un museo, pero la gente se aleja por miedo a los robos”.
Cristian Guato, otro vecino del sector, recuerda los días en que solía visitar el parque para hacer deporte los fines de semana. Sin embargo, la inseguridad lo alejó del lugar, transformándolo en un sitio sombrío e insalubre debido al mal olor del río Machángara, que invade el ambiente.
Lamenta el fin de las casetas de madera, instaladas para la regeneración del espacio público. Ahora están llenas de maleza, rotas, convertidas en guaridas de roedores y refugio para el consumo de drogas.
A pocas cuadras de este panorama desolador se encuentra el parque Santa Ana, en La Villaflora, en el sur. Es un espacio verde de 3,71 hectáreas que ofrece canchas de fútbol, vóley, un área de crossfit, una pista atlética, una zona de juegos inclusivos y una pista de bicicross.
A diferencia del parque Jefferson Pérez, este lugar se encuentra en buenas condiciones y es frecuentado diariamente por los vecinos de los barrios de Santa Ana, La Villaflora, El Camal y La Magdalena.
Ricardo Mendoza es parte del 57 % de quiteños que frecuenta parques diariamente. El área recreativa de Santa Ana es su preferida. Destaca la seguridad y los espacios verdes cuidados, pero también señala la presencia de heces de mascotas como un problema sin resolver.
Un recorrido realizado por EXPRESO revela otra problemática: el consumo de alcohol en horas de la tarde. Los jóvenes se reúnen en los juegos infantiles, camuflando las bebidas o escondiéndose entre los arbustos.
Para el 52 % de capitalinos, los espacios públicos fomentan la interacción social y el sentido de comunidad. Sin embargo, en San José de Monjas, esta realidad es distinta. Teresa Córdova, de 60 años, recuerda con mucha nostalgia las tardes de bailoterapia en la cancha del parque de ese barrio junto a sus vecinas.
La inseguridad las obligó a abandonar esas actividades. Luego, una moradora puso candado en la puerta de la cancha y aunque lo retiraron, el uso del espacio aún es bajo. Zulma Jaramillo, otra residente, espera que la directiva del barrio reactive esos eventos deportivos.
En el bulevar 24 de Mayo, en el Centro Histórico, la situación es desalentadora. Los comerciantes luchan por mantener sus negocios y evitar el olvido.
A pesar de las inversiones realizadas por el Municipio en los últimos 15 años, incluyendo $ 400.000 en 2022 para mejorar la infraestructura, el lugar sigue tomado por las personas sin hogar. Carmen Ayala denuncia la construcción de covachas con materiales reciclados en las gradas que conectan la Plaza 24 de Mayo con La Ronda, aunque allí existe presencia policial.
La inseguridad ha alejado a los turistas, quienes antes disfrutaban de la vista al Panecillo desde este sector. Para Carlos Tapia, quien trabaja en un estudio jurídico en el Casco Colonial, la seguridad en esta zona tradicional necesita mejoras urgentes.
El Cabildo y la Policía trabajan en esa dirección y se han activado cámaras de videovigilancia en sitios estratégicos, además de los operativos. “De todas formas, el futuro del querido bulevar es incierto y requerirá del esfuerzo de todos para que trascienda en el tiempo”.
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La capital cuenta con amplios espacios recreativos, pero no todos son aledaños a la gente. El 49 % de la población, según Ipsos, señala que existe falta de acceso a un parque cercano, lo cual representa una barrera para el disfrute de esas zonas públicas.
Esta situación se agrava en sectores donde la densidad poblacional es alta y la disponibilidad de áreas verdes es limitada, como por ejemplo en el sector de la América, norte de la ciudad.
A decir del urbanista Hernán Orbea, el parque “es uno de los ecosistemas más importantes que tiene la ciudadanía para representarse, relacionarse y simbolizarse”.
El catedrático de la PUCE menciona que los parques no pertenecen al Municipio, sino a la comunidad, donde se construye la relación de los habitantes.
El objetivo es que estos espacios sean utilizados diariamente, creando un sentido de apropiación y convirtiéndose en verdaderos pulmones urbanos para la comunidad. De esta forma, se cambiará la percepción de inseguridad en estos lugares, que aleja a los vecinos de los sitios que antes los congregaba.
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