Quiteños reprochan a los concejales su inacción

Más de un año ha pasado desde que Pabel Muñoz asumió la Alcaldía de Quito, acompañado por un Concejo Metropolitano renovado en su mayoría. De los 17 concejales que conforman este cuerpo legislativo, solo cuatro provienen del período anterior, mientras que el resto es debutante en este tipo de cargos. A pesar de las expectativas generadas por esta nueva composición, el desempeño de estos ediles ha sido duramente cuestionado por la ciudadanía y diversos observadores.

Una encuesta reciente realizada por la multinacional Ipsos revela que el 53 % de los quiteños desconfía del papel que cumplen los concejales. La percepción predominante es que muchos de ellos muestran una lealtad excesiva hacia el alcalde Muñoz, lo que, según los críticos, ha debilitado la función de fiscalización que debería ejercer el Concejo. 

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Esta aparente falta de control se ha manifestado en una baja ejecución presupuestaria y en la discontinuidad de proyectos sociales y culturales que son fundamentales para la ciudad.

Luis Segarra, presidente del Comité de Seguridad de la zona Eugenio Espejo, es una de las voces más críticas. Sostiene que los concejales no han logrado mantener el impulso en proyectos clave, especialmente en temas sensibles como la movilidad y seguridad. 

“La fiscalización directa de los concejales ha disminuido significativamente, lo que ha debilitado su rol tradicional en la supervisión de obras y proyectos”, afirma Segarra. Este debilitamiento se ha visto exacerbado por la ausencia de concejales en los directorios de las empresas públicas, lo que ha resultado en una ejecución ineficaz de las obras públicas, agudizada aún más por la baja en el presupuesto asignado a estas entidades.

Falta de independencia para fiscalizar

Por su parte, Juan Carlos Rojas, coordinador del Observatorio de Participación Ciudadana, señala que la afinidad ideológica entre algunos concejales y el alcalde ha impactado negativamente la capacidad de fiscalización. “Existen evidencias de que la constante campaña del Municipio ha distraído a los concejales de su deber primordial de fiscalizar”, explica Rojas. Esta falta de independencia se refleja en decisiones controvertidas, como el contrato de publicidad de dos millones de dólares y el manejo del Metro de Quito, temas que han sido objeto de fuertes críticas.

El Concejo Metropolitano también ha sido blanco de reproches por su falta de acción en temas urgentes. Juan Carlos Rojas y otros observadores destacan que los concejales han tomado decisiones tibias frente a desafíos significativos, como el estado de las calles y el sistema de alcantarillado, control del comercio informal y coinciden en que no se respetan las ordenanzas.

La compra de vehículos, en particular, ha sido cuestionada por no ser una prioridad en el contexto de problemas de infraestructura y mantenimiento de la ciudad.

Desde la perspectiva de Jaime Prado, presidente del barrio de Guápulo, los concejales deben desligarse de sus vínculos políticos y centrarse en las necesidades de los ciudadanos. “En mi barrio, solo cuatro concejales han mostrado disposición para atender nuestras peticiones, mientras que la mayoría ha sido insuficiente en su labor”, lamenta Prado.

Un Concejo fragmentado

Fernando Carrión, urbanista y analista, añade un elemento más al debate, señalando que la fragmentación política dentro del Concejo es otro factor que complica la gestión. “Existe una fragmentación muy fuerte entre los bloques de partidos políticos. El bloque mayoritario de Pabel Muñoz ya ha perdido algunos concejales, lo que hace más difícil el manejo del Concejo Metropolitano”, analiza. 

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Además, destaca que la dificultad para construir consensos ha resultado en problemas como la incapacidad de aprobar órdenes del día para las sesiones de Concejo, lo que a menudo lleva a la falta de quorum.

A pesar de la crisis generalizada, dos concejales han emergido con mayor visibilidad. Según Carrión, “hay dos concejales que se están distinguiendo de una forma significativa: Wilson Merino y Andrés Campaña. Ambos tienen posiciones relativamente interesantes”. Sin embargo, la pregunta sigue siendo si estos esfuerzos individuales serán suficientes para revertir la creciente desconfianza de la ciudadanía.

En un entorno donde la percepción pública es cada vez más crítica, la capacidad de los concejales para recuperar su rol fiscalizador será crucial para el futuro de la gobernabilidad en Quito.

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