
Procesión Jesús del Gran Poder Quito: lo que no sabías de esta tradición
Más de tres kilómetros de recorrido, miles de devotos, y una sola imagen que une generaciones
Cada Viernes Santo, el Centro Histórico de Quito se transforma en un escenario solemne y sobrecogedor. No se trata solo de una ceremonia religiosa; es un espectáculo de fe, tradición y simbolismo que puede dejar sin palabras incluso al visitante más escéptico.
La procesión de Jesús del Gran Poder no es solo una de las manifestaciones católicas más grandes de Ecuador, sino también una de las más impactantes visualmente en toda América Latina.
¿Un desfile religioso o un ritual ancestral?
Desde muy temprano en la mañana, el corazón de la capital ecuatoriana se llena de figuras que parecen salidas de otra época. Son los cucuruchos, personajes que visten túnicas moradas y capirotes puntiagudos. Aunque su aspecto puede recordar a otras procesiones del mundo, en Quito tienen un significado propio: simbolizan penitencia, humildad y el deseo de redención.
Pero no están solos. También desfilan las verónicas, mujeres que evocan a la figura bíblica que secó el rostro de Cristo durante su camino al Calvario. Ellas también van de morado, a veces cargando cruces o imágenes religiosas, en un acto de profundo recogimiento espiritual.

Cadenas, silencio y fervor
Para unos, es una expresión profunda de fe; para otros, un acto de entrega total. Hay devotos que se colocan cadenas en los tobillos como símbolo de penitencia, con la esperanza de purificar su espíritu y comenzar de nuevo.

En un contraste que conmueve, otros creyentes optan por el silencio absoluto. Caminan descalzos, en oración, mientras la multitud a su alrededor guarda un respetuoso murmullo. Es una experiencia que se vive con los sentidos: el sonido de los pasos, el aroma del incienso, los cantos lejanos y las miradas absortas en una figura tallada hace siglos.
Una imagen con más de 300 años de historia
La escultura de Jesús del Gran Poder, eje central de esta manifestación, fue creada en el siglo XVII y se atribuye al afamado taller de la Escuela Quiteña, famosa por su estilo dramático y detallado. Desde entonces, la imagen ha sido venerada como un símbolo de consuelo y esperanza.
Aunque todo gira en torno a la fe cristiana, la procesión de Jesús del Gran Poder también es un fenómeno cultural. Declarada patrimonio intangible de la ciudad en 2006, representa siglos de historia, mezcla de culturas y resistencia espiritual. Es uno de esos eventos que hay que ver, aunque sea una vez en la vida, para entender el alma de Quito.
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